Ciudad de Guia (Gran Canaria, Spain)

MercÃ beaucoup

JosÃ© Manuel Vega

QuizÃ¡s, solo por circunstancias de la vida, por el trabajo empresarial durante mi niÃ±ez que pocos conocen y porque ello me lo permitiÃ³ afortunadamente, pude conocer mÃ¡s de cerca que muchos otros compaÃ±eros a don Marino en circunstancias y paisajes familiares de mi ciudad natal.

ConocÃ la casa de don Marino cuando aÃºn era un niÃ±o y ademÃ¡s, monaguillo, lo cual te permitÃa grandes aventuras.

DespuÃ©s, cuando fui creciendo y al entrar en su casa en ocasiones a travÃ©s de una gran puerta (creo que desde esa Ã©poca â€“ hace casi 45 aÃ±os no he vuelto a atravesar), llamaba desde la planta baja para que muy pausadamente, educadamente siempre y con mucho afecto, se me permitiera el paso a travÃ©s de una escalera amplia y hermosa, con una parte superior o primer piso que a los convecinos nos resultaba un palacete, (creo recordar, incluso, al padre de don Marino con una chapela viviendo muy independiente en esa planta baja)

QuizÃ¡s, ese palacete, con sus encantos para la niÃ±ez, no hubiese sido tan hermoso de no haber sido recibido en su interior siempre y digo siempre, en mis vagos recuerdos, por una voces amables y una sonrisa de cualquiera de las personas que te recibÃan o simplemente coincidÃan con la solicitud de acceso de los niÃ±os que nos acercÃ¡bamos con cualquier motivo, eso si, con un motivo, porque a pesar de estar todas las puertas de las casas en cualquier calle abierta, se respetaba el acceso con una llamada.

Lo cierto y este es el motivo principal de mi escrito, es que toda la familia de don Marino imprimiÃ³ carÃ¡cter positivo en nuestro pueblo.

En el instituto, don Marino no solo fue la primera persona que nos enseÃ±Ã³ a leer en el â€œParÃs Matchâ€, sino que nos saludaba en francÃ©s en los pasillos y en la calle. Nos hizo vivir la lengua y la cultura francesa. Fue un avanzado destacado en pedagogÃa y especialmente, muy especialmente, fue un hombre educado, respetuoso, discreto y colaborador anÃ³nimo a travÃ©s de tantas ideas y aportaciones a nuestra ciudad.

Don Marino, no podÃa evitar escribir algo para usted, lo mismo que lo harÃa para otros tantos profesores de la Ã©poca, pero ahora, le ha tocado a usted y quiero que sepa que muchos como yo le estamos agradecidos por esas miradas claras y firmes, a veces duras, pero que me han dado tranquilidad y me he acordado de usted a travÃ©s de los aÃ±os cuando por otras circunstancias, muchas, me he visto en reuniones europeÃstas con grandes personalidades.

AhÃ estaba su espÃritu, su â€œoui" decidido y siempre su â€œmercÃ beaucoupâ€, que nos enseÃ±Ã³ unido a la disposiciÃ³n a criticar y colaborar.

Ahora, a mÃ y a muchos de mi generaciÃ³n nos toca darle las gracias y recordarle con cariÃ±o.

Puede tener la alegrÃa de que no solo nos enseÃ±Ã³ a nosotros, sino especialmente â€“ y eso es de cuna familiar-, a unos herederos que son extraordinarias personas, sus hijos.

Para usted mis respetos y mi recuerdo y para ellos y a su seÃ±ora mi admiraciÃ³n.

Descanse en paz profesor.

Las Palmas G.C., 17 de abril de 2010.