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miércoles, 03 de octubre de 2007 |
EL ARCO IRISMúsica de Papagüevos II Santiago Gil
Un buen dÃa apareció el arco iris. FrÃo en los huesos, calles mojadas, resol en las fachadas de algunas casas y aquella sensación de apego absoluto a la naturaleza. Levantabas la vista y te encontrabas el semicÃrculo festivo coronando todo el cielo del pueblo. Uno se sentÃa entonces un tipo casi mitológico. Y preguntaba cómo nacÃa el arco iris, de dónde venÃa y por qué se diluÃa hasta desaparecer en unos pocos minutos. Hay una foto fija con reflejos de color que se me ha grabado para siempre. No creo que nadie sea inmune al paso del arco iris, sobre todo del primer arco iris. Forma parte de esos milagros que quizá no valoramos en su justa medida. No es un dibujo del hombre ni tiene que ver con el avance de la ciencia. Lo crea la propia naturaleza partiendo de la nada. Colorea nuestros celajes y de paso acaba vistiendo de technicolor nuestros propios recuerdos.
Siempre me ha resultado surrealista esa combinación de lluvia y sol que precede a los arco iris. Esté donde esté siempre lo busco tratando de recuperar aquella luz primera que tanto marcó nuestra noción de la belleza. Lo he visto en muchas ciudades del mundo, arco iris inmensos, desafiantes y algunos casi milagrosos. Pero ninguno puede ser comparado con el que un buen dÃa nos cogió por sorpresa en las calles del pueblo. Nos quedamos marcados para siempre por esas primeras luces de colores que iluminaron nuestros juegos y nuestros atónitos ojos siempre expectantes y atentos a todos los milagros que acontecÃan a su alrededor.
Aún tenemos mucho que aprender de la naturaleza. De entrada, deberÃamos asumir cuanto antes la naturalidad con la que pasan las estaciones, sin estridencias ni grandes alharacas, lo mismo que esa mezcla de fuego y agua que precede al arco iris. Cuentan que quien lo ve se aproxima a la suerte o al final de los malos tiempos. Creo que viene de Noé y del diluvio universal. En el fondo no hemos cambiado mucho desde entonces, y a pesar de las estaciones espaciales y el internet seguimos siendo igual de vulnerables a las inclemencias del tiempo o del destino. Recuerdo las grandes granizadas de la infancia, las calles con piedras de hielo por todas partes, y aquel sueño recurrente que tenÃamos todos con la nieve. Nunca cayó nieve en nuestras calles, pero con cuatro granizos ya casi nos veÃamos esquiando. Al final, en vista de la decepción, nos acabábamos lanzando bolones unos contra otros hasta manchar de barro y de grasa el hielo que se diluÃa entre los adoquines. Lo fugaz del granizo lo aproxima en mi mitologÃa infantil a la presencia del arco iris. Eran situaciones que se daban poco, realmente excepcionales, y sobre todo inesperadas y festivas. He ahà el origen del milagro: lo imprevisto, y al mismo tiempo efÃmero, sigue siendo lo único que nos despabila de la modorra cotidiana.
Octubre de 2007.
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Diseño gráfico de José Miguel Valdivia.
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Modificado el ( miércoles, 03 de octubre de 2007 )
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Por Santiago Gil
Para nosotros los cromos eran estampas. No, estampitas,
no, estampas. A ver cómo te lo explico: nos daba igual que en el sobre
o en el mismo álbum las llamaran cromos. Era lo mismo que los boliches,
que cuando salÃan por la tele les llamaban canicas. |
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
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V Ã D E O S - D E - 2 0 0 8 |
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CRÓNICAS DEL AYER |
A treinta años del fallecimiento de Mr. Leacock
Por Augusto Ãlamo Suárez, Ingeniero agrÃcola, y Sergio Aguiar Castellano, Archivero Municipal de GuÃa Cuando el empresario agrÃcola, David J. Leacock, popularmente conocido como Mr. Leacock, fallece el 22 de abril de 1980, hace ahora treinta años, desaparece una de las figuras más destacadas y emblemáticas de la historia de la comarca norte de Gran Canaria en el siglo XX.
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LA MUESTRA ESTARÃ ABIERTA HASTA OCTUBRE Leacock, Harris y Douglas, memoria imborrable de la agricultura canaria
Amado Moreno
Con una singular y lograda exposición abierta anoche en la Casa de la Cultura, el ayuntamiento de GuÃa rinde justo homenaje estos dÃas a tres destacad,os empresarios ingleses del pasado: David J. Leacock, Douglas Charles Fenoulhet y Anthony Harris. Avanzado el siglo XIX y después en el XX, los tres fueron decisivos en el impulso del cultivo y exportación de plátanos y tomates canarios.
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Centenario del Hospital de San Roque
Pedro González-Sosa Cronista oficial
Se
celebra el lunes 10 de agosto, dentro de los actos del programa preparado
por el ayuntamiento con motivo de sus fiestas patronales, el primer
centenario de la implantación en GuÃa de Gran Canaria del que constituyó
el también primer hospital allà abierto para el servicio no solo de la
población guiense sino de aquella zona.
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