Evocando la labor de
dos párrocos: José Martín Morales y Bruno Quintana Quintana
Pedro González-Sosa
Para
el domingo 22 de octubre próximo se anuncia la celebración de un
entrañable acto cultural-religioso en Guía de Gran Canaria, consistente
en el depósito definitivo en el templo guiense de los restos mortales
de dos de los más destacados párrocos que ha tenido aquella iglesia y
cuyas labores pastorales totalizaron en el pasado siglo XX nada menos
que 62 años de los cien que forman la centuria: José Martín Morales,
que estuvo a cargo de la parroquia 23 años y Bruno Quintana Quintana
que fue rector de dicho templo nada menos que 39, convirtiéndose en el
tercero en toda la historia parroquial en el tiempo de permanencia,
después de Baltasar José Rodríguez Déniz y Quintana que lo fue durante
55 años y Constantino Acedo Peloz que estuvo 47. El acto consistirá en el traslado, desde el cementerio guiense de La Atalaya hasta una sepultura abierta expresamente en el altar mayor de dicho templo, de los restos mortales de tan celosos párrocos el segundo de los cuales dejó escritas sus memorias en las que deseaba expresamente ser enterrado delante de la imagen de la Patrona la Virgen de Guía por el gran amor que sentía por dicha advocación mariana y a la que sirvió durante casi cincuenta años. El acto ha sido organizado la Asociación Cultural y Patrimonio Histórico "Párroco Bruno Quintana Quintana", Don José Martín Morales nacido en la localidad majorera de La Antigua en 1877 estudio de niño y joven en los claretianos de Las Palmas de donde pasó al Seminario para seguir la carrera eclesiástica. Fue ordenado en 1901 y al año siguiente nombrado capellán del Asilo de Ancianos en la calle Pérez Galdós donde estuvo once años. Por Real Orden de Alfonso XII fue nombrado su predicador y al año siguiente recibió el título de doctor en Teología. El 28 de diciembre de 1912 el obispo Adolfo Pérez Muñoz le nombra cura ecónomo de la Parroquia de Guía cargo del que se posesionó el primero enero del siguiente año de 1913 y ese mismo día ofició las honras fúnebres y el entierro de Ramón de Aguilar de Páez, fallecido el día anterior a la edad de 79 años. Permaneció como ecónomo hasta que, mediante oposición, obtuvo el cargo en propiedad el año 1918. El carácter afable y bonachón de don José Martín Morales le hizo granjear desde su llegada el respeto y el cariño de sus feligreses, dedicando a su labor pastoral toda la atención y tiempo que precisaba aquella. Dotó a la iglesia de nuevas campanas que se inauguraron en agosto de 1913; hizo colocar las bellas vidrieras de color, destacando las que reproducen las imágenes de la Virgen de las Mercedes y de la Virgen de Guía. Decoró el techo de la nave central con pinturas que realizó el artista italiano Reinaldi y dotó al templo de los bancos que tiene en la actualidad. Durante sus 23 años al frente de la iglesia guiense tuvo dos coadjutores: Enrique Báez, que luego le sustituiría y Bernardo Domínguez que, según nos decía, nunca pudo olvidar a este compañero en el sacerdocio por las grandes virtudes que tenía. A sus gestiones se debió la consagración del templo que ofició el obispo Angel Marquina el 15 de agosto de 1920. Además hizo colocar en 1934 un motor para el alumbrado autónomo del templo, instalación que le costó la muerte pues fue denunciado por un vecino colindante con la casa parroquial, y el disgusto afectó a su padecimiento de azúcar cuyos trastornos no pudo superar. Cuando acariciaba mayores ilusiones en provecho de su parroquia le sorprendió la muerte en la tarde del Jueves Santo de 1935 siendo sepultado en la tarde del siguiente día, Viernes Santo, suspendiéndose las procesiones y acompañados sus restos hasta la sepultura en La Atalaya por todo el vecindario. * * * Don Bruno Quintana Quintana, nacido en Santa Lucía de Tirajana, una vez que concluyó sus estudios en el seminario diocesano fue nombrado en 1940 párroco de Santa Teresita de Las Palmas en la entonces conocida como "zona de los Arenales", y el 12 de marzo de 1943 el obispo Pildain lo designó cura ecónomo de la iglesia de Guía de donde acababa de ser trasladado el anterior párroco don Enrique Báez y hasta su llegada estaba al frente de la iglesia el coadjutor don José Rodríguez y Rodríguez. Debemos recordar asimismo que su hermano también sacerdote don Fernando fue desde 1944 hasta su fallecimiento, creemos que en la década de los 90, capellán del Hospital de San Roque a donde llegó en aquel tiempo para recuperar su fallida salud y también profesor del "Colegio Santa María" y posterior Instituto. Resulta difícil resumir la intensa y extensa labor que don Bruno realizó durante 39 años regentando la parroquia de Guía, pero se intentará sintetizar las obras más importantes que realizó. Nada mas llegar hizo limpiar los tachones de metal dorados que tienen las puertas centrales del frontis que estaban pintados, así como descubrir los artesonados de las capillas situadas en el inicio de las naves laterales, entonces conocidas como las de Las Mercedes y del Carmen. A él se debe el tallado que hizo el escultor Pepe de Armas del cristo Yacente bendecido en 1946 y que sufragó doña Eusebia de Armas. Durante su mandato la propia doña Eusebia construyó el colegio del que se hicieron cargo los salesianos realizando una gran labor docente, pero que tuvieron que abandonar obligados por la discordia entre el Obispado y la Comunidad. En 1955 la Virgen de Guía estrenó el suntuoso trono de plata que fue una realidad merced a las gestiones que don Bruno hizo acerca del donante, don José Sansó Henríquez. Pero tal vez la obra más importante de su gestión pastoral fue el adecentamiento y construcción del nuevo camarín de la Virgen y Museo Parroquial, en el que colaboraron no solo maestros y aficionados artesanales sino otras personas que formaron una comisión a tal efecto y que fue inaugurado en mayo de 9172, acto que se vio realzado con la presencia del cardenal-arzobispo de Sevilla Bueno Monreal y al que asistió, igualmente, el obispo Pildain. Fue ingente la labor de don Bruno como regidor de la parroquia de Guía, y aunque no se puede sintetizar su magnifica obra pastoral y material debemos recordar que a él se le debe, entre otras cosas: la construcción de las ermitas en el Barrio de Anzofé y Las Tres Palmas; el cambio del topónimo del barrio conocido como "El Gallinero" por el de San Blas; el nombramiento de la Virgen-Patrona como Alcaldesa Mayor; su gestión para la adquisición de dalmáticas y un nuevo manto para la Virgen y, como colofón, fue también pregonero de las Fiestas de Guía en 1982, año en que, precisamente, cesó como párroco después de 39 años al frente de la dicha iglesia. En síntesis: los restos mortales de estos dos grandes párrocos que tuvo Guía en el siglo XX descansaran a partir del 22 de octubre próximo en el altar mayor de dicho templo mariano bajo la mirada maternal de la imagen a la que amaron e hicieron amar a sus fieles y a cuyo templo, durante sus respectivos mandatos, dedicaron todo su saber, entender y entusiasmo para "cuidar de sus ovejas" y dotarlo de bienes materiales que enriquecieron su interior. Octubre de 2006 * Pedro González-Sosa es Cronista Oficial de Guía |