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viernes, 13 de noviembre de 2009 |
El viajero
por Javier Estévez Alcanzó
el final del puerto con gran dificultad, pero la visión que tuvo desde
el alto compensó plenamente todo el esfuerzo realizado. La ciudad, al
fin, aparecía por primera vez ante sus ojos cansados. Tras un breve descanso, decidió prescindir definitivamente de su ángel guardián y con cierta ansiedad por llegar - la tarde comenzaba a extender su luz oxidada sobre los tejados-, descendió por el sendero empedrado que se precipitaba hacia un arroyo de aguas mansas. La fatiga y la sed detuvieron la marcha contra su voluntad. Mientras embalsaba el agua en sus manos, escuchó tras él un aleteo triste y plomizo y pensó en el ángel. Especuló con que habría seguido sus pasos por la insoportable soledad a la que lo había destinado, pero se sorprendió al descubrir una garza asustada que con gran excitación levantaba el vuelo tras unos carrizos agostados. El sendero moría en una calle ancha y polvorienta que, con un trazado curvo, ascendía hacia las primeras casas que ya se distinguían con claridad por su cercanía. Entre las huertas y las viviendas descubrió un árbol bellísimo y extraño. Aquel árbol inverso, pues parecía plantado al revés, exhibía sobre su tronco una caterva de raíces en vez de ramas y culminaba su copa con unas hojas largas y duras. Mientras lo contemplaba, sintió que ya había estado antes allí. Incluso tuvo la certeza absoluta de haber sido muy feliz. Tras dirigirle una sonrisa al árbol solitario y sin más equipaje que su sombrero de fieltro sin aderezo, su morral y la vieja canción que le acompañaba desde su ya lejana infancia, condujo sus pasos hacia el centro de aquella ciudad de apariencia sosegada y luz otoñal.
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Modificado el ( jueves, 19 de noviembre de 2009 )
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las Marías"
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O P I N I Ó N |
La ciudad y el municipio
Javier Estévez
No es lo mismo una ciudad que un municipio. Basta asomarse a un diccionario (o al sentido común) para saber que la primera es un conjunto edificado más o menos bien delimitado mientras que el segundo término apela o evoca exclusivamente al ordenamiento jurídico. Digo esto porque creo que hay un error o una confusión que debe aclarase sobre la denominación de la ciudad y del municipio donde vivo.
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