Ciudad de Guia (Gran Canaria, Spain)

Un relato del periodista guiense LuÃs G. JimÃ©nez
â€œEn casa oÃamos los disparos del caÃ±onero Arcilaâ€

JosÃ© Rivero GÃ³mez

â€œEn nuestra casa, en GuÃa, se oÃan los caÃ±onazos del Arcila. Para que me entiendas, la oficialidad de este barco se habÃa alineado el 17 de julio con los golpistas comandados desde el Gobierno Militar por Franco. Por eso, pocas horas mÃ¡s tarde, este caÃ±onero recorrÃa las aguas de la zona norte de nuestra isla. Y lo hacÃa para colaborar en la persecuciÃ³n de aquellos grupos de civiles, defensores de la Republica, liderados por Fernando Egea y Eduardo SuÃ¡rez, que luego serÃan fusiladosâ€.

Con estas evocaciones comenzaba sus recuerdos sobre lo acontecido el 18 de julio y los dÃas siguientes, el hoy jubilado periodista â€“natural de GuÃa- LuÃs GarcÃa JimÃ©nez. En sus palabras -fruto de un reciente encuentro con quien esto escribe por la zona comercial de Triana-, observÃ© que no traslucÃa rencor alguno sobre lo acontecido hace ya tantos aÃ±os. De tal manera que, con breves pausas en sus narraciones, no utilizaba adjetivos descalificativos hacia quienes tomaron parte a favor del bando golpista. Simplemente se ciÃ±Ã³ a contar, con sus vivencias de aquellos dÃas -y con la veteranÃa de su oficio de periodista- la verdad de lo ocurrido en Gran Canaria.

â€œEn mi caso en particular, te digo que nosotros, mi familia, vivÃa al final de la calle del Agua. Y fue allÃ donde entraron los falangistas a detener a mi padre, Manuel GarcÃa AlemÃ¡n, piloto de barco de profesiÃ³n y militante activo del partido socialista. Digo del partido socialista de aquellos tiempos, que por supuesto poco tiene que ver con el rumbo del actual. Pero ese es otro temaâ€¦â€

Tras una nueva breve pausa, motivada en parte por las personas que se le acercaban para saludarlo, volviÃ³ LuÃs a la carga. â€œAÃºn recuerdo, como si fuera hoy, la entrada en casa de cerca de veinte personas, como te digo vestidos de falangistas, que portaban fusiles y ametralladoras. No creo necesario hablar sobre el revuelo que se formÃ³ en la vivienda familiar. Total que se llevaron a mi padre, al que luego tardarÃamos dos aÃ±os en volverle a ver".

Cuando le preguntamos sobre lo acontecido en esos veinticuatro meses siguientes a la detenciÃ³n de su padre, GarcÃa JimÃ©nez fue muy explicito en su relato: â€œMi madre tuvo que hacer un gran esfuerzo, primero para localizarle y, ya mÃ¡s tarde, para visitarle en los campos de concentraciÃ³n de la Ã©poca; primero lo encerraron en La Isleta y luego en el de Gando. Ten en cuenta- aÃ±adiÃ³- que toda mi familia era natural de GuÃa y que allÃ vivÃamos cuando estallÃ³ la guerra. En nuestro caso la lejanÃa jugaba en contra nuestra, y de ahÃ los esfuerzos, con mi padre detenido, que tuvo que hacer mi madre y el resto de sus parientes mÃ¡s prÃ³ximos, para sobrevivirâ€.

Acto seguido requerÃ a LuÃs para que contara lo que pasÃ³ en los aÃ±os posteriores a la detenciÃ³n de su padre. Y asÃ se expresÃ³: â€œBueno, lo primero fue el consejo de Guerra al que le sometieron, del que saliÃ³ con una condena de treinta aÃ±os. El fiscal, del que quiero olvidarme su nombre y apellidos, ocupÃ³ despuÃ©s un importante cargo polÃtico en el Ayuntamiento de Las Palmas. Pero dejÃ©moslo de lado. SÃ te puedo contar que aÃºn tengo in mente las visitas que le hacÃamos a mi padre al campo de concentraciÃ³n de La Isleta. Yo acompaÃ±aba a mi madre y a un hermano de ella. Es difÃcil olvidar, como te supondrÃ¡s, las emociones que de parte y parte se producÃan en aquellos encuentrosâ€.

Con una memorizaciÃ³n casi perfecta de lo sucedido en su entorno, LuÃs puso fin a la primera parte de este encuentro, con las siguientes palabras: â€œMi padre se pasÃ³ cinco aÃ±os en los campos de concentraciÃ³n y demÃ¡s estÃ¡ decirte que no lo rehabilitaron en su profesiÃ³n de piloto de una compaÃ±Ãa naviera, en concreto de la Transmediterranea. El sÃ se rehabilitÃ³ por sus propios medios, pero trabajando para otra naviera. Y asÃ fuimos tirando. El resto de mi historia ya la conocesâ€.

Total que despuÃ©s de esta charla, donde no faltaron -como no podÃa ser de otra forma- evocaciones a los momentos polÃticos y econÃ³micos actuales, pusimos fin a nuestro encuentro con la firme promesa de volver a encontrarnos. Por mi parte lo hice envuelto en muchas preguntas sin contestar acerca de LuÃs y su familia. Interrogantes que hoy, pocas fechas mÃ¡s tarde, vuelvo a hacerme: Â¿Por quÃ© nadie ha rendido un homenaje de rehabilitaciÃ³n a Manuel GarcÃa AlemÃ¡n? Â¿No estarÃ¡ GuÃa en deuda con LuÃs GarcÃa JimÃ©nez? Â¿Acaso cuesta tanto poner a las personas en sus justos sitios, esos que la otra historia de la Guerra Civil no ha contado? Â¿Vale los nombres de unas calles? Â¿De unas plazas? Â¿Una publicaciÃ³n? Â¿Un pÃºblico homenaje?...