En esa esfera de la expresión
humana que denominamos creación artística, la actividad específica de
la escultura es el proceso de representación de una figura en tres
dimensiones. El objeto escultórico es por tanto sólido,
tridimensional y ocupa un espacio.
El procedimiento para generar dicho objeto nos
remite a las variedades técnicas de la escultura. Según los
tratadistas italianos del Renacimiento (Alberti, Leonardo, Miguel
Ángel), un escultor es aquel que quita materia de un bloque hasta
obtener una figura. Por consiguiente, esculpir o tallar es quitar, y
es escultor quien sabe quitar lo que sobra en un bloque, de material
sólido, que contiene un objeto escultórico en potencia. Así lo
manifestaban dichos escritores para poner de relieve el contraste
entre escultura y pintura, ya que esta última consiste, por el
contrario, en añadir. Por su parte, al artesano lo ha caracterizado
siempre el realizar objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello
personal, labor absolutamente plausible.
Juan José Caballero hace justamente lo primero. No
se limita, con ser encomiable, a realizar objetos de uso doméstico
imprimiéndoles su sello personal. Hace algo más, y ese plus es el que
le da la categoría de escultor. Por eso, reivindicamos esta condición
para quienes, como Juan José, tallan la madera y la moldean hasta
obtener un objeto artístico sólido y tridimensional susceptible de ser
usado como ornamento. |
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Además de hacer justicia con la importante labor
artística de Juan José Caballero, nos parece de gran utilidad para nuestra
Ciudad, tanto en el orden cultural como el económico, la creación de un
museo que lleve su nombre, o, en su defecto, una sección dentro de un gran
museo que pueda crearse en el municipio, lo que no debería ser obstáculo
para que su establecimiento siga en explotación por él y sus sucesores.
La relevancia de su obra, sin lugar a dudas, atraerá
visitantes, lo mismo que acontece con el queso de flor o el Cenobio de
Valerón, por citar dos ejemplos dispares.