CANTO A LA LIBERTAD
Gloria Betancort Brito
Por fin, JUNIO a
las puertas, las vacaciones de verano se apresuran y el ambiente se impregna de
sorpresa, de sueños de esperanzas; las calles cercanas a los colegios e
institutos cobran nueva vida; se dirÃa que el gris de invierno
sombrÃo y nostálgico, da paso al azul claro y atrevido, para que la vida fluya
a borbotones. Es tiempo de recoger la cosecha y dejar reposar el año escolar
con los triunfos y fracasos.
Observo el
ambiente, y la estampa que presenta llena de contradicciones, me hace detener
ante los protagonistas principales; rostros sonrientes por sus logros; rostros
desencantados y hasta rabiosos contemplando los suspensos o reclamando las
notas; padres sorprendidos; profesores ansiando el bien merecido descanso…
El CURSO ESCOLAR
llega a su fin, se nota a la legua; el último minuto da paso a las ilusiones y
proyectos; a los buenos deseos, por un lado o al hastÃo y el ocio sin
contenidos, por el otro.
Pensando en todo
esto, retorno inesperadamente a mi infancia, a mi juventud; ¡qué distinto era
todo!. Ciertamente, predominaba el “ordeno y mando†y la exigencia y la dureza
iban de la mano de la constancia y la acogida cálida de la familia;
tiempos en los que, cada uno intentaba dar respuesta, lo mejor posible, a su
cometido. Me tocó en suerte vivir en una
familia de padres maestros, donde no quedaba más remedio que “apretar†para
ganarse el futuro, donde la exigencia y ciertos lÃmites eran arropados por la
ternura y acogida de la familia; aliciente
más que suficiente para seguir la
andadura de la vida.
Volviendo a mis recuerdos me acerco a los
primeros pasos de maestra…alumnos preocupados por la educación, padres interesados por sus hijos. La ESCUELA, LA FAMILIA Y EL PUEBLO FORMABAN UN
CONJUNTO ARMONIOSO Y DINÃMICO que daba fuerzas a los acontecimientos y
situaciones cotidianas de la vida. Todos sabÃamos en que barco Ãbamos y hacia
donde nos dirigÃamos. El itinerario de la EDUCACIÓN era cosa de todos y entre todos, aunque
no constaba en las programaciones, se forjaba la persona.
Pasaron los años y
aparecieron otras necesidades, dedicar más atención al camino andado por cada
educando, a sus situaciones y circunstancias personales, a educar con más
suavidad, con menos dureza, a procurar que tal educación , no frustrara a
nadie, a acercar los contenidos a sus capacidades. Realmente, cada época
necesita dar las respuestas adecuadas a las realidades humanas en ellas.
El tiempo pasó y, lo que quiso ser respuesta al fracaso escolar de cierta
época, se convirtió en LEY SUPREMA de los padres; de tal modo que, algunos
llegaban a decir que sus hijos no podÃan
con los estudios y optaban por la LEY DEL
MÃNIMO ESFUERZO o por llenarles de caprichos para que no se traumatizaran.
Hoy con pena y algo de rabia, observo
los resultados: alumnos que maltratan a sus compañeros, alumnos que cambian de
colegio por esta causa, padres que atacan a los profesores injustamente por
defender actitudes negativas de sus hijos, alumnos que no dan golpe, padres que
todo lo permiten… AsÃ. ¿qué podemos esperar?, ¿dónde encontrar la libertad?
Padres, adultos,
educadores, polÃticos se nos presenta un reto con urgencia y el primer paso
para alcanzarlo es aclararnos primero nosotros; miremos como están siendo
nuestros acompañamientos a la infancia y a la juventud, dediquemos más tiempo a
acompañarlos desde lo que son; sepamos ponerles lÃmites para que vayan formando
su personalidad y puedan vivir con los demás; ayudémosle a escapar de esta
sociedad competitiva y bulÃmica; estemos con ellos para que en el futuro sean
los defensores de valores como la responsabilidad, el respeto, la convivencia,
la dignidad, la VIDA.
“No nacemos educadores, aprendemos educando, acompañando, exigiendo lo que hay
que exigir. No todo vale. Si damos todos los caprichos porque si, si no hay
lÃmites en la infancia y juventud, además de fastidiar la vida a los demás, no
tendrá nunca conciencia de sus propia necesidades y por tanto, de su identidad.
Más diálogo, más voluntad, más entrega, más esfuerzo. Algún dÃa ellos nos lo
agradecerán y si no, la vida misma en una agradable canción se encargará de
hacernos gozar de la verdadera LIBERTAD.
“NACEMOS MUJERES Y
HOMBRES, PERO DEVENIMOS HUMANOSâ€
(André Compte Esponville)
Como dice una vieja canción hagamos con el futuro un canto
a la ESPERANZA
para lograr tiempos que traigan en sus manos esa gran utopÃa que es la FRATERNIDAD, padres,
educadores, adultos, polÃticos…CANTEMOS A LA LIBERTAD, potenciando
estructuras, ambientes…, en los que nuestra infancia y juventud crezcan en los
valores que les harán lograr las personas que tienen que ser.
APOSTEMOS
POR ELLOS
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