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mircoles, 25 de marzo de 2009 |
PSICOGRAFÍAS “Cualquiera de esas canciones inesperadas te puede salvar una mañana”
Músicos
Santiago Gil
Hace semanas que la calle Triana se ha convertido en un concierto azaroso que te lleva de Los Panchos a Vivaldi en unos pocos metros. Uno agradece la música en todas partes, pero sobre todo en la calle. Los acordes contribuyen a que las fieras que liberamos entre semana se serenen y recuerden que más allá de la hipoteca, de los compromisos ineludibles y de las metas que no alcanzamos está la música. Un bolero o una suite de Bach invitan a soñar y a partir lejos aunque sólo sea durante unos segundos. Hay un músico formidable que toca la viola, un grupo de jazz, un improvisado cantautor que se acompaña de violines y un par de jubilados que guardan la memoria de los boleros que se fueron escribiendo en la nostalgia de los viajes entre Cuba y Canarias.
El escritor Enrique Vila-Matas dice siempre que la literatura está llena de pasillos desconocidos que acaban coincidiendo milagrosamente en un mismo texto. La música también nos invita a viajar por esos caminos que sólo aparecen cuando suena un determinado acorde o alguien entona el bolero que se escuchaba de fondo en nuestro primer beso de amor. Apetece pasear por Triana a todas horas, pero la música le está dando una pátina de urbanidad que antes no tenía. No entendí nunca por qué se prohibía a los músicos cantar en la calle. En todas las ciudades del mundo a las que uno siempre sueña con volver hay una calle peatonal y luminosa en la que tocan canciones los músicos locales que optaron por la bohemia y por la necesidad de sentir de cerca que lo que interpretan llega a la gente, sobre todo a la gente de paso, que es siempre la más remisa y la más sorda cuando camina por la calle pensando en sus asuntos.
Vale la pena pararse unos minutos en Triana a escuchar una canción. Luego uno camina y se aleja mientras las melodías quedan atrás, como homenajeando cada uno de nuestros pasos perdidos. Pero sabes que puedes regresar cuando quieras, y si no volvieras te bastaría con cerrar los ojos y recordar unos acordes para salvar la distancia. Por eso se convierte en una aventura diaria maravillosa el paseo por cualquier calle del mundo que regale canciones inesperadas. No tiene nada que ver con los temas musicales que uno lleva elegidos de antemano para escuchar con los cascos. En la calle la música la escuchamos todos, nos sirve para salvarnos los unos a los otros del olvido y se democratiza el sonido y el recuerdo. Y además, si nos gusta, uno paga sobre la marcha lo que le apetece. No desdeño la música de los teatros ni las grabaciones de los grandes intérpretes. Tampoco las cambiaría por nada del mundo. Aquí hablamos de otra cosa, de una cercanía y de una complicidad que uno agradece cuando tiene que salir a la selva cotidiana de los lunes. Cualquiera de esas canciones inesperadas te puede salvar una mañana.
CICLOTIMIAS
No puedes adentrarte en el océano y salir indemne: la sal escuece siempre en los recuerdos.
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MI BLOG: www.santiagogil.com
PUBLICADO EN CANARIAS7
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Modificado el ( mircoles, 25 de marzo de 2009 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las Marías"
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reportaje >> |
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O P I N I Ó N |
Tradición y folclore se dan la mano en la Fiesta de Las Marías de Guía por Luis Miguel Arencibia
El tercer fin de semana de septiembre, el pueblo de Santa María de Guía celebra una de fiesta declarada en Canarias como Bien de Interés Cultural: La Rama en Las Marías. Es una “fiesta de agradecimiento” a la Virgen de Guía, que cumple más de dos siglos de vida. Allá, en el año 1811, los agricultores, ganaderos y campesinos de los municipios de Guía, Gáldar y Moya, tras sufrir un sinfín de calamidades (plagas de langosta, la fiebre amarilla, sequía…) subieron a la Montaña de Vergara y prometieron a su Virgen que, si daba fin a todas estas penurias, cada año celebraría una fiesta de agradecimiento por el milagro otorgado. Y, así, generación tras generación, Santa María de Guía celebra estas fiestas en honor a Las Marías, de la mano de los Mayordomos, los responsables de cumplir la tradición, así como de organizar, conservar la pureza y la devoción de este acontecimiento festivo y religioso.
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