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lunes, 20 de abril de 2009 |
PSICOGRAFÃAS “Los nispereros ya no son saqueados por los niñosâ€
Nispereros
Santiago Gil
Hace unos dÃas escribÃa sobre el protagonismo de las palmeras en cualquier fotograma que recuerde nuestro paisaje más cercano y reconocible. Pero no sólo es la palmera la que se cuela en los horizontes que se vienen con nosotros cuando estamos lejos, o cuando hace mucho tiempo que no regresamos a casa. También están los dragos, los pinos, las araucarias o las higueras. Y aquellos laureles de indias de todas las plazas en las que aprendimos a volar sobre una bicicleta o a dar patadas a las chapas, a las pelotas o a cualquier piedra que se tropezara con unos zapatos que sólo sabÃan correr en busca de aventuras. Pero creo que el árbol que mejor conserva el sabor de la infancia es el nisperero. Cada cual puede optar por el suyo. Todos tenemos un nisperero por el que trepábamos en busca de la rama más alta y del nÃspero más alejado de nuestros dedos liliputienses. CompartÃamos con los pájaros la inmensidad del cielo azul que quedaba lejos, más allá de la fruta y de los deseos. Durante varias semanas al año sólo concebÃamos la vida en las alturas. No sé cuándo decidimos quedarnos para siempre en el suelo. Ahora que podrÃamos subir más alto, ni siquiera estiramos la mano para ver si es verdad que los sueños se cogen siempre al vuelo.
La infancia tenÃa sus ciclos y sus leyes no escritas en ninguna parte. Sólo el colegio era capaz de separarnos de la bendita anarquÃa de los barrancos y de aquellas aventuras improvisadas que nos llevaban de los carros de cojinetes a las hogueras antes de que nos perdiéramos siguiendo el rastro de una cometa de papel cebolla que improvisábamos al final de la tarde. Era otra infancia y otra calle. Casi no habÃa coches que pararan los partidos de fútbol de quince contra quince en los que cada gol nos volvÃa eternos y grandiosos, y en donde no hacÃan falta ni árbitros ni jueces para poner orden en el juego. Entonces los niños de pueblo y de ciudad nos diferenciábamos poco. CoincidÃamos en un solo canal televisivo, pero jamás cambiábamos la tele por la improvisación festiva de la calle. Por eso los niños de hoy se aburren tanto: han perdido la calle y toda aquella enseñanza diaria de la vida que uno encontraba compartiendo juegos. Apenas conocÃamos la virtualidad, y puestos a elegir, preferÃamos siempre el sabor de los nÃsperos al más sofisticado juguete tecnológico.
Pero los nispereros ya no son saqueados por los niños. Van pasando las semanas de marzo y abril y uno ve cómo los nÃsperos se pudren en los árboles sin que aparezca nadie a darse un festÃn. El nÃspero es una fruta para los furtivos y los aventureros, pero presiento que los niños de este siglo veintiuno están confundiendo la aventura con la videoconsola. Y sin saberlo, están dejando de saborear su propia infancia: el almÃbar del que luego se alimentan los recuerdos.
CICLOTIMIAS
Provengo del mundo del periodismo; por tanto tengo muy presente que todo es efÃmero, incluso lo que queda escrito.
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MI BLOG: www.santiagogil.com
PUBLICADO EN CANARIAS7
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Modificado el ( lunes, 20 de abril de 2009 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
Ver
reportaje >> |
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O P I N I Ó N |
Lo Canario y lo Kitsch
Por Diego Talavera
Desde la Transición democrática de los setenta hasta hoy se ha producido en Canarias una proliferación de manifestaciones artÃsticas populares (folklore musical, artesanÃa, fiestas tradicionales, etcétera) que han sido calificadas muchas veces como expresiones de mal gusto, chabacanas, horteras y últimamente le han aplicado el término kitsch. |
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