Cuando no tenĂamos apellidos
Hubo una Ă©poca en GuĂa donde muchos de sus vecinos eran
identificados mĂĄs por sus apelativos que por su verdadero nombre y apellidos. Por Juan DĂĄvila.
La acepciĂłn que cada uno tenĂa guardaba relaciĂłn con algo o con alguien de su
familia que por los motivos que fueran pervivĂan asĂ en la mente de sus
conciudadanos los cuales utilizaban el correspondiente apelativo sin ningĂșn
sentido peyorativo todo lo contrario lo hacĂan con cariño y a veces hasta con
respecto. Eran muchos los que habĂan y por eso quiero dedicarles este trabajo
con todo el afecto que me merecen âsus descendientes-, que los habrĂĄn, aunque
muchos se han perdido con el paso del tiempo pues el devenir generacional y la
casi no utilizaciĂłn de tales apelativos hace que nadie los recuerde. Todos
tenĂan un punto de partida y solĂan guardar relaciĂłn con los nombres de sus
antepasados en la mayorĂa de los casos incluso se derivaban de las zonas donde
habitaban, otros eran meros nombretes sin relaciĂłn familiar y que obviamente se
le imponĂan a una persona determinada por su identificaciĂłn con algo o con
alguien con el que mĂĄs o menos tuviera un cierto parecido. Pero lo mĂĄs
simpĂĄtico del tema era que tales apelativos se hacĂan hereditarios y
sempiternos. AsĂ y como ejemplo cuyo contenido ampliare, estaban los de
âerasmitasâ apellidados del Pino que vivĂan en las inmediaciones de la ermita
de San SebastiĂĄn, de los que recuerdo a Pedro, Ignacio, Tomas, Antonio, Pepe y
a varias hembras, cuyo apodo les venĂa de su madre que se llamaba Erasma Roque.
Lo mismo pasaba con los âmarinasâ cuyo apelativo llevaban el marido y los hijos
de Marina GonzĂĄlez Ălamo, hermana de mi abuela Petra, estos eran, Manuel
RodrĂguez, Manuel, Antonio, MarĂa de GuĂa y Marcos RodrĂguez GonzĂĄlez. Los
âvĂtorinosâ cuyo renombre cayo en Manuel GonzĂĄlez Ălamo hermano de mi abuela
tambiĂ©n, -y padre de Manolo, Darias, MarĂa Teresa, Pepe, Laudelina y Pedro
GonzĂĄlez Sosa cronista oficial de Santa MarĂa de GuĂa- especialmente como
pseudonimo en sus tiempos de luchador, y que tenĂa su origen en el nombre de su
madre Vitorina Ălamo. Los âblancosâ de San Roque, abuelos y tĂos de Sayo hoy
artista polifacético, de los que recuerdo a Juan, Adolfo, Camilo, Pino y otros.
Los âsalustianĂłsâ o salustias, hijos de Salustiano Ălamo
que tenĂa siete hijos, NĂ©stor extraordinario intelectual y compositor de
insignes y emblemĂĄticas obras entre ellas Sombras del Nublo, Fabio, Isidoro,
Conrado, Augusto, Leoncio y Alberto. Los âbuenosâ formados por Juan bueno y sus
hijos. Los âtroyasâ con Manuel GonzĂĄlez el troya y sus hijos, Paco, Cayetano,
Juan Manuel, Dalila y Mari Lola. Los âpadronesâ, una familia muy extensa, de
los que se decĂan ficticiamente que tenĂan su propio cementerio en la Montaña del Gallego,
destacar entre estos a Salvador PadrĂłn Ălamo, que fue durante muchos años
primer oficial del Registro de la
Propiedad de GuĂa, a Braulio PadrĂłn que trabajo en GĂĄldar en
la farmacia de JosĂ© MarĂa HernĂĄndez Otero y otros menos conocidos que residen
en la Atalaya
y San Juan. Los artiles, descendientes de Manolito y Anita Artiles fotĂłgrafos
de GuĂa. Los âbarrabasâ, hijos de Blas Mendoza, Blas, JosĂ© âconocido por Pepito
el de maestro Blas-, Antonio taxista, Manolo, Ignacio, Pino y Pilar. Los
âtigresâ cuyo apelativo correspondĂa a dos familias que no tenĂan ningĂșn
parentesco, los de Dominguito especialmente su sobrino Perico y los de Gabriel
conocidos por los âcuevasâ. Los âporinâ, formados por maestro Pedro EstĂ©vez
conocido por Pedro porin zapatero y sus hijos Pedro conocido por Perico el brisa,
Paco taxista, Nitin, que trabajo siempre en GĂĄldar para Federiquito MartĂn y
posteriormente para Pablo MartinĂłn como chofer y jardinero. Los âbarranquerasâ,
formados por Cayetano Mendoza marcador de plĂĄtanos y sus hijos, Cayetano, Bartolo,
-casado con Nena hija de Francisco Miranda Santiago y Mercedes Ossorio Jiménez
de la finca de las Huertas-. Los âburrosâ, que estaban formados por dos
familias las cuales no tenĂan ningĂșn vinculo familiar, los de Domingo conocido
por el burro negro casado con MarĂa de GuĂa Reina GonzĂĄlez y sus hijos Gaspar,
Domingo y Paca, casada esta con Pepito Molina el ciego y los de Gregorio
Miranda y sus hijos, Pancho, Gregorio, Emerita, Luz Marina y Mari Miranda
Santiago. QuizĂĄs de las familias existentes en GuĂa a las que mĂĄs apelativos se
les conocĂan eran a los âchirgosâ, âcueterosâ y âcanutosâ todos arrogados casi
a una misma familia ya que algunos de sus miembros unieron sus destinos al
contraer matrimonio entre ellos, los Aguiar y los Vegas, que constituyeron unas
familias con una enorme descendencia, las cuales estaban encabezadas las
primeras por Manuel, Antonio, Ignacio Aguiar Suårez, etcétera, con un montón de
hijos, nietos y sobrinos, destacando entre estos Nicolas Aguiar Jiménez y sus
hermanas, Antonio, Juan Fernando y Ursula Aguiar, -esta ultima madre de los
Caleros-, Manolo, Ăico, Mario, Roberto, Juan Aguiar Moreno y sus hermanas hijos
de Manuel, Eduardo Aguiar y sus hijos destacando entre estos Blas conocido por
el macho insigne mĂșsico y sus hermanos, Antonio, Zoila, Ignacio Aguiar Vega
hijos de Ignacio y otros, los hijos de Antonio el chirgo, Paca, Mercedes, Pino,
Antonio y Juan Aguiar Ossorio. Los Vegas con SebastiĂĄn Vega conocido por
Chanito el canuto, sus hermanos, hijos, nietos y sobrinos entre los que
destacaban Paco y Manolo, este ultimo también conocido por Fatiga, Chano el
barbero y su hermano Antonio, que eran chirgos y canutos, -este ultimo padre de
nuestro director Antonio
Aguiar DĂaz-, en Las Palmas especialmente ubicados en la
calle Tomas Millar recuerdo a Chana y a sus hermanos, en Tenerife a Carmen
casada con un tal Castillo de GĂĄldar. Hasta en la Habana existĂa un banco,
-conocido por la banca Vega- cuyo propietario era un canuto de GuĂa, mi padre
me comentaba que el citado banco brillo esplendorosamente en la Ă©poca de la
danza de los millones siendo presidente de Cuba Gerardo Machado, en la banca
Vega todos los isleños hacĂan sus transferencias y operaciones financieras y
que la misma tuvo siempre hasta que llego la moratoria una gran importancia en
toda la isla caribeña.
Este trabajo ha sido realizado con todo el respeto que se
merecen los personajes citados, nunca desde la perspectiva de un sentimiento
peyorativo o despreciativo. Estas familias a las aquĂ cito son dignas de un
gran reconocimiento y mi afecto y cariño hacĂa ellas no tiene parangĂłn, muchos
de ellos fueron grandes amigos de mi familia y los mĂĄs jĂłvenes mĂos. Por todo
ello quiero aquĂ ahora, dejar bien claro mi elogio mĂĄs sublime a toda esta
gente que como ciudadanos de mi pueblo dejaron una impronta de gran relevancia
en el desarrollo del mismo. He omitido algunas familias adornadas con unos
apelativos muy singulares tales como, los carneros, los pochibios, los pinas,
las ortegas, -que me tocan a mĂ de cerca pues eran hermanas de mi bisabuela-,
los herreros pseudĂłnimo con que eran conocidos mis tĂos, y otras con las cuales
intentare darle forma a una segunda parte de apelativos guĂenses.
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Apelativos guienses (II)
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