Ciudad de Guia (Gran Canaria, Spain)

PSICOGRAFÃAS
â€œNos olvidamos que desatar el nudo era realmente lo mÃ¡s fÃ¡cilâ€

El nudo

Santiago Gil

Las repeticiones de los actos cotidianos suelen conducir al olvido. No valoramos los esfuerzos que tuvimos que hacer para aprender el abecedario o la tabla de multiplicar. En nuestra concepciÃ³n cada dÃa mÃ¡s egocÃ©ntrica de la vida, a veces nos llegamos a creer que venimos enseÃ±ados y con todos los manuales ya sabidos de antemano. Nos olvidamos de los maestros y de quienes aprendimos lo esencial de nuestra existencia. Por eso andamos hoy medio desorientados y sin saber quÃ© hacer. En lugar de preguntar a los abuelos, los encerramos en el olvido de una residencia. Nos creemos capacitados para superar todos los obstÃ¡culos, y no sabemos que lo Ãºnico que estamos haciendo es repetir los errores que cÃclicamente se han ido repitiendo a lo largo de la historia. Otras culturas mÃ¡s sabias y menos alocadas siempre han identificado la vejez con la sabidurÃa, sobre todo cuando se llega a esa vejez despuÃ©s de una vida dedicada a la cultura y al anÃ¡lisis, y con la sapiencia de que todo ha de conducir a algo tan esencial como es la bÃºsqueda de la felicidad.

De niÃ±os, siempre recordamos el dÃa en que nuestra madre nos enseÃ±Ã³ a hacer el nudo de los cordones de los zapatos. QuizÃ¡ Ã©se fuera uno de nuestros primeros momentos de libertad: ya no tenÃamos que esperar a que alguien anudara nuestros pies para salir a la aventura de la calle y de los juegos. Ahora nos amarramos los zapatos sin pensar en la tÃ©cnica ni en la dificultad de aquel aprendizaje lejano. Tampoco valoramos aquellos pequeÃ±os esfuerzos diarios de nuestros mayores. Nos creemos omnipotentes y ultratecnolÃ³gicos. No recurrimos a la mirada sabia de quien realmente sabe de quÃ© va esta comedia diaria. Los apartamos, los ignoramos o los dejamos a un lado en esta carrera frenÃ©tica que no deja tiempo para la pausa necesaria. En el fÃºtbol tambiÃ©n nos enseÃ±aron que si el juego andaba descontrolado, lo primero que tenÃamos que hacer era bajar el balÃ³n al suelo. SÃ³lo desde la serenidad y la quietud se podÃa empezar de nuevo con cordura. Lo mismo nos pasaba con la literatura. TenÃamos un planteamiento y un desenlace, pero en medio estaba el nudo del que dependÃa la historia. Ese nudo de los argumentos teatrales es el que ahora mismo estamos viviendo nosotros, pero creo que lo estamos enredando de tal forma que difÃcilmente encontraremos la manera de dar con un final creÃble. SÃ es verdad que jugamos con la ventaja de que nuestro desenlace definitivo no depende de nosotros, pero es una pena que pudiendo enredar bien nuestros dÃas prefiramos el caos del prepotente que no mira a la historia ni a sus mayores para poner algo de cordura en este juego de galimatÃas financieros. Nos olvidamos que desatar el nudo era realmente lo mÃ¡s fÃ¡cil. Incluso los nudos gordianos. Lo saben ellos; pero nadie les pregunta.

CICLOTIMIAS

Cada acorde sueÃ±a siempre con una sinfonÃa perfecta.

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PUBLICADO EN CANARIAS7