Ciudad de Guia (Gran Canaria, Spain)

PSICOGRAFÃAS
â€œSiempre ha habido aplaudidores a sueldoâ€

La claque

Santiago Gil

Siempre ha habido aplaudidores a sueldo, paniaguados y prosÃ©litos. Forma parte de nuestra herencia mÃ¡s ancestral y repetida. No queremos andar solos por el mundo y no siempre hallamos un cariÃ±o sincero en el que refugiarnos. Antes, en los teatros, se contaba siempre con una tropa subvencionada que se encargaba de ensalzar o de echar abajo un montaje segÃºn el parnÃ© que pagara cada autor o empresario de la cosa teatral. Eran los tiempos en que el teatro era la ventana del mundo, mucho antes de que aparecieran el cine y la televisiÃ³n. Lo arreglaban todo en directo, a bastonazos o a insultos. Ahora somos mÃ¡s virtuales y mÃ¡s asÃ©pticos, y aquella claque decimonÃ³nica ha cambiado de tiempo y de lugar. Hoy los vemos en los mÃtines de los polÃticos, siempre detrÃ¡s del orador, agitando banderitas o aplaudiendo rabiosamente. Pero de dÃ³nde los sacan, cÃ³mo llegan a esos escenarios, en quÃ© momento decidieron convertirse en simples caras que otros ponen de fondo segÃºn las circunstancias y las necesidades del guiÃ³n.

Hace aÃ±os los polÃticos sÃ³lo aparecÃan en la tele cuando habÃa campaÃ±as electorales. Pero ahora es que hay campaÃ±as cada dos por tres, y cuando no las hay las buscan. Cada fin de semana se monta una cuchipanda mitinera en cualquier parte del paÃs para sacar al lÃder de turno en procesiÃ³n diciendo lo que quieren que sea noticia durante la semana. Por eso cambian la claque de fondo cada dos por tres. Un domingo tiran de los jÃ³venes, otro de los ancianos, y al siguiente de un grupo de inmigrantes. Todo eso lo han copiado de las campaÃ±as norteamericanas. Por aquÃ seguimos inventando lo mismo que en los tiempos de Unamuno. Los cerebritos de la cosa mediÃ¡tica lo Ãºnico que hacen es conectarse a la parabÃ³lica y hacer luego remedos de series, de concursos y tambiÃ©n de mÃtines con parafernalia de sermÃ³n de las Siete Palabras. Pero vuelvo a lo de antes, a esos comparsas que colocan detrÃ¡s de los oradores exaltados. CÃ³mo se sienten cuando les dicen que aplaudan o que agiten ufanos las banderitas. Siempre concentro la mirada en ellos porque hace tiempo que el lenguaje del que habla no me dice nada. Los que estÃ¡n detrÃ¡s, sin embargo, parece como si entraran en trance cuando escuchan que se va a terminar el paro o que subirÃ¡n las pensiones. Ellos creen que estÃ¡n consiguiendo los cinco minutos de gloria que decÃa Warhol. Salen en las fotos y luego les reconocen en el barrio y en la oficina. Pero la claque de antes se quedaba siempre del otro lado de la escena. Eran tiempos en los que se separaba claramente la realidad de la parafernalia manipuladora del teatro. Los que ahora aplauden no saben que son sÃ³lo figuras de cartÃ³n piedra que ni siquiera indultan del fuego del olvido y del ridÃculo, un simple atrezzo en la comedia bufa que se montan los polÃticos cada fin de semana.

CICLOTIMIAS

Inventaba nombres de mujer y luego se enamoraba de ellos secretamente.

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PUBLICADO EN CANARIAS7