La figura de don Marino fue siempre para mí enigmática. Aquella pulcritud en las formas, la seguridad en las afirmaciones, la precisión milimétrica en la pronunciación del francés, la corrección en el trato, la dureza en lo pedagógico, a veces excesiva, y otros muchos atributos, hacían que acercarse a él se convirtiera, cada ocasión, en lo más parecido a un examen, pero no sólo de francés, que era lo suyo, sino a nivel cultural en general. Y es que su afán desmedido por la Cultura era contagioso, como en el pasado ocurriera con personalidades como Néstor Álamo o Miguel Santiago, por citar dos casos del siglo XX. Reconozco que don Marino me influía constantemente. El tiempo ha dicho que para bien, aunque yo esté lejos de alcanzar aquella excelencia.
Más tarde, cuando cursé estudios universitarios, tuve ocasión de repetir experiencias semejantes con otros profesores, pero hasta entonces don Marino había sido único. Único en algunas cosas, porque tuvimos, los que estudiamos en el Instituto de Guía entre los años 50 y los 80 del pasado siglo, otros profesores igualmente carismáticos. Ya hemos dedicado algunas páginas a don Luis Cortí, a su hermana doña Pilar Cortí, etc. La nómina de profesores era excelente. Don Juan Santana, en gimnasia -como se la llamaba entonces-, "don Cancio" en física y química, doña María Teresa Arias, en lengua y literatura, doña Encarnación Reverter Roig, en matemáticas, don José Carlos Ruiz, en "Formación del Espíritu Nacional" (lo bien que trasmitía su condición de demócrata al que le tocó vivir en una dictadura, no era culpa suya), don Andrés Gebauer, la Srta. Mendoza, y un largo etcétera que irá surgiendo durante estos días en que otros conciudadanos glosan la figura de don Marino.
Ese dispar elenco de profesores se compenetraba perfectamente; hasta a nivel meramente administrativo funcionaba el Instituto como un reloj. Aun conservo algunos cuadernos hechos en imprenta, que me cedió José Manuel Vega, en los que se publicaba la Memoria Anual del Instituto. También "ici" don Marino puso su sello personal, como vicedirector y secretario que fue del centro por un largo periodo.
Es cierto que no todos los profesores respondían a un mismo perfil ideológico, pero todos eran buenos profesores y sabían convivir bajo la tolerancia, eso sí "dentro de un orden". Republicanos, como don Luis Cortí, compartían vida profesional y privada con personas como don Ignacio Arencibia, ex alcalde, hombre influyente que contaba con el respaldo del Gobierno. ¿Y por qué? Pues, por la misma razón por la que no hubo desaparecidos en Guía durante la Guerra Civil, desgracia que sí se sufrieron en otros lugares. Sobre este tema hay un dossier en esta misma web.
Más tarde se incorporó al Instituto una nueva camada de profesores, entre ellos José Luis de la Nuez y Torrens, con iniciativas que desconocíamos y que nos aportaron otras visiones que a la postre nos fueron útiles para entender el inminente cambio de sistema político que se produciría en España. Eran, al mismo tiempo, una suerte de evolución de los viejos profesores y anticipo de lo que venía. Igual de civilizados, pero con una sensación de libertad individual estimulante. Los nuevos tiempos se acercaban, pero Guía siempre fue pacífica y tolerante, de ahí que el aire fresco de los nuevos profesores circulara de forma fluida en todo el colectivo, docente y discente. Empezaba otro tipo de actividades extraescolares: grupos folk, representaciones teatrales, mesas de debate, etc... Justo lo que necesitábamos.
El tema dá para mucho más, pero hoy sólo quiero darle mi personal adiós a don Marino, cuya memoria será su mejor herencia. Monsieur Marino, ici Charles Aznavour, un vídeo musical dedicado a su amada ciudad de París.
Antonio Aguiar.
P.D. El título "NO SE DICE L´E" viene motivado por una frase que me dirigió don Marino en multitud de ocasiones para corregirme la pronunciación.
En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las Marías"
Por Sergio Aguiar Castellano y Javier Estévez Domínguez
Señala
el profesor Lobo Cabrera en su estudio “Atalayas en Gran Canaria en el
siglo XVI” (Revista El Museo Canario nº LX, 2005), que la figura del
atalaya o atalayero está recogido en las Partidas de Alfonso X el Sabio,
donde es descrito como: “[…] atalaya son llamados aquellos hombres
que son puestos para guardar […]
Guía cumple en 2013 dos siglos de partido judicial con el temor a su desaparición
Alexis González
Ni
un operador ve beneficio alguno a su anexión por la capital de la isla -
Solo un "ahorro de cinco sueldos" y muchos gastos a la hora de
trasladarse a LPGC. Santa María de Guía es uno de los partidos
judiciales del Reino de España con la soga al cuello. La
reestructuración del territorio anunciada y posteriormente matizada por
el Poder Judicial español (CGPJ) coloca a la cabecera histórica de la
Administración de Justicia en el Noroeste de Gran Canaria en primera
línea de fuego para ser anexionada por la capital de la isla.