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lunes, 01 de septiembre de 2008 |
PSICOGRAFÃAS “Este es nuestro verano de cada verano†Alisios
Santiago Gil
Me dices que estás harta de la panza de burro y del color otoñal que tienen las calles y los celajes, o que desearÃas estar en Maspalomas bajo un cielo azul radiante y un sol que te recuerde todo el tiempo que es verano. Todos los años me vienes con la misma cantinela meteorológica y teclosa, y también me cuentas que no volverás más a Las Canteras en julio y en agosto, que la ciudad está como dormida y que parecemos portugueses nostálgicos de fados y neblinas. Y yo cada verano te respondo lo mismo. Primero trato de explicarte el fenómeno de los alisios y luego acabo dejándote por imposible con tus idealizados cielos caribeños y con el reclamo, casi siempre mendaz, del catálogo de la agencia de viajes. Este es nuestro verano de cada verano, y el dÃa que nos falte nos daremos cuenta de cuánto le debemos y de lo afortunados que hemos sido por no estar achicharrados bajo una canÃcula que te deja sin oxÃgeno, sin fuerzas y con las entendederas fuera de juego durante varias semanas. Necesitamos estas sombras para mantener nuestras neuronas a salvo.
En media hora puedes salir a buscar la luz y el cielo azul hacia las cumbres o hacia el sur de la isla, pero mientras trabajas y caminas por las calles de Las Palmas de Gran Canaria no te ves asaltado por un sol de justicia que te terminarÃa sacando incluso de la playa. También precisamos de la bendita panza de burro para mantener viva esa melancolÃa de los muchos ancestros portugueses que corren por nuestras venas. Es parte del color de nuestra infancia y de la memoria de nuestros viejos, y además le da un aire londinense o dublinés a nuestros horizontes. No dura todo el año. Ya luego, en plenas navidades, o disfrazados en febrero cuando toda Europa se congela, nosotros tenemos ese azul cobalto e intenso que nos vuelve vitalistas, bullangueros y festivos. El verano, en nuestro caso, es un respiro necesario que no nos agobia ni nos tiene soñando con sombras que nos salven del insoportable calor que otros encuentran en la calle. Todos hemos renegado alguna vez de los alisios, sobre todo los domingos, o en las vacaciones de la adolescencia; pero luego, si has vivido en algunas ciudades mesetarias o meridionales de la PenÃnsula, es lo más que añoras de los estÃos isleños. Ese mar de nubes que nos salva de la canÃcula nos lo llevaremos puesto a todas partes mientras vivamos. No serÃamos los mismos sin esos dÃas que nos vuelven un poco filosóficos mirando los brumosos horizontes portuarios. Lo fácil serÃa maldecir su presencia, pero tú y yo sabemos que sin esas nubes grises que nos resguardan no serÃamos quienes somos. Siempre ha sido asÃ. Lo otro no son más que postales engañosas que nada tienen que ver con nuestro verano.
CICLOTIMIAS
Son las tristezas del alma las que oscurecen la tarde. Las nubes siempre terminan pasando.
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PUBLICADO EN CANARIAS7
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Modificado el ( lunes, 01 de septiembre de 2008 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
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reportaje >> |
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O P I N I Ó N |
ESPEJISMO CON LA ROJA
Por Erasmo Quintana
La práctica del fútbol profesional, bien entendida, es más que un
deporte. Para empezar es un estado de ánimo, es psicologÃa, es
disposición, es confianza colectiva. La selección nacional española, la
“Rojaâ€, alcanzó los triunfos que la hicieron campeona de Europa primero
y campeona del Mundo después porque en sus mochilas los jugadores
llevaban algunas de las condiciones apuntadas, a las que sumó seriedad,
rigor, modestia y trabajo, mucho trabajo. Y fe siempre en la victoria. |
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