Ciudad de Guia (Gran Canaria, Spain)

Carta abierta al cura-pÃ¡rroco de mi pueblo

Pedro GonzÃ¡lez-Sosa

   Estimado seÃ±or cura: He querido dejar pasar unos dÃas de reflexiÃ³n, a sabiendas que esta consideraciÃ³n particular puede levantar ampollas y criterios contrarios, considerando no obstante que cada cual tiene el derecho a la opiniÃ³n. Me apresuro a hacerle llegar mi felicitaciÃ³n por la valentÃa que ha tenido --desde luego, supongo que con el apoyo de otros fervorosos guienses-- por sacar procesionalmente la venerada imagen de la patrona de la localidad Nuestra SeÃ±ora de GuÃa sin el trono de plata en el que desde 1955 estaba enmarcada.

   Ya era hora que la sensatez iluminara la mente del responsable de la parroquia porque cada aÃ±o, en agosto y en septiembre, desde hace seis dÃ©cadas se viene tentando a la suerte para evitar una desagradable desgracia en los momentos en que dicha imagen en su voluminoso y muy pesado trono bajaba y subÃa las empinadas gradas que dan acceso al templo con el tremendo riesgo de algÃºn fallo humano. Hace mucho tiempo --y de ello es testigo Cayetano Guerra-- venÃamos advirtiendo del riesgo que suponÃa las desagradable consecuencias por el tremendo desnivel existente entre el pÃ³rtico de la iglesia y la calle a partir de la cual se inicia la procesiÃ³n de la imagen. Ahora recordamos el temor que tenÃa al respecto cada aÃ±o el recordado pÃ¡rroco Bruno Quintana quien, nos afirmÃ³ muchas veces ya jubilado, no se decidiÃ³ a tomar alguna decisiÃ³n con ocasiÃ³n de las procesiones de agosto y septiembre para no empaÃ±ar el obsequio del donante del trono en la Ã©poca en que Ã©l regÃa la parroquia. A propÃ³sito, nos viene a la memoria el "accidente" que sufriÃ³ en su dÃa el Cristo de la Vera Cruz cuando en una procesiÃ³n en Semana Santa los cargadores tuvieron un tropiezo a la salida de la catedral, razÃ³n por la que, creemos recordar, la imagen hubo de ser trasladada a Madrid para su restauraciÃ³n.

    Pero en la Ãºltima procesiÃ³n celebrada el pasado domingo dÃa 9 para festejar el primer aniversario de la coronaciÃ³n canÃ³nica de la Virgen el sentido comÃºn prevaleciÃ³ y la Virgen saliÃ³ sin el pesado trono de plata que, por otra parte, desluce su visiÃ³n iconografÃa al quedar   la imagen medio escondida merced al voluminoso templete en forma de corona sostenida por las cuatro columnas. Fue cierto --porque fuimos testigos en aquella ya lejana Ã©poca de 1955-- que el trono encargado por don JosÃ© SansÃ³ hubo de adaptarse al volumen de la imagen a consecuencia de lo cual el resultado fue que la Virgen quedÃ³ deslucida, su rostro casi escondido y al sol que la rodea hubo de eliminarle algunos de los rayos superiores que por fortuna se guardaron y ahora han sido repuestos.

   Desde hace tiempo venimos sugiriendo que el trono debe quedar permanentemente en el camarÃn del altar mayor y en Ã©l enmarcada la imagen para su veneraciÃ³n, pero que procesionalmente salga aquella como lo hacÃa desde tiempo inmemorial tal y como aparecen las referencias recogidas en los libros de aquella fabrica parroquial y en antiquÃsimas y amarillentas fotografÃas, hasta aquel 1955. La esbelta figura de la sagrada imagen luciÃ³ el pasado domingo y lo hace ahora en el presbiterio del altar mayor donde permanecerÃ¡ hasta las prÃ³ximas fiestas patronales de Agosto y de "Las MarÃas" con todo su esplendor, como luciÃ³ siempre sin el mentado trono y como se ha podido comprobar en la Ãºltima procesiÃ³n on con un recorrido que incluyÃ³, como en tiempos muy pretÃ©ritos, la subida hasta la plaza de San Roque cuyo testimonio grafico ofrecemos debido a la cÃ¡mara de Evelia Ãlamo Quintana. AdemÃ¡s, nos dicen, el recorrido, con ser bastante mÃ¡s largo, fue mÃ¡s cÃ³modo pues el conjunto de la imagen y la mesa de madera sobre la que estaba resultÃ³ infinitamente mÃ¡s ligero que cuando lo hace enmarcada en el trono de plata.

    Como complemento histÃ³rico a estas notas que solo pretenden divagar sin Ã¡nimo de polÃ©mica, digamos que el sol plata bajo el que se enmarca la Virgen de GuÃa aparece por primera vez en el inventario de 1793 con una nota en el libro de fabrica correspondiente donde se seÃ±ala el pago de "5.928 reales de vellÃ³n que costÃ³ el sol de plata de Nuestra SeÃ±ora". La media luna, igualmente de plata que figura a los pies de la imagen aparece, igualmente por primera vez, en el inventario de 1731 donde se deja constancia de la existencia ya en ese aÃ±o de "una media luna de plata de Nuestra SeÃ±ora", lo que hace suponer que, efectivamente, es a partir de aquellos aÃ±os cuando se incorporan dichos ornamentos.