Ciudad de Guia (Gran Canaria, Spain)

PSICOGRAFÃAS
â€œDetrÃ¡s de cada uno de ellos hay una historiaâ€

La soledad

Santiago Gil

La llevo viendo hace varias semanas. DÃa tras dÃa me la encuentro sentada en un banco con la mirada perdida. Siempre lleva la misma ropa y siempre estÃ¡ igual de triste y de ensimismada. Nadie sabe cÃ³mo ha llegado hasta aquÃ, ni de dÃ³nde viene, ni dÃ³nde ha pasado la Ãºltima noche, en quÃ© portal, debajo de quÃ© puente o en quÃ© calle atiborrada de coches silenciosos. Uno se imagina un mal de amores, una fuerte depresiÃ³n o el acercamiento a las drogas. Pero nadie se acerca a ella para preguntarle por su vida y por las causas que la han terminado arrastrando por el escotillÃ³n de la marginalidad.

Sigue ahÃ, cada maÃ±ana, levantando ligeramente la mirada cuando pasas a su lado, pero siempre silenciosa y abstraÃda, como habitando otros mundos alejados de este mundo de bocinazos, prisas y carreras alocadas. Cada vez hay mÃ¡s, y nosotros, que algÃºn dÃa podrÃamos llegar a ser cualquiera de ellos, nos acercamos cada vez menos. Nos han enseÃ±ado a seguir adelante sin mirar atrÃ¡s o a los lados. No nos dejan detenernos, y si no paramos ellos no tienen ninguna posibilidad de salir adelante. Les falta la mano amiga o la instituciÃ³n que ofrezca alguna esperanza, una mÃnima esperanza, algÃºn atisbo que les permita salir de la calle y del aislamiento al que los sometemos a diario. DetrÃ¡s de cada uno de ellos hay una historia. Nadie nace yonqui, o borracho, o mendigo desnortado que termina hablando solo por las calles. Hay un largo camino de mal fario, poca suerte o falta de ilusiones. Los canarios nunca hemos sido arrolladores ni trepas sin escrÃºpulos. No nos han ido las carreras alocadas y el mirar para otro lado cuando alguien sufre o estÃ¡ extraviado en la calle. Yo me acerquÃ© y ella me pidiÃ³ dos euros. Le dije que no llevaba nada suelto, pero ambos notamos que se habÃa roto ese silencio condenatorio con el que maltratamos a los que se van quedando atrÃ¡s. A los dos dÃas me la tropecÃ© de nuevo y le di los dos euros sin que me los pidiera. No le preguntÃ© para quÃ© los querÃa. No tenÃa pinta de estar metida en la droga o de beber hasta caerse en los abrevaderos abyectos de la madrugada. No sÃ© cÃ³mo se llama, ni de dÃ³nde viene, ni cuÃ¡les son sus sueÃ±os. No tiene pinta de querer hablar con nadie. SÃ³lo te mira y te atraviesa con unos ojos tristes que llevan una pena lejana. EstÃ¡ sola, completamente sola. Otros tambiÃ©n andan solos en sus casas, en mitad de los centros comerciales o en las plazas atestadas de familias con niÃ±os los domingos por la maÃ±ana. No pido milagros, pero sÃ querÃa recordarles que existen y que estÃ¡n al lado de todos ustedes. SÃ³lo hace falta abrir los ojos para verlos. La mayorÃa de ellos se conformarÃa con un par de palabras.

CICLOTIMIAS

Las polillas que ahora matas despreocupadamente y sin esfuerzo serÃ¡n las que acaben devorando la madera de todos tus sueÃ±os.

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PUBLICADO EN CANARIAS7