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miércoles, 14 de noviembre de 2007 |
PERDER LA CABEZA
Erasmo Quintana
Estos recientes y horrendos casos en que los más indefensos de nuestra sociedad son las vÃctimas, ¿es un fenómeno propio de nuestros dÃas? ¿Tendrá algo que ver la proliferación de los teléfonos móviles, hoy al alcance también de los niños, o ese monstruo de siete cabezas que es Internet, pues se mete en los hogares y está al alcance de todos? La pederastia -relaciones homosexuales de hombres con niños-, ¿es algo que siempre ha estado ahÃ, bajo la sutil superficie de una retorcida mente humana, pronto a manifestarse en cuanto alguien puede perder la cabeza? Como el asesinato de las mujeres por sus “queridos†maltratadores, el abuso a los menores se está convirtiendo en una terrible plaga y en una moda lamentable. No hay dÃa en que no nos informen de un nuevo caso de pedofilia; ahora mismo en que les estoy hablando de este tema, el televisor que se encuentra a mi espalda me da la noticia de un nuevo desalmado, esta vez de Ciudad Real, que tenÃa por costumbre llenar de niños su casa, con los que supuestamente daba rienda suelta a su enfermiza lascivia, y los comentarios de los crÃos afirmando que tenÃa por costumbre ponerles “pelÃculas guarrasâ€; el pollo está en prisión, pendiente de ser juzgado. La pasada semana este mismo periódico daba cuenta de dos lamentables sucesos de este jaez bochornoso, ya sancionados por la justicia. A unos parecerá poca la pena que se impone y a otros la adecuada, porque de lo que se trata –piensan- es de hacerles ver que lo hecho es punible y que la sociedad, sentándolos en el banquillo, lo que pretende es mentalizarlos para que jamás vuelvan a su acción transgresora de la libertad de los demás, siendo ésta mucho más grave al tratarse de menores. Es necesario sin embargo perdonar la debilidad humana, ese instante funesto en que personas que nos parecen de lo más serias y respetuosas, pierden la cabeza, y es por lo que, en la lÃnea de Concepción Arenal, repetimos con ella lo de “Odia el delito y compadece al delincuenteâ€. Desde un punto de vista más humano si se quiere, traer aquà lo que ya hemos dicho en otra parte, y es: los posibles errores que hayamos podido cometer en nuestra vida son lo que nos hace ser comprensivos con los errores de los demás.
Erasmo Quintana
Publicado en LA PROVINCIA del 7 de noviembre de 2007.
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Modificado el ( miércoles, 14 de noviembre de 2007 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
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O P I N I Ó N |
La ciudad y el municipio
Javier Estévez
No es lo mismo una ciudad que un municipio. Basta asomarse a un diccionario (o al sentido común) para saber que la primera es un conjunto edificado más o menos bien delimitado mientras que el segundo término apela o evoca exclusivamente al ordenamiento jurÃdico. Digo esto porque creo que hay un error o una confusión que debe aclarase sobre la denominación de la ciudad y del municipio donde vivo.
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