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miércoles, 08 de abril de 2009 |
PSICOGRAFÃAS “No podrÃamos imaginar estas islas sin palmerasâ€
Palmeras
Santiago Gil
No podrÃamos imaginar estas islas sin palmeras. Ahora que el picudo rojo y los malos vientos se empeñan en echarlas abajo es cuando más necesaria se hace su reivindicación. No tendrÃamos la misma mirada de no habernos cruzado con los palmerales que encontrábamos en los barrancos o en las costas más paradisÃacas de las islas. Le debemos el nombre de nuestra provincia y de la capital que nos identifica cuando viajamos lejos o vamos perdiendo poco a poco nuestros lugares de referencia. El emigrante canario jamás olvida la orilla de la que partió ni los palmerales que fue dejando atrás a medida que se adentraba en el océano. No serÃamos los mismos sin la presencia siempre cercana de la Phoenix Canariensis. Cuando vivÃa en Madrid y acechaba la nostalgia, lo único que me consolaba era la visita a la palmera canaria que está en el Botánico, muy cerca de la famosa estatua que tantas veces cantara Radio Futura en los años de la Movida. No habÃa mar, pero las palmas lejanas que se mantenÃan a salvo del frÃo y de la canÃcula mesetaria me ayudaban a endulzar la distancia y esa saudade canaria que viene de nuestra herencia portuguesa.
La danza de las palmeras cuando sopla el viento que amenaza con derribarlas demuestra que incluso en los peores momentos hay que apostar por la belleza como arma de defensa. La palmera sólo baila para defenderse del viento, y cada una de sus palmas improvisa una danza armónica y estéticamente sublime. Si se empeñara en comportarse como el viento para luchar contra él caerÃa irremisiblemente al suelo. A veces cae, pero lo hace con la dignidad que siempre conserva quien ha perdido sin traicionarse. Y además nosotros sabemos que no sólo el sauce es llorón: también las palmeras, recién mojadas por la lluvia o la tarosada, destilan lágrimas lentas. Algunas se condensan luminosas en támbaras y dátiles que contribuyen a que no perdamos la necesaria nostalgia atávica de los paraÃsos.
Las palmeras guardan entre sus sombras el eco de todos los pájaros luminosos que dejaron de arribar a estas costas cuando empezamos a confundir el paraÃso con los reclamos satinados de las agencias de viaje. Aquellos pájaros fueron los primeros que llegaron huyendo del frÃo del norte. Los palmerales conservan los ecos de aquellas tardes de trinos festivos cuando caÃa el sol entre el jable y la sombra negra de los volcanes. También sabemos que no es el junco la única especie que se adapta a los vientos y a los grandes desajustes meteorológicos. Los canarios siempre hemos sabido que son las palmeras las que se doblan desde mucho más arriba para no caer. Pero ahora nos toca a nosotros evitar que los picudos que hemos traÃdo desde muy lejos acaben echando abajo ese sueño. Ya no les vale sólo con haber aprendido a danzar para ganarle la batalla a los vientos.
CICLOTIMIAS
No olvides nunca que cuando lloras también estás escribiendo.
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MI BLOG: www.santiagogil.com
PUBLICADO EN CANARIAS7
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Modificado el ( domingo, 19 de mayo de 2013 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
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reportaje >> |
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O P I N I Ó N |
SOBRE LOS FUNCIONARIOS
Pedro Fernández Vicente
Como inicio de mi reflexión, tengo que decir que no soy funcionario. Me dedico al periodismo como profesión y no estoy en situación de excedencia de ningún ministerio, pero me parece indigno lo que 'algunos', y lo digo en tono despectivo, están haciendo en contra de una profesión como la de funcionario, aprovechando la propaganda gubernamental, para crear ese escenario necesario que le permita bajarlos el sueldo sin adhesiones populares, ni solidaridad. Una buena fórmula para no perder votos, que es lo que realmente le interesa. |
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