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sábado, 22 de marzo de 2008 |
Primavera por Javier Estévez A
veces siento que llego tarde a todo. Y este año he prolongado ese
sentimiento con la primavera. Sucede que durante este invierno, yo he
dudado de la primavera. La hemos ninguneado tanto que cualquier diccionario
de la lengua española tendrÃa que incluir la siguiente acepción:
estación de tránsito entre el invierno y el verano. Sala de espera del
estÃo.
Sin embargo, entre mis dudas, florece la siguiente pregunta: ¿hay mayor manifestación de la vida que la primavera? No deja de ser significativo y hasta sintomático que el dios de los cristianos muriera y resucitara durante la primavera. El triunfo definitivo de la vida sobre la muerte tenÃa que ocurrir durante esta estación; los dioses sólo renacen en la primavera. Con la primavera se inicia el tiempo de la recolección. Es un regreso involuntario a nuestra condición primaria y salvaje. ¡Cuánto placer hay en el primitivo acto de subirnos a un árbol, escudriñarlo, escoger una de las piezas que nos ofrece y consumirla inmediatamente! Lo mismo se siente cuando comemos con las manos. En ese momento aparcamos nuestros nombres particulares para sacar a flote el Homo sapiens colectivo y feroz que aún portan nuestros genes. Es el instinto animal que, sorprendentemente, aún nos sobrevive. Y asà nos vemos devorando fresas, nÃsperos, guayabos, ciruelas o los plátanos mayeros paridos en cualquier finca que sobreviva a este tiempo de incrédulos.
No estoy seguro, pero yo creo que el pasado 16 de febrero a las seis y cuarto de la mañana el canto bohemio y enigmático de un túrdido anunció la llegada de la primavera. La primavera es algo más que una estación. Es el tiempo que sucede cuando algo está en su mayor vigor y hermosura. Las aves son las principales beneficiadas de la explosión que supone la nueva estación. Toda su actividad sexual se concentra en este periodo. El canto arrebatado de un capirote, de un linacero, o de un canario de monte transporta serotoninas que mejoran el estado de ánimo y la lÃbido de la hembra. El incremento de horas de luz aumenta a su vez el apetito sexual. Las tórtolas hacen de tortolitos y se cortejan en los pretiles de las azoteas y en las ramas quebradas de los laureles. El otro dÃa leà una iniciativa para eliminar las tórtolas de nuestros parques. Seguro que el que la concibió hace tiempo que ni copula ni cree en el amor. Malos tiempos para la pasión.
La resurrección no es patrimonio exclusivo de los dioses. Las abejas salen de la colmena para realizar los llamados vuelos de purificación, durante los cuales expulsan los excrementos acumulados en el interior de su cuerpo durante todo el invierno, se desperezan y resurgen para inspeccionar los campos y pecorear. Son las mamporreras de las flores. La libación no deja de ser una felación en toda regla del reino animal al reino vegetal. La manifestación sexual de las plantas reside en la floración. Sin flores no hay paraÃso. Ni primavera, evidentemente. Es difÃcil percibir la primavera. El otoño llega con sus lluvias. El invierno acuchilla con sus frÃos. El verano se dilata con sus ardores. Pero ¿y la primavera? ¿Dónde está el azahar prometido de los naranjos, la flor quimérica que exhiben las madreselvas, o los arroyos que se precipitan desde las montañas ahogados en su propio caudal? La primavera se ha convertido en un acto de fe. Da la sensación que sólo habita en los termómetros. Las praderas se pueblan de grúas ciclópeas que apuntan a los cielos en vez de catervas de amapolas que ensangrienten el paisaje. La ciudadanÃa se manifiesta en aras del progreso, de la civilización. Queremos más derechos pero menos deberes. En este exigente escenario, nadie protesta por la degradación de la primavera. Esta civilización no cree en la primavera. No la necesita. Sin embargo, una minorÃa silenciosa aún recita el credo del poeta: nos podrán quitar las flores, pero no la primavera.
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Modificado el ( miércoles, 26 de marzo de 2008 )
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FUERA DE JUEGOPor Santiago Gil
Me ha pasado muchas veces a lo largo de la vida. Un buen
dÃa te ves en una ciudad extraña o en la sala de embarque de un
aeropuerto y te preguntas qué estás haciendo y hacia dónde estás
conduciendo tus pasos cada vez más apurados y estresantes. Pero también
te pasa al lado de tu casa, o cuando la muerte te golpea de cerca, o en
esos dÃas que amanecen tristes incluso antes de que tú despiertes y
entres a formar parte de la comedia diaria. |
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
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V Ã D E O S - D E - 2 0 0 8 |
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CRÓNICAS DEL AYER |
A treinta años del fallecimiento de Mr. Leacock
Por Augusto Ãlamo Suárez, Ingeniero agrÃcola, y Sergio Aguiar Castellano, Archivero Municipal de GuÃa Cuando el empresario agrÃcola, David J. Leacock, popularmente conocido como Mr. Leacock, fallece el 22 de abril de 1980, hace ahora treinta años, desaparece una de las figuras más destacadas y emblemáticas de la historia de la comarca norte de Gran Canaria en el siglo XX.
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LA MUESTRA ESTARÃ ABIERTA HASTA OCTUBRE Leacock, Harris y Douglas, memoria imborrable de la agricultura canaria
Amado Moreno
Con una singular y lograda exposición abierta anoche en la Casa de la Cultura, el ayuntamiento de GuÃa rinde justo homenaje estos dÃas a tres destacad,os empresarios ingleses del pasado: David J. Leacock, Douglas Charles Fenoulhet y Anthony Harris. Avanzado el siglo XIX y después en el XX, los tres fueron decisivos en el impulso del cultivo y exportación de plátanos y tomates canarios.
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Centenario del Hospital de San Roque
Pedro González-Sosa Cronista oficial
Se
celebra el lunes 10 de agosto, dentro de los actos del programa preparado
por el ayuntamiento con motivo de sus fiestas patronales, el primer
centenario de la implantación en GuÃa de Gran Canaria del que constituyó
el también primer hospital allà abierto para el servicio no solo de la
población guiense sino de aquella zona.
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