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viernes, 01 de diciembre de 2006
Manuel González Sosa

En el año 1958, Manuel González Sosa fundó en Las Palmas una colección poética que, aun teniendo en cuenta su vida efímera, ocupa un lugar decisivo en la poesía de la última posguerra. Gracias a los Pliegos de San Borondón -tal era su título- accedió a la vida pública un grupo de jóvenes poetas que, andando el tiempo, se convierten en nexo fundamental entre la poesía de posguerra propiamente dicha y las jóvenes generaciones de poetas nacidos a partir de los años cuarenta.


En el año 1958, Manuel González Sosa fundó en Las Palmas una colección poética que, aun teniendo en cuenta su vida efímera, ocupa un lugar decisivo en la poesía de la última posguerra. Gracias a los Pliegos de San Borondón -tal era su título- accedió a la vida pública un grupo de jóvenes poetas que, andando el tiempo, se convierten en nexo fundamental entre la poesía de posguerra propiamente dicha y las jóvenes generaciones de poetas nacidos a partir de los años cuarenta. San Borondón dedicó sus entregas a Felipe Baeza, Arturo Maccanti y Manuel Padorno, escritores que con el propio González Sosa abandonarán la rigurosa dictadura de la poesía testimonial inmediatamente anterior (que, en cierto modo, también ellos cultivaron) y, sin abdicar del compromiso directo con la historia que aquélla había asumido, ni rechazar tampoco su característica expresividad (la urgencia, la solicitud, los interrogantes fundamentales de la existencia...), se esforzarán por imponer a su obra una mayor exigencia reflexiva, una mayor serenidad, y operar con el lenguaje desde una posición abiertamente experimental, si bien no todos lo hacen con la misma intensidad. En estos poetas debe destacarse, por encima de toda otra cosa, la superación de la contingencia inmediata de los temas y la voluntad metafísica que alienta en su escritura; la dimensión más profunda y abarcadora que encierran sus acercamientos a la realidad; el individualismo, en fin, del que todos parten para avanzar -en un proceso explícitamente conceptual- hacia una plenitud solidaria derivada de la cada vez más exigente exploración de su tiempo y de su lenguaje. Una poesía que acepta el reto de la historia, pero que no renuncia por ello -todo lo contrario- a una perfección estética cada vez más exigente. A esto se refiere Ventura Doreste cuando, al hablar de Manuel Padorno, diga que para contar -para desarrollar narrativamente su discurso poético- el poeta «acude a lo significativamente lírico y utiliza un procedimiento de eliminación y potenciación, con lo cual se acrece la intensidad emotiva». Para añadir inmediatamente que Padorno «no describe con fiel objetividad lo que ve, sino que elige intuíciones y palabras, construye un verso admirable». Procedimientos todos ellos, como se ve, que exigen una dejación de lo inmediato, de lo propiamente narrativo, para favorecer la dimensión poética, trascendente, de la palabra; que exigen igualmente un esfuerzo intelectual sobre el lenguaje y sobre el poema como unidad significativa y estructural. Eliminar, elegir, dar intensidad nueva a la palabra, dejarse poseer de las intuiciones; el poema como ámbito de expresión lingúística que resulta ser, de esa forma, un ámbito de exploración de la existencia. Poesía conceptual más que comunicativa, pero nunca insolidaria; poesía -como escribe Miguel Martinón- «como medio aventurado de indagación y conocimiento».

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Modificado el ( viernes, 22 de agosto de 2008 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Marías"

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V Í D E O S - D E - 2 0 0 8
 
R E P O R T A J E S


Datos para la historia de la Atalaya de Guía


Por Sergio Aguiar Castellano y Javier Estévez Domínguez

Señala el profesor Lobo Cabrera en su estudio “Atalayas en Gran Canaria en el siglo XVI” (Revista El Museo Canario nº LX, 2005), que la figura del atalaya o atalayero está recogido en las Partidas de Alfonso X el Sabio, donde es descrito como: “[…] atalaya son llamados aquellos hombres que son puestos para guardar […]
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CABALGATA DE CARROZAS 2012

FOTOS DE INFONORTEDIGITAL.COM
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Guía cumple en 2013 dos siglos de partido judicial con el temor a su desaparición

Alexis González

Ni un operador ve beneficio alguno a su anexión por la capital de la isla - Solo un "ahorro de cinco sueldos" y muchos gastos a la hora de trasladarse a LPGC. Santa María de Guía es uno de los partidos judiciales del Reino de España con la soga al cuello. La reestructuración del territorio anunciada y posteriormente matizada por el Poder Judicial español (CGPJ) coloca a la cabecera histórica de la Administración de Justicia en el Noroeste de Gran Canaria en primera línea de fuego para ser anexionada por la capital de la isla.
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