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lunes, 30 de enero de 2012
Reflexi贸n sobre el litoral del norte grancanario

LA COSTA DE LOS ESPEJOS ROTOS

Por Juan Lu铆s Monz贸n Verona

Arquitecto urbanista

Homenaje al ingeniero Enrique Copeiro

Hace varias semanas asist铆 a las exposiciones de la Bienal de Arte de Venecia 2011. Tras muchas visitas a diversos pabellones y ya cansado por la repetida decepci贸n de las no propuestas, encontr茅 en el Pabell贸n Coreano en el que expon铆a el artista medi谩tico Lee Yong-Baek, su obra 鈥淓spejo Roto鈥, interesante y sorprendente demostraci贸n de las tendencias en video arte, que relataba en pantallas que simulaban espejos, roturas ruidosas e impactantes a los sentidos, y entre sus m煤ltiples lecturas adem谩s de su mero disfrute, trata de la compleja relaci贸n que existe entre la realidad y la ilusi贸n lo que invitaba a hacer una reevaluaci贸n y reflexionar.

 

Mi reflexi贸n, fuera obviamente de la intenci贸n del artista, debido a su semejanza pl谩stica, me traslad贸, quiz谩s ingenuamente, a un lugar y un territorio en el que nos reflejamos todos los que aqu铆 hemos nacido, La Costa Norte de Gran Canaria que rememora siempre mi ni帽ez en aquel caracter铆stico mar de lavas, ba帽adas por laminas de agua especulares, pues ya alguien la llam贸 hace a帽os 鈥La Costa de los Espejos鈥 y me pregunt茅 de repente si alg煤n d铆a 茅stos volver铆an a relucir en ella, en un continuum interminable o seguir铆an como espejos quebrados del mismo modo que  se quebraban de repente en la exposici贸n de Yong-Baek.

La respuesta fue inmediata, pues al volver a la isla me hicieron notar los resultados de los litigios judiciales sobre algunas propuestas proyectuales que supuestamente iban encaminadas a la   recuperaci贸n de este espacio m谩gico. Tuve la necesidad pues de hacer una breve reflexi贸n sobre ello y que modestamente sirva como mi peque帽o homenaje y admiraci贸n de alguien que dedic贸 toda su vida a la recuperaci贸n de esta clase de espacios especulares y del que en los 煤ltimos a帽os de su vida tuvimos el honor de conocer y participar de la sensibilidad de  algunos de sus proyectos, algunos de ellos sin realizar, que fue el Ingeniero de Caminos Enrique Copeiro, pues uni贸 como pocos,  gran conocimiento t茅cnico y poes铆a desbordante.


Experimento diariamente el trasiego matutino en mi vehiculo hacia el Norte, todav铆a con la mente algo d煤ctil y difusa despu茅s de la experiencia nocturna del sue帽o. Pero no soy ajeno a la percepci贸n fugaz de im谩genes que quedan fijadas de modo aleatorio como una irregular y desordenada sucesi贸n de diapositivas en gris o color, aunque tengo una dificultad incomprensible de acoplarlas en sucesi贸n ordenada e incluso  de encuadrarlas en un punto concreto de ese desvencijado y sufrido territorio. Si que diviso y sit煤o ante este febril paisaje suburbano de la Isla los dispersos de luz y esplendor de los espejos que nos ofrece el oc茅ano en su encuentro con las coladas de lava derramadas en el comienzo de los tiempos,  pero  todav铆a visibles.


El trayecto presenta un aire desolador, casi como un paisaje despu茅s de una batalla: los muros semidestruidos se presentan sobre los taludes conformados por la decisi贸n de una pala excavadora鈥. Alguien ha pintado los restos de paredes, no se si para intentar camuflarlas o   simplemente se trata de una gamberrada. Miles de carteles anunciadores e indicadores, p煤blicos y privados se agolpan a lo largo del trayecto, como en las Vegas.   


Eriales explanados con basura y desolaci贸n enturbian mi visi贸n de los todav铆a bellos muros de piedra seca de las terrazas al pie de las escarpadas monta帽as y que poco a poco desaparecen en el tiempo bajo el disimulo y la codicia de algunos due帽os que han perdido la memoria. Quisiera abarcar en una sola lectura todo este controvertido corredor hasta llegar a Gu铆a pero es imposible, incluso despu茅s de veinte a帽os de diario trasiego.

Pero este hist贸rico y caracter铆stico escenario, todav铆a est谩 vivo, desea cambiar y recobrar su memoria. Me anima la gente que pasea por las veredas entre los escombros del paisaje destruido, o que pedalea en bicicleta por los arcenes incluso a pesar del peligro de morir atropellado o  de ser incluso empujado por un veh铆culo osado, al mar. Por el espejo retrovisor observo a los incansables surferos prepar谩ndose para adentrarse en el mar y buscar 鈥渓a ola鈥 desnud谩ndose imp谩vidos y sin m谩s remedio, junto a la camioneta que les sirve de apoyo, justo al borde de la v铆a r谩pida por la que transito. Pero no es ning煤n  af谩n de exhibicionismo lo que produce este involuntario espect谩culo  sino es la carretera la que se acerca al pie del risco  como una serpiente  obscena, que juega un verdadero papel de  鈥渧oyeur鈥,   en actitud soberbia, pues quiere adem谩s verse reflejada en las superficies especulares que el mar le ofrece, presumida, narcisista y con cierta ostentaci贸n como la bruja del cuento, esperando la contestaci贸n susurrada del mar acerca de  su belleza aparente y  que todos los d铆as la besa cuando sube la marea鈥︹

Por eso, ya los espejos no reflejan el cielo azul, ni el vuelo de la gaviota rasante que raya su superficie. Solo reflejan un universo negro del bet煤n o asfalto, que cada d茅cada va teniendo m谩s y m谩s amplitud:鈥: 鈥淢e dicen que es para que llegue m谩s raudo a mi destino鈥.


Uno se pregunta que el espejismo brumoso en el que se ha convertido la Costa pudiera reflejar de nuevo, alg煤n d铆a aquellas im谩genes on铆ricas expulsadas de los espejos, de nuestros sue帽os, tras la aparici贸n del recuerdo reconstruido y planificado imaginariamente primero y materialmente despu茅s.


Pero cu谩l puede ser la estrategia para conseguir que los espejos vuelvan a revivir, no como espejismos sino en un verdadero   arm贸nico suceder de acontecimientos  reales y sensibles  que conformen un continuum desde el propio Rinc贸n a San Felipe, rescatando del pasado sus invariantes como si se tratara de la exhumaci贸n de un arque贸logo. 驴Ha respondido favorablemente la planificaci贸n estrat茅gica  a este anhelo? 


La respuesta en cualquier caso es negativa pues no hemos logrado si quiera ultimar su planificaci贸n. 驴Est谩 el problema en las reglas del juego previas a la planificaci贸n, en los planificadores, en los gestores p煤blicos?


Muchos profesionales del urbanismo nos adentramos un d铆a en una dura, larga pero siempre inacabada   cognici贸n y aprendizaje de aquellas reglas, aunque algunos como yo, con esa a帽adida tardanza consubstancial a nuestras limitaciones intelectuales a todo lo profundo y esencial  de un complejo mundo que llamamos 鈥淯rbanismo鈥, casi como un 鈥淰铆a Crucis鈥, llenos de gozo y de dolor a la vez, apropi谩ndonos de forma  gradual, paso a paso de la escatolog铆a mental que te confirma el conocimiento del sistema de planeamiento de nuestro azotado escenario isle帽o. Con cierto sufrimiento, por los continuos cambios e incluso con cierto toque de beatitud pues parec铆a una experiencia m铆stica, casi poes铆a articulada en prosa, que te confer铆a,   una vez adquirida,  una discreta aureola de santidad.


As铆 mismo, el  abrupto trabajo y espera por la 鈥渙rdenaci贸n definitiva鈥 de nuestra Costa de los Espejos que deb铆a de ser conseguido en el marco de ese aparentemente ejemplar conjunto de reglas que nos hab铆amos impuesto, donde se  propon铆a el arranque de ese magma de escorias bet煤nicas que serpentea caprichoso a lo largo del trayecto mar铆timo para convertirse en un tejido verde, amable con el mar, que hiciera recobrar el color brillante de las superficies especulares, ha sido vertido a un precipicio de fauces abiertas que se disfrazan de un cariz ambientalista, tenaces, perseverantes, devastando al tiempo la d茅bil capacidad reactiva del planificador objetivo, con tal de evitar expulsar la serpiente tierra adentro o si fuera preciso, al interior de la tierra鈥


Y alguien me pregunta qu茅 es lo que procede ahora鈥.Y yo contesto: Ser igual de perseverantes que las fauces del abismo.


Pero no puedo alejar de mi conciencia la sensaci贸n  de no estar a la altura del esfuerzo exigido a todos los que creemos en los reflejos de la memoria, en su planificaci贸n y en su recuperaci贸n, de haber arrojado la toalla a mitad del camino lamentablemente infieles a nosotros mismos y a la sensibilidad de quien cree en los sue帽os y en la poes铆a.


 

Nuestra poes铆a es pues, el pensamiento sensible ante todo, que es lo que da coherencia a las propuestas de recuperaci贸n de nuestros paisajes. Tendremos que buscar m谩s poes铆a en el urbanismo y la planificaci贸n reflejando todas las operaciones desde el axioma de la naturaleza viva que es nuestro territorio. La arquitectura y el urbanismo de los principios art铆sticos   ser谩n las mejores y 煤nicas herramientas para conseguir nuestro cometido. Para 茅ste, nuestro espacio, nuestra Costa de los Espejos, puesta entre dicho por un mundo insensible desprovisto de poes铆a, necesita ser desligada del lastre que rompe la unidad del cielo y el mar para lo cual es esencial reunir sus tres inalienables objetivos:


-Recuperar el paisaje naturalizado de espejos brillantes de agua, donde el cielo se refleje libremente.


-Recuperar la movilidad del caminante y del que pasea de forma libre y fluida a lo lago de toda la nueva 鈥減romenade boulevard鈥, natural, libres 茅stos de asomarse, tambi茅n, sin miedo junto con el cielo, en los espejos del mar.


-Resolver en un alarde de sensibilidad la autopista en el interior de las Monta帽as, si es preciso, blanca, limpia y reconocible, sin miedo, sin confundirla nunca con el soporte territorial que la observa atento pero sin plegarse a su ostentosidad, conviviendo finalmente con un territorio compatible con ella, en un lugar mejor.


Los poetas que utilizan bien estas herramientas deber谩n comenzar de cero otra vez鈥..pero vale la pena鈥..


Creo firmemente que hay que sentir como un poeta para dedicarse a estos menesteres  Para el poeta Borges los espejos eran una verdadera obsesi贸n y temor, que finalmente superar铆a y  convertir铆a en su pasi贸n po茅tica. Quiz谩s los urbanistas estemos en estos tiempos  padeciendo algo parecido a una 茅poca temerosa de ceguera, desprovista de pasi贸n.


Modificado el ( lunes, 08 de abril de 2013 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 reg铆a el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don Jos茅 Almeida Dom铆nguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Gu铆a tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor Jos茅 Lujan P茅rez, el can贸nigo y diputado Pedro Jos茅 Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Gu铆a sufri贸 especialmente ese mismo a帽o una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareci贸 una nueva plaga, la de langosta, que arras贸 materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las median铆as guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada a帽o sacar铆an a la Virgen de Gu铆a en procesi贸n. Cumpli贸se el ruego, llovi贸 tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Gu铆a se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Mar铆as"

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O P I N I 脫 N


Tradici贸n y folclore se dan la mano en la Fiesta de Las Mar铆as de Gu铆a
por Luis Miguel Arencibia

El tercer fin de semana de septiembre, el pueblo de Santa Mar铆a de Gu铆a celebra una de fiesta declarada en Canarias como Bien de Inter茅s Cultural: La Rama en Las Mar铆as. Es una 鈥渇iesta de agradecimiento鈥 a la Virgen de Gu铆a, que cumple m谩s de dos siglos de vida. All谩, en el a帽o 1811, los agricultores, ganaderos y campesinos de los municipios de Gu铆a, G谩ldar y Moya, tras sufrir un sinf铆n de calamidades (plagas de langosta, la fiebre amarilla, sequ铆a鈥) subieron a la Monta帽a de Vergara y prometieron a su Virgen que, si daba fin a todas estas penurias, cada a帽o celebrar铆a una fiesta de agradecimiento por el milagro otorgado. Y, as铆, generaci贸n tras generaci贸n, Santa Mar铆a de Gu铆a celebra estas fiestas en honor a Las Mar铆as, de la mano de los Mayordomos, los responsables de cumplir la tradici贸n, as铆 como de organizar, conservar la pureza y la devoci贸n de este acontecimiento festivo y religioso.

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