Inicio arrow Prosa arrow Reflexiones arrow A toda la familia e hijos de Anzofé. José Manuel Vega Ciudad de Gua, 29 de marzo de 2024

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domingo, 23 de mayo de 2010
A toda la familia e hijos de Anzofé

José Manuel Vega

A estas horas de la noche, empezando un nuevo dia en la franja horaria en nuestra tierra y al observar que es dia 22 de mayo, de  inmediato me vienen a la mente recuerdos de mi infancia.  recuerdos que me levan a la fiesta en honor a Santa Rita de Casia en nuestro populoso barrio de Anzofé, limítrofe y compartido con la Ciudad de los Caballeros, con nuestra vecina y querida Gáldar.

Me sitúo en pocos segundos, en los primeros años de mi niñez, un día  acostado  en la cama de mis padres porque tenía mucha fiebre. ¿ la viruela ¡¡¡ o algo parecido. Recuerdo en esos momentos los comentarios referidos a monseñor Antonio Pildain y Zapiain, Obispo de Canarias y que fue caminando hasta la capilla que habían levantado en honor de Santa Rita de Casia los vecinos de Anzofé para inaugurarla.

Años más tarde, insisto, en mis recuerdos de niño, iba tosos los años hasta Anzo para disfrutar de las fiestas que nos brindaban tan generosamente todos los vecinos. Si, todos los vecinos.

La verdad, nunca me sentí extraño en Anzo. Me explico.  En mi etapa de  monaguillo, los domingos no madrugaba como el resto de los días.  Me levantaba a las diez menos cuarto para a toda carrera con el buche de leche con café, o café con leche (a veces más café aguado con algunas borras que leche), llegar a la misa de diez. Era la misa de todos los jóvenes… y de los mayores  que querían seguir la mañana libre tomándose su roncito o cerveza con los amigos en las tiendas ya conocidas…..

Destacar en este acto litúrgico que se estilaba salir después del evangelio, cuando el cura predicaba, a la puerta a fumar o esperar sencillamente y saludarse…..para inmediatamente con el inicio del “credo in un dum deus” (tal como sonaba, incorporarse a la misa). Algunas veces se enfrentaba el sacerdote a los que abandonaban momentáneamente la misa, pero era una lucha sin ganadores, pues si el él insistía, perdía feligreses y si los otros no se ausentaban murmuraban o se dormían.

En fin, perdona mis desvíos, pero esto y en esa época se repetía en todas las capillas. Ejercí de monaguillo, sin cobrar como tal nunca, en la Parroquia, como otros tantos,  en las RRMM Dominicas (lugar encantador, pero a las 7 de la mañana y…ufff) y  en San Juan, Anzofé y Hoya de Pineda. De anécdotas en estos lugares te hablaré otro día si me  lo permites.

Bueno, de Santa Rita  se trata en esta ocasión, de Anzo.
Te diré que recuerdo que los domingos íbamos caminando don Bruno y yo con la maleta de la misa (contenía los elementos sagrados imprescindibles para la ceremonia) y al pasar algunas veces por la parte alta o por la parte baja del camino hacia Anzofé, (según le apeteciera), no solo escuchaba sus consejos y su silencio. También escuchaba las palabras que dirigía a los labradores que – a veces – se escondían (casi siempre) al pasar.
Les  manifestaba:

¡Es el día del Señor. No se puede  trabajar !!!. , mientras le respondían que solo era terminando y arreglando una “cosilla del huerto familiar…”.

Era en definitiva, un acuerdo mutuo de respeto para que el uno terminara la labor  y el otro le viera en la misa.

Pero lo más curioso, y eso era digno de ver y contemplar. La fé.
A las 12 del mediodía, todos paraban si trabajaban o no. La oración del Ángelus y a la Virgen María era sagrada. Ahí, participábamos todos.

Muchas misas ayudé en Santa Rita. A la casa de muchos enfermos acudí a dar la comunión y la extremaunción en Anzo y otras zonas.  Me siento partícipe de esa zona de mi Guía natal  que mejoró en comunicación considerablemente con los años. Muchas historias hay en sus caminos y sus fincas….

Me acuerdo, y con esto termino, de muchas familias de Anzo, parte alta y baja, pero especialmente (como no a las 4 de la tarde después de la misa y procesión), de las extraordinarias  garbanzadas en la casa de “Pinito Oliva” y su extraordinaria familia ( como iba con el cura, tenía preferencia). En Anzofé, todos éramos familia.

Nunca me sentí extraño allí, aunque si diferencié zonas por la ausencia, en mi infancia, de calles. Pero esa unión que sentí la palpé alrededor de un escenario, al lado de la capilla de Santa Rita. Lugar en el que toda la vecindad era el mismo hogar….

Mis recuerdos gratos para una buena etapa de mi vida y para una buena gente. La que yo, a diferencia de tantas personas, miraba sus caras, su entrega y sinceridad desde un lugar destacado. de frente, desde un altar cuando todas sus caras brillaban ilusionadas con a luz de Cristo.

Un abrazo a toda la familia e hijos de Anzofé.

José Manuel Vega
22 de mayo de 2010

Modificado el ( domingo, 23 de mayo de 2010 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Marías"

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