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Noticias para su historia
Las andas, el sol y la media luna de plata de la Virgen de Guía
Por Pedro González-Sosa
(Cronista Oficial de Guía de Gran Canaria)

Festeja mañana, 15 de agosto, la ciudad de Guía la fiesta principal en honor de su Patrona, celebraciones conocidas popularmente como "las de la Virgen". Fiestas tradicionales que se pierden en la memoria de lo mas antiguo, pues siempre fue celebrada con gran esplendor y, sobre todo, con gran devoción por los naturales de dicha localidad, incluso por aquellos que estaban ausentes, sobre todo en América, y cuya veneración les llevó –a los presentes y a los ausentes-- a donar a la parroquia para su culto importantes dádivas. Ninguna mejor ocasión, pues, que esta para recordar noticias sobre la historia de dicha venerada imagen, algunas de las cuales recogemos en estas breves líneas.

Antes de que la Virgen de Guía se enmarcara bajo el espléndido trono de plata que estrenó en 1955 merced a la generosidad del guiense ilustre que fue José Samsó Henríquez, hasta muy al principio del siglo XIX salía la venerada imagen bajo una especie de dosel o palio y sobre unas andas por exigir esto último el estado del entonces primitivo pavimento de sus calles empedradas que estuvieron así hasta la mitad del XX, concretamente hasta la década de los años cuarenta del pasado siglo, que se adoquinaron bajo el mandato del aquel excelente alcalde que fue Juan García Mateo. Eliminado el dosel o palio, la imagen aparecía simplemente rodeada del sol hasta el citado 1955 en que, de nuevo, se la enmarcó en el actual trono de plata, y así puede contemplarse en las numerosas fotografías antiguas que han llegado hasta notros, una de las cuales, de 1890, ilustra estas notas.

De la lectura de los libros de la fábrica parroquial se advierte que se habla de forma insistente de "las andas de Nuestra Señora", que no era otra cosa que una mesa –no el trono convencional de nuestros días con patas que sirven para el descanso de la pesada carga—de la que salían cuatro alargados gruesos palos en cada esquina que servía sostener sobre los hombros de los cargadores y transportar la venerada imagen procesionalmente. Tenía unos faldones que cubrían desde la base de la mesa y el suelo. Aquellas viejas y rudimentarias andas –todavía en algunos pueblos y barrios de las islas se pueden advertir su existencia-- se "modernizan" o se convierten en las precursoras de los actuales tronos, deducción obtenida, a falta de otras noticias mas rigurosas, de las anotaciones recogidas en los referidos libros parroquiales a principios del siglo XVIII que hace referencia al "descargo de 4.819 reales tres cuatros que importó el costo y hechura de los cuatro pilares de las andas que el dicho canónigo don Francisco Galdóz de la Puerta mando hacer y corrió de su cuenta". Debe referirse a los cuatro pilares probablemente para el descanso de los que transportaban la pesada carga en su recorrido procesional, porque las columnas que sostenían el dosel bajo el que se enmarcaba la imagen eran de plata ya en 1731 en que aparece anotado en el correspondiente inventario: "las andas de Nuestra Señora con sus cuatro perillas de plata y el dosel de damasco". Por cierto, una de las perillas, es decir los remates o adornos de los cuatro tubos del preciado metal que sostenían el dosel, fue robada y el beneficiado de la época, 1742, Baltasar Rodríguez Déniz y Quintana, deja anotado: "de las perillas de plata de las andas de la Vírgenes se hurtó una y apareció un pedazo de ella en poder de un platero a quien la vendió el agresor, y para evitar el notable escándalo que se podía seguir en las averiguaciones de este hurto, movido de caridad y de devoción a la Virgen Santísima hice yo la dicha perilla poniendo la plata que faltaba y pagando la hechura de mi caudal".

Las andas se adornaban con cintas de tisú de seda que formaban 28 lazos. Refiere al respecto el mismo beneficiado Rodríguez Déniz que "como no se necesitaban porque las nuevas eran de plata, se las di a María Claudina, que por su devoción las había donado a la Virgen, para que sirvieran de adorno a las andas de Santa Lucía de la que era camarera" Y añade que "a las prendas de Nuestra Señora se ha adelantado (querrá decir, se ha añadido) una rosa o anillo de oro con cuatro esmeraldas que dio don José Martín por su mucha devoción a la Virgen de Guía".

A las tradicionales y viejas andas le sucedió, sin poder concretar la fecha exacta, la llamada mesa o trono convencional, el que se usa todavía hoy en casi todas las parroquias para las procesiones y aparece una nueva para la Virgen de Guía en 1831 cuando se habla del "pago de 60 reales, costo de un palo de til de Moya con serrería y conducción para la nueva mesa para la Virgen". Mesa que es preciso adornar y que se gasta el párroco que lo era don José Valdés y Merino en la misma fecha "253 reales y medio que costaron cuatro ramos grandes para la Virgen, así como dos reales de tachas para la misma mesa de la Virgen". Y matiza el cura: "no se cuentan los otros ramos que se han puesto en este año de 31 porque son de regalo". Ya no se habla de andas, sino que se concreta la mesa-trono para las procesiones. Y este trono fue, probablemente pues no se dan noticias de otro posteriormente, sobre el que se colocaba la imagen de la Virgen hasta 1955 en que se construyó el actual, mucho más sólido para soportar el enorme peso del trono de plata donado por don José Samsó.

La imagen de la Virgen de Guía aparece adornada en 1731, según el inventario correspondiente, con una media luna de plata. Y en 1793 se la enriquece con un sol igualmente del mismo metal, que todavía sigue rodeando la sagrada imagen, por el que se pagaron 5.923 reales de vellón, según las anotaciones parroquiales.

 

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