Inicio arrow Prosa arrow Psicografias. Santiago Gil arrow Tiendas.Por Santiago Gil Ciudad de Guía, 13 de octubre de 2024

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lunes, 22 de febrero de 2010
Tiendas

Por Santiago Gil

Una tienda que se cierra en nuestra calle es como una luz que se apaga. Te acostumbras a la presencia de unos escaparates y de unos empleados que saludas a diario sin conocer su nombre. Sólo te das cuenta de que faltan cuando pasas una mañana y te encuentras la cristalera que mostraba lámparas o ropa de moda totalmente cubierta de periódicos atrasados. Quedan muchos sueños dentro de los locales comerciales que se cierran. La economía nos habla del cierre de los negocios como si hablara de previsiones meteorológicas, pero detrás de cada una de esas claudicaciones hay cientos de biografías que se quiebran y que empiezan a mirar al futuro con miedo. No se cierra una tienda y se pasa página. Los que pusieron todos sus sueños en ella quedan heridos para siempre.

En la novela El dependiente, del escritor norteamericano Malamud, se refleja magníficamente toda la intrahistoria que acontece en las tiendas pequeñas que encierran universos inesperados. No todo el mundo es capaz de resistir la frustración diaria de ver que no entra nadie y que pasan las horas sin poder vender absolutamente nada. Todo es una cuestión de rachas, como en la vida, pero ésta que vivimos ahora va camino de tumbar hasta los más experimentados comerciantes. Quien abre una tienda está arriesgando ilusiones. No sólo es el dinero lo más importante. Por eso, cuando paseo últimamente por Las Palmas de Gran Canaria y veo cómo cada día aparece un nuevo escaparate vacío, siento la desazón de todas esas derrotas que se están sucediendo a diario sin que les pongamos nombres y apellidos. El comerciante que saca la última caja con sus pertenencias personales y apaga la luz del comercio desolado queda herido para siempre. Sólo los que han vivido ese momento saben cuánta tristeza se empoza en el alma. Intentan no volver a recorrer esas calles nunca más. O si lo hacen miran para otro lado, sobre todo cuando ven que pasan los meses y que el local sigue cada día más abandonado. No son seres vivos, pero esos espacios vacíos y olvidados parece como si envejecieran cien años de repente: ya no tiene nada que ver su oscuridad polvorienta con la fiesta de luces y el trasiego de cuando llegaban los clientes. La crisis que vivimos se manifiesta en esas soledades inmobiliarias que nos encontramos a diario por las calles. Un día es una panadería, al día siguiente un bazar y dos días más tarde desaparece aquel escaparate lleno de juguetes que te hacía mirar con nostalgia a la infancia. Con cada uno de esos negocios que muere se va una parte de nosotros. Da lo mismo que no te quieras dar cuenta. El cambio de los decorados también determina el destino de los personajes. Un escenario vacío y oscuro no invita nunca a interpretar la realidad como una comedia que genere ilusiones.


Modificado el ( domingo, 19 de mayo de 2013 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Marías"

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O P I N I Ó N
El canónigo revoltoso

El nuevo hijo predilecto de Gran Canaria, Pedro Gordillo y Ramos, fue un rompedor del Antiguo Régimen y un díscolo ilustrado

Por Juanjo Jiménez

ImageUna pieza. Un personaje de película. Un canónigo revoltoso, díscolo, fogoso y polémico. Un cura, que nació en una Santa María de Guía del siglo XVIII, y cuyo carácter, parlamento y fuerza lo llevó a presidir las Cortes de Cádiz en 1813 que fulminaron el Antiguo Régimen, y a enervar a la curia, a guerrear con Tenerife por la capitalidad de Canarias, por la sede del obispado regional y por separar Iglesia y Estado.
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