|
viernes, 04 de enero de 2008 |
CARLOS AGUIARMúsica de Papagüevos II
Santiago Gil
Ayer perdà al mejor amigo de mis primeros veinte años de vida. Hubo otros, como fue Tano Mateos, con los que también aprendà a descubrir el mundo antes de que pasaran los años y cambiaran los escenarios de mi vida cotidiana. Pero no pasó eso con Carlos Aguiar. Justo entre los catorce y los veinte años fue cuando más unidos estuvimos, y también cuando empezamos a encontrar nuestros referentes comunes. Siempre estaba Serrat. Ahà fui yo el que me adelanté y el que con mi tozudez y mi fanatismo casi logré imponerlo para que escribiera la banda sonora de aquellos años. Carlos y yo llegamos incluso a conocer a Serrat en persona y viajamos con él entre Tenerife y Gran Canaria después de habernos corrido una farra en La Laguna con Saulo, VÃctor y los otros guienses que por entonces estudiaban en la ciudad del Adelantado. Yo coloqué a Serrat, pero Carlos colocó en mi vida a escritores fundamentales en mi formación humana y literaria. PodrÃa dar muchos nombres, pero por encima de todos siempre estaba Gabriel GarcÃa Márquez. No sé ni cuantas veces leÃmos, sobre todo él, Cien Años de Soledad para sacarle hasta el último detalle más oculto y para quedarnos perplejos una y otra vez ante el talento del gran escritor colombiano. Pero también por entonces catamos los mismos alcoholes como antes habÃamos compartido los primeros cigarros y los primeros sueños. Carlos, de niño, siempre fue el más inteligente y el más creativo de todos nosotros. Ya dije un dÃa que juntos intentamos escribir una novela a dos manos cuando tenÃamos doce o trece años, pero en todos los años siguientes no dejó de escribir, aun cuando la hondura de la herida de su alma le carcomiera la esperanza y la tranquilidad para acercarse a las letras. Con dieciocho años escribÃa guiones que luego eran grabados en Televisión Española, y me consta que Miguel Fortuny, uno de los grandes productores de este paÃs, le ofreció irse a Barcelona a desarrollar su inmensa capacidad creativa y la vis cómica de sus guiones. Cada dÃa tengo más claro que la vida es una cuestión de suerte, y que estamos irremediablemente en manos del azar. Sólo asà puedo entender el proceso de deterioro psÃquico de Carlos en los últimos años. Uno trataba de animarlo y de empujarlo fuera de la tristeza y de la depresión, y sobre todo tratábamos de ayudarle a vencer la maldita ansiedad que finalmente le ganó la batalla. Durante una época le pedà textos literarios que publicábamos en Diario de Las Palmas, y cada año, incluso cuando yo vivÃa en Londres, me pasaba los magnÃficos pregones que escribÃa para los carnavales guienses. Yo, al escribir, siempre lo he tenido presente: uno cuando escribe piensa en lo que pensarán de esos escritos unas cuantas personas, y Carlos, por supuesto estaba en ese grupo. Mi primera novela, escrita en Madrid a principios de los noventa, y que jamás será publicada por pueril, inmadura y previsible, sólo se la pasé a dos personas para que le echaran un vistazo, y él, claro, fue una de esas dos.
Hace veinticuatro horas que mi vida es un flashback constante. Aparecen recuerdos y vivencias de más de veinte años, desde aquellos interminables partidos de chapas en la plaza cuando salÃamos del colegio hasta cada uno de los amores que nos inventábamos y escribÃamos con tiza a todas horas por las calles. Fastidia saber que ya no dispondré del punto de vista de la única persona que vivió más de media vida junto a mà muchos de los momentos más mágicos y sublimes. En el fútbol, por ejemplo, Carlos también estaba tocado por los dioses, y si no llega a ser por el maldito asma que tanto refrenó su vida, yo estoy seguro que hubiera llegado donde le hubiera dado la gana. Algo parecido pasaba en los estudios: siempre era el empollón de la clase, aunque jamás ejercÃa como tal, o por lo menos nunca se chuleaba como lo hacÃan otros con un par de sobresalientes. Estuvimos juntos en clase, que se dice pronto, los ocho años de EGB y luego los dos últimos años de instituto, y también todas las horas de ocio entre medias, las mañanas de los sábados y los domingos, y posteriormente en las primeras parrandas, en las sonadas borracheras de cuando descubrimos el alcohol o en el acercamiento a los primeros amores. No tuvo suerte con las mujeres. Nunca entendà por qué, pero le hirieron más de una vez, y le costó mucho remontar el vuelo, y de hecho, por lo que me cuentan de sus últimos años, incluso le dejaron herido de muerte hace un tiempo.
Bueno, Carlos, cambio de caballo y de voz narrativa en pleno texto. Prefiero seguir hablando contigo y tenerte cerca, a lo mejor rememorando algún recuerdo, o cantando a voz en grito Querida o Penélope de Serrat, o algo del canalla Sabina que descubrimos recién salido aquel directo que tanto nos acompañó en las primeras farras de mediados de los ochenta. Es imposible hacerse a la idea de la desaparición para siempre de aquellas personas que piensas que van a estar al otro lado del teléfono toda la vida. Tú bien lo sabes porque lo viviste de cerca hace poco con tu padre, otro gran tipo, y con tu tÃa, y de hecho buena parte de tu tristeza reciente venÃa de esas pérdidas que tanto te dolieron. PodrÃa ponerme de nuevo serratiano y cantar contigo la ElegÃa de Miguel Hernández. Lo hago en silencio como mismo lo hicimos los dos más de una vez entonando los versos que MarÃa Teresa Ojeda nos ponÃa en las clases de Literatura del instituto. Anoche, por cierto, también estuvo por el tanatorio MarÃa Teresa. Pues imagÃnate, destrozada: para ella éramos sus hijos, y siempre presumÃa de nosotros como de sus mejores alumnos: nos enseñó a amar la literatura y nosotros nos dejamos enamorar fácilmente por versos y argumentos sin los que no hubiéramos concebido la vida en los años siguientes. Ya digo que pasa siempre, que no somos capaces de asumir las ausencias definitivas que nombraba Benedetti. Tú bien lo sabes porque siempre viste más allá que todos nosotros, y posiblemente fuera por esa visión más panorámica y real del mundo que vivimos por lo que caÃste primero que nadie en el desasosiego y la tristeza. “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribadoâ€. Lo escribo de memoria como lo cantaba Serrat. Asà estoy ahora Carlos, “sintiendo más tu muerte que mi vidaâ€. Igual me acerco dentro de un rato al cementerio a despedirte, o igual no tengo fuerzas y me quedo recordándote y recordándonos en cualquier banco de un parque o delante de un mar que hoy está más bravÃo y gris que otras veces: una vez más todo se ajusta a nuestro ánimo, y el mar, que en el fondo no deja de ser el espejo de nuestras propias almas, no podÃa nunca aparecer azul y radiante esta mañana. Siempre estarás detrás de cada renglón que escriba porque una y otra vez me preguntaré qué pensará Carlos Aguiar de todo lo que vaya escribiendo. Un placer haberte conocido, amigo. Por aquà andaremos cuidando tu memoria y los muchos buenos ratos que nos regalaste.
4 de enero de 2008.
IR A LA WEB DE SANTIAGO GIL
Diseño gráfico de José Miguel Valdivia.
|
Modificado el ( domingo, 06 de enero de 2008 )
|
|
FUERA DE JUEGOPor Santiago Gil
Me ha pasado muchas veces a lo largo de la vida. Un buen
dÃa te ves en una ciudad extraña o en la sala de embarque de un
aeropuerto y te preguntas qué estás haciendo y hacia dónde estás
conduciendo tus pasos cada vez más apurados y estresantes. Pero también
te pasa al lado de tu casa, o cuando la muerte te golpea de cerca, o en
esos dÃas que amanecen tristes incluso antes de que tú despiertes y
entres a formar parte de la comedia diaria. |
Leer más...
|
|
MÚSICA DE PAPAGÜEVOS (1) |
La saudade de los geranios |
Música de Papagüevos
Por Santiago Gil
Las
calles olÃan siempre a potaje y a sotal. Cada casa proponÃa un viaje
gastronómico diferente, y cada vecina limpiaba su trozo de acera como
si fuera una parte más del pasillo o del corredor de su propia
vivienda. Siempre habÃa alguien baldeando o mandándonos a la otra acera
para que no pisáramos lo mojado.
|
Leer más...
|
|
B I B L I O G R A F Ã A |
Reseña del libro de Javier Estévez "DÃas de paso"
Santiago Gil
Javier
Estévez acaba de publicar su primera novela. Para cualquier escritor
ese momento es inolvidable. No es su primer libro publicado, pero sà el
primero en el que la ficción trata de contar lo que a veces no
conseguimos entender por más que tengamos las respuestas delante de
nuestros propios ojos.
|
Leer más...
|
EL JUEVES 24 A LAS 20:30 HORAS
Presentación de la primera novela de Javier Estévez
El
próximo jueves 24 de abril será presentada la primera novela de Javier
Estévez DomÃnguez, acto que tendrá lugar en el Teatro Cine Hespérides
de la ciudad de GuÃa de Gran Canaria. Ese dÃa el autor estará acompañado
de Gloria Betancor y Pedro DomÃnguez que hablarán del autor y
presentarán la novela al público.
|
Leer más...
|
EN FORMATO ELECTRÓNICO "El destino de las palabras", de Santiago Gil, puede adquirirse en Amazon
Attikus
Editores acaba de editar la novela escrita por Santiago Gil, El destino
de las palabras. El nuevo proyecto editorial comandado por Guadalupe
MartÃn Santana inaugura con este tÃtulo su catálogo de propuestas
literarias.
|
Leer más...
|
|
|