poema de Javier Estévez.
1975.
texto de prueba
Es curioso: mi generación no quiere guerras pero está huérfana de revoluciones.
Hoy nadie quiere ser poeta, o mejor, el poeta, en singular.
Sin embargo, todos soñamos con que un poema, un verso arrebatado de cualquier libro de Neruda o de Benedetti, se nos cuele por debajo de la camisa y nos haga estremecer como si fuésemos para siempre un árbol desnudo de hojas, que deja correr al viento, que le permite que suba y baje por sus ramas mientras canta, mientras gime, mientras se mece y cruje bajo la tarde inacabable.
Mi generación aún no sabe que los ángeles sólo mueren en invierno o que dios es una hermosa pregunta que encierra demasiados silencios.
Es cierto. No sabemos enfrentarnos a palabras como Existencia, Sucede o Naufragio.
Aún asÃ, tiene su mérito ser capaz de sobrevivir, en esta habitación que es el mundo, sin ponerle flores a los muertos, entre la soledad de las metáforas y la deriva de los cuadernos.
Porque nosotros nacimos cuando morÃa el invierno. |