|
lunes, 04 de agosto de 2008 |
PSICOGRAFÃAS “Fuimos felices habitando un trozo de paraÃso†La Rama
Santiago Gil
Uno no abandona nunca los lugares en los que ha sido feliz. Te quedas en las pupilas de un primer amor, en las canciones que entonabas junto a los improvisados amigos de las fiestas de verano o en cualquier orilla que reflejara la alegrÃa desbordante de tus diecisiete años. Dice el adagio que uno es del lugar en el que estudió el Bachillerato. Lo suscribo, entre otras cosas porque en esos años vamos descubriendo las claves del juego de vivir con todas sus luces, y con las malditas sombras que ya desde entonces se empeñaban en nublarnos lo que para nosotros era una fiesta interminable. Pero también somos de los veranos de la adolescencia y de la primera juventud, de cada uno de aquellos dÃas estivales en que fuimos dejando escritas muchas de las mejores páginas de nuestra vida. Eso es algo que descubres luego, cuando pasa el tiempo y asumes que son pocas las sensaciones que disfrutas con la bendita inocencia aventurera de aquellos años. Cada dÃa que pasa nos volvemos más teclosos, más tristes y más pusilánimes. Y también asumimos que todo es cÃclico, y que más tarde o más temprano termina la fiesta y vuelve la rutina y la resaca de una mediocridad cada vez más insoportable.
Pero en mis veranos, sobre todo en los primeros dÃas de agosto, no le dábamos tregua al hastÃo. Año tras año nos juntábamos en Agaete una pandilla de soñadores que con el tiempo nos reconocemos casi como hermanos. La Rama era parte de la fiesta. Desde el primer acorde mañanero del 4 de agosto todo se volvÃa diversión y baile desaforado junto a los papagüevos de Chachá, Cristo, Maggie o Faneque. Nosotros, además, tenÃamos la suerte de conocer la cara humana de cada uno de esos papagüevos; desde la inolvidable Maggie, que en su dÃa dejó el New York Times para disfrutar de cada minuto de vida en el paraÃso culeto, hasta el bueno de Chachá cuando montaba sus improvisadas verbenas nocturnas de canciones y de bailes en las calles del pueblo. Aunque no volvamos a Agaete, en unas horas todos nosotros estaremos pendientes del volador y de La Madelón. Nos basta con cerrar los ojos e imaginar el cielo azul, el verde intenso de las ramas y el blanco recién encalado de las casas. Lejos de las islas, ése ha sido siempre uno de mis recuerdos salvadores cuando quiero evocar el paraÃso del que provengo. Pero no nos dio resultado lo de agitar las ramas en la orilla. No hubo milagro que venciera al deterioro del tiempo y de la especulación. Un buen dÃa nos encontramos un antiestético dique de hormigón robándonos el horizonte. La fiesta ya no acababa como antes, con el mar inmenso delante de nuestros ojos y el sol cayendo majestuoso al lado del Teide. Ahora sólo nos quedan unos cuantos acordes para recordar que un dÃa fuimos felices habitando un trozo de paraÃso. Por eso me imagino que necesitamos seguir bailando.
CICLOTIMIAS
El vino, antes de ser vino, es un lÃquido espantoso. Date tiempo.
Esta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla
PUBLICADO EN CANARIAS7
|
Modificado el ( lunes, 04 de agosto de 2008 )
|
|
ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
Ver
reportaje >> |
|
|
|
O P I N I Ó N |
EL VALOR DE LAS COSAS Y EL ESFUERZO DE LAS PERSONAS
Antonio Aguiar
Hoy más que nunca los guienses debemos romper una lanza en favor de lo Público. Corren malos tiempos para la PolÃtica. ¿Serán posibles en el futuro iniciativas públicas como la que ayer hemos presenciado con la reapertura del Teatro-Cine Hespérides? ¿Disfrutarán las futuras generaciones de nuevas infraestructuras colectivas de esta envergadura?
|
Leer más...
|
|
|