El reciente traslado de los restos
mortales de dos recordados párrocos de Guía –José Martín Morales y Bruno
Quintana Quintana- desde el cementerio de la Atalaya a la iglesia de de
la localidad ha hecho revivir y recordar la presencia en aquella ciudad
norteña del escultor Eduardo Gregorio López Martín, presencia que se
debió, precisamente, a su parentesco directo como sobrino del primero de
los sacerdotes que regentó la iglesia de Santa María desde 1912 hasta
1935.
La premura en el tiempo y la brevedad
exigida para el trabajo que publicamos el pasado sábado día 21 sobre las
figuras de los personajes que protagonizaron aquel traslado nos privó de
enriquecer su contenido con un dato que consideramos importante para la
vida religiosa y artística de Guía de Gran Canaria. El escultor Eduardo
Gregorio
talló, me dicen que es en madera de cedro, el extraordinario y
magnifico púlpito de aquella iglesia que incluye un no menos artístico
"tornavoz", de cuya obra presume no solo el estamento religioso sino la
ciudad entera que lo tiene como uno de los más valiosos concebidos y
tallados ricamente en el pasado siglo XX. De Eduardo Gregorio son,
también, las dos puertas laterales del altar mayor, asimismo ricamente
talladas en el mismo tipo de madera, obras que realiza, precisamente, en
tiempos en que su tío, el mentado José Martín Morales, regentaba la
parroquia.
Pero ¿por qué surge esta obra,
considerada como de las primeras y mas importantes talladas en madera y
que realiza el ebanista primigenio que fue Eduardo Gregorio, pues a él se
deben también las dos tallas de frutas y flores que están a la entrada del
teatro Pérez Galdós y que realizó entre 1926 y 1928?. Precisamente por su
parentesco con el responsable de la parroquia y cuya génesis hemos
intentado pergeñar aquí aportando algunos datos imprecisos en el tiempo
pero ciertos en su acontecer.
Nacido en 1903, Eduardo Gregorio –hijo
de una hermana del párroco llamada Sebastiana a quien todos conocían
cariñosamente como "Chanita" --realizaba en aquella época frecuentes
desplazamientos a Guía para visitar a su tío, a quien atiende dos sobrinas
llamadas Julia y Aurora que aún son recordadas allí por las gentes de mas
edad. También residió allí otra sobrina, hija de otra hermana, llamada
Candelaria que en la actualidad tiene 92 años y reside en La Antigua, en
Fuerteventura, quien ha proporcionado valiosos datos, algunos no con tanta
precisión teniendo en cuenta su avanzada edad, y que recuerda que formó
parte del primer grupo de niñas que iniciaron las clases en 1928
inaugurado el colegio fundado por Lolita Sosa. En uno de estos viajes,
cree recordar Candelaria, situados entre 1925 y 1926 y cuando cuenta entre
22 o 23 años su tío le hace el encargo a Eduardo Gregorio del púlpito y de
las puertas laterales del altar mayor que allí realiza y sobre cuyas obras
nos dio en su día, hace ya algunos años, algunos datos Francisco Miranda,
conocido cariñosamente como "Pancho Serío", que recordaba que,
efectivamente, a mediados de los años veinte del pasado siglo fue testigo
de este trabajo del artista y del montaje de aquellas.
Lo que no hemos podido averiguar, porque
no hemos localizado en el archivo parroquial de Guía dato alguno, es quien
pagó este trabajo ni la madera comprada al efecto, suponiendo que pudo ser
algún personaje pudiente de la localidad, porque no imaginamos a don José
Martín Morales con suficiente holgura económica como para sufragar de su
bolsillo el encargo a su sobrino, aunque bien pudiéramos equivocarnos.
La vinculación, por este parentesco con
el párroco, de Eduardo Gregorio con Guía le llevó también a realizar el
busto en piedra de Luján Pérez que el Ayuntamiento le encargó sobre 1930
para colocar en la "Plaza Chica", supliendo de esta forma el incumplido
acuerdo municipal de 1915 cuando se conmemoró el primer centenario del
nacimiento del artista de dedicarle la localidad un monumento al ilustre
paisano imaginero. El descubrimiento del busto de Eduardo Gregorio tuvo
una anécdota muy sabrosa recordada por mi hermano Manolo que la vivió,
siendo niño, en primera persona pues los alumnos de la escuela en la que
estaba fueron llevados a la plaza para asistir al acto. Para su
inauguración se cubrió la escultura con un trozo de tela roja hasta que
llegara de Las Palmas, para asistir al acto, una comisión de intelectuales
y artistas. Pero antes de la llegada de aquellos personajes llovió y el
busto quedó teñido con la preocupación consiguiente que suponía el
deslucimiento del acto. La cosa se solucionó gracias al no menos recordado
don Blas Saavedra Medina que en aquellos tiempos tenía representaciones
comerciales entre las cuales vendía una especie de detergente, que se
utilizó con un cepillo y pudo eliminarse, en gran parte, el rojizo color
que había manchado la blanca piedra del busto que todavía se encuentra en
dicha plaza, frente al ayuntamiento.
Esta fue, aunque contada aquí con los
datos que hemos podido averiguar, la razón de la vinculación de Eduardo
Gregorio con Guía gracias a la que hoy podemos gozar de varias obras suyas
de ebanistería y escultura. |