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martes, 26 de mayo de 2009 |
Sobre mi paisaje
Javier Estévez Dicen que el mejor viaje siempre es el de vuelta a casa. A mí me duele volver. Fundamentalmente porque desde el aeropuerto hasta mi casa debo atravesar uno de los paisajes más horribles que pueda un ser humano contemplar. Es un infierno visual, un paisaje enfermo de viruela, salpicado vergonzosamente por urbanizaciones, naves industriales, desmontes, solares poblados por escombros, vertidos, tendidos eléctricos que rayan el paisaje, carreteras que atan ciudades entre sí y caminos que desean llegar a todas partes pero que no se entienden ni desde la lógica de la propia gravedad.
Transitar a través de nuestra geografía, por nuestras comarcas costeras, por los intersticios rurales que resisten entre las grandes áreas metropolitanas, nos conduce a reflexionar sobre ese sentimiento de amor y odio que se proyecta sobre nuestro territorio.
El paisaje nos habla fielmente de los individuos que lo habitan, de los hombres y mujeres que forman una comunidad, de su manera de vivir, de comer, de trabajar, de sus ilusiones y hasta de sus creencias y anhelos. El ser humano es capaz no sólo de transformar la naturaleza en paisaje por su acción. Lo es, incluso, por su mirada ya que para que exista el paisaje es necesario que exista el ser humano. El paisaje es, por lo tanto, un producto del espíritu humano vertido sobre una realidad natural concreta.
Ante esta realidad, ante este escenario desolador, ante este paisaje malherido por un proceso de transformación acelerado, incontrolado e irreflexivo que le ha hecho perder la escala e incluso el sentido de ser, no puedo dejar de preguntarme el por qué esta ignorancia, el por qué este abandono de nuestros mejores espacios rurales, periurbanos y litorales, arruinados la mayoría o destrozados por intervenciones que más que construir o conservar, los han destruido sistemáticamente, siendo pocos los espacios restaurados o rehabilitados. ¿Qué pensarán de nosotros quienes nos visiten?
No pretendo exponer ninguna fórmula para la puesta en valor del paisaje, para su conservación, para su recuperación, pues no la tengo y no creo que exista sólo una solución. Creo que deben ser un conjunto de ellas, pero todas ellas apoyadas por un esfuerzo imaginativo que esté a la altura de las circunstancias. Recuperar nuestro paisaje deteriorado no es una cuestión de fe. Es una responsabilidad y un reto apasionante.
En este contexto, pues, es duro regresar. Quizás porque escuece hondamente saber que tu existencia está condenada a desarrollarse sobre un escenario donde hay una ausencia hiriente de espacios abiertos, de espacios profundos sin elementos que distorsionen o rompan la escala, el ritmo, por no hablar de las texturas, de los colores y hasta de las formas.
Menos mal que en este cuadro que les acabo de pintar, aún resiste el mar.
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Modificado el ( lunes, 01 de junio de 2009 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las Marías"
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O P I N I Ó N |
SOBRE LOS FUNCIONARIOS
Pedro Fernández Vicente
Como inicio de mi reflexión, tengo que decir que no soy funcionario. Me dedico al periodismo como profesión y no estoy en situación de excedencia de ningún ministerio, pero me parece indigno lo que 'algunos', y lo digo en tono despectivo, están haciendo en contra de una profesión como la de funcionario, aprovechando la propaganda gubernamental, para crear ese escenario necesario que le permita bajarlos el sueldo sin adhesiones populares, ni solidaridad. Una buena fórmula para no perder votos, que es lo que realmente le interesa. |
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