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domingo, 27 de marzo de 2011 |
EL VALOR DE LAS COSAS Y EL ESFUERZO DE LAS PERSONAS
Antonio Aguiar
Hoy más que nunca los guienses debemos romper una lanza en favor de lo Público. Corren malos tiempos para la Política. ¿Serán posibles en el futuro iniciativas públicas como la que ayer hemos presenciado con la reapertura del Teatro-Cine Hespérides? ¿Disfrutarán las futuras generaciones de nuevas infraestructuras colectivas de esta envergadura?
Los medios de comunicación, actores políticos de primera magnitud, han encontrado en los escándalos la jugosa noticia que aúna el impacto -es decir, la audiencia- y el ennoblecimiento de actos informativos a menudo dictados por motivaciones espurias. Cuando los medios contribuyen a precisar al máximo las responsabilidades y a explicar la realidad en toda su complejidad resultan útiles socialmente. Dejan de serlo cuando extienden de forma genérica la mancha de la corrupción. E incurren en la más clamorosa negligencia cuando simplifican hechos y argumentos para que el tertuliano de turno brille con una confusa y enfática diatriba, en la que solo queda clara la frase: "los políticos dan asco" (IRENE LOZANO. EL PAIS del 07/03/2011)
No olvidemos que, en los regímenes parlamentarios, "política" y "democracia" son casi sinónimos: el deterioro de la primera equivale al de la segunda. Esa furia general, de puro antipolítica, resulta profundamente política, como indica la experiencia de aquella Italia hastiada de la corrupción de Tangentópoli que se echó en brazos de Berlusconi. Su primera victoria en 1994 fue sencilla, solo tuvo que despertar las fantasías ciudadanas, como relata Indro Montanelli en sus memorias: "La gente estaba enfervorizada con lo nuevo. Qué era eso nuevo en realidad nadie lo sabía, y gran parte de la opinión pública aceptó encarnarlo en Berlusconi. Para conquistar a la masa fue suficiente un lenguaje no político que camuflaba la nada".
Como puede observarse, no sólo está en cuestión "lo Público" por la falta estructural de recursos que estamos padeciendo y vamos a sufrir, sino la propia Democracia, que es palabra mayor.
"Entretanto, los más honrados de entre nuestros representantes se quedan en un rincón recibiendo pedradas. Permiten que solo tengamos noticia de mayordomos diligentes, tratantes de ganado vegetarianos o corruptos indeseables. No se atreven a decir lo fundamental: que la solución para poner algo de orden en este caos no es menos política, sino más" (Irene Lozano).
En fin, es justo reconocer la labor de quienes han impulsado y se han esforzado para que los guienses, y los ciudadanos de la comarca, podamos disfrutar de nuevo de una instalación magnífica para la Cultura. Conciertos, obras de teatro, conferencias, mesas redondas, danza, cine por supuesto, y un largo etcétera que unos buenos gestores intentarán ofrecernos.
Fernando Bañolas desde el Ayuntamiento, en su época de Alcalde; José Miguel Pérez, Carmelo Ramírez y Encarnación Galván desde el Cabildo; Pedro Rodríguez, entonces teniente de alcalde y hoy presidente del Ayuntamiento; Mari Carmen Mendoza, concejal de cultura; los técnicos y funcionarios del Ayuntamiento guiense y del Cabildo, y un sinnúmero de profesionales y colaboradores han hecho una labor sensacional. La obra de rehabilitación ha respetado el diseño original del cine, los retoques de decoración se han hecho con gusto, la acústica es buena, en fin, una obra bien pensada y mejor ejecutada.
Al lado de todo ese ruido mediático sobre la política al que antes nos referíamos hay realidades tangibles de gran trascendencia para los ciudadanos, bien es verdad que con cargo a los impuestos, pero algunos las promovieron y merecen el reconocimiento, aunque sea silencioso, de todos los guienses.
26 de marzo de 2011.
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Modificado el ( domingo, 03 de abril de 2011 )
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O P I N I Ó N |
EL DOCEAÑISTA PEDRO GORDILLO
Por Erasmo Quintana
Hace bien poco, el 24 de septiembre pasado, tuvo lugar en la ciudad de San Fernando, antigua isla de León, Cádiz, la celebración del doscientos aniversario de las Cortes Constituyentes gaditanas, pues en dicha fecha, pero de 1810, los representantes de la soberanía nacional que formaban la Cámara abrían sus sesiones.
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