Inicio arrow Prosa arrow Reflexiones arrow Invierno. Javier Estévez Ciudad de Gua, 13 de octubre de 2024

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lunes, 07 de enero de 2008

                      

INVIERNO


Javier Estévez


        El invierno no comenzó oficialmente el pasado veintidós de diciembre. Lo hizo unos días antes, cuando floreció el único ejemplar de oro de risco que sobrevive en los riscos indómitos del barranco de Salinas. No hay seres vivos más sensibles a los cambios de estación que las plantas, y el oro de risco (Anagyris latifolia), especie que se ahoga en el mar de la extinción, celebra con sus pétalos dorados la llegada del invierno.

Sigue ausente el alisio. El frío y la oscuridad, con sus cuchillos y sus sombras, abrazan a las ciudades y sus calles. Al igual que el oro de risco, la nostalgia y la melancolía también florecen con el invierno. Y hace tiempo comprendí que los ángeles sólo mueren en estos días que se suceden.

 

Sin embargo, la naturaleza sigue con sus taquicardias y sus celebraciones. La vida no espera a nadie. Las noches comienzan a menguar y el sol abandona su timidez de otoño para alargar su elipse irremediable. En invierno se estremecen más que nunca las estrellas y sus luces. Durante las noches invernales tiritan sobre los tejados las doce estrellas más brillantes del firmamento: Sirio, Arturo, Vega, Capela, Rígel, Proción, Betelgeuse, Altair, Aldebarán, Antares, Espiga y Pólux. Con unos prismáticos rudimentarios también se pueden ver las lunas más brillantes e inimaginables de Júpiter y se puede hacer un recorrido por la franja estrellada que ahoga a la Vía Láctea. Sólo durante el invierno el cielo nos regala una estrella cada noche.

 

 Y sólo durante el invierno el verde alcanza al mar. Las laderas pedregosas y desérticas se disfrazan, con las lluvias, de prados esporádicos y nos invitan a tumbarnos sobre ellos para ver pasar el cortejo de nubes desplegadas sobre imaginarias líneas de combate, como férreos navíos. Y sus vientos, que arrastran desde Europa cientos de aves repelentes al frío continental y sus extensiones. En los bajíos y sus plataformas de lavas domadas se instalan silenciosamente chorlitejos, zarapitos trinadores, vuelvepiedras o andarríos.

 

Mientras escribo estas líneas, los almendros copulan dionísicamente sin pausas ni dilaciones y hacen del invierno su primavera, cumbre de su amor cenital. En el barranco del Calabazo, donde la tierra se arruga tímidamente, unas decenas de barbusanos descienden de las fisuras inalcanzables a los campos de cultivo abandonados y olvidados. El bosque recupera sus dominios gracias al sueño urbano y concupiscente del hombre. 

Pero regresemos al incendio verde, donde pasta Pantagruel con sus ovejas. Hay tanto verde para tan poco animal, que éstas deberían salir con tupperware porque no está el mundo para sobras. Son tan extrañas hoy en día las ovejas en el paisaje que en unos lustros alguna agencia avispada organizará excursiones y expediciones a cortijos y dehesas buscando un insólito animal rumiante ungulado cuadrúpedo, hembra de la especie Ovis aries.

 

Nosotros somos rumiantes como las ovejas, pero a diferencia de éstas, nosotros no regurgitamos alimentos, sino pensamientos. A fuerza de rumiar pensamientos y recuerdos el vértigo lo invade todo, cantó el poeta Kavafis. Es entonces cuando llega el invierno temido y verdadero con sus herramientas y sus miedos. Por eso, los ángeles sólo mueren en invierno.

Enero de 2008.



Modificado el ( lunes, 07 de enero de 2008 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Marías"

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O P I N I Ó N

REFLEXIÓN SOBRE EL LITORAL DEL NORTE GRANCANARIO

La costa de los espejos rotos

Por Juan Luís Monzón Verona
Arquitecto urbanista

 

HOMENAJE AL INGENIERO ENRIQUE COPEIRO

 

Hace varias semanas asistí a las exposiciones de la Bienal de Arte de Venecia 2011. Tras muchas visitas a diversos pabellones y ya cansado por la repetida decepción de las no propuestas, encontré en el Pabellón Coreano en el que exponía el artista mediático Lee Yong-Baek, su obra “Espejo Roto”, interesante y sorprendente demostración de las tendencias en video arte, que relataba en pantallas que simulaban espejos, roturas ruidosas e impactantes a los sentidos, y entre sus múltiples lecturas además de su mero disfrute, trata de la compleja relación que existe entre la realidad y la ilusión lo que invitaba a hacer una reevaluación y reflexionar.

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