Saso García, conocido por Sasito, fue una
persona que mantuvo una gran amistad con todos los jóvenes de mi
generación, especialmente por la relación que nos unía por ser todos
miembros de Acción Católica. Sasito era hijo de Faustinito García del
Pino, que tenía un molino en el Lomo al lado de lo que hoy es la tienda de
Arturo Díaz, además de el estaban sus hermanos Tino y Mercedes, -esposa
esta que fue del General ciego Luís Lodos-. Este entrañable personaje
tenia una mentalidad algo retrograda, no es que fuera retrasado ni mucho
menos solo que sus reacciones solían ser bastantes infantiles. Sus
facultades psicomotrices estaban algo afectadas especialmente en sus
extremidades inferiores que le producía una cierta dificultad para
caminar, cosa que hacía con las puntas de los pies.
Al respecto citar que un buen amigo mío llamado Paco Trujillo, le saco
punta a este defecto de Sasito sin menospreciarlo y mucho menos con el fin
de burlarse o dañarle en lo referido a su persona, que constituía una
frase con el siguiente contenido, decía Paco:
-saben Vds., cual es el colmo de un zapatero ponerle tacones a los
zapatos de Sasito-, y efectivamente así era pues como ya he dicho solo
utilizaba la punta de calzado para caminar. Era un lector empedernido, sus
títulos preferidos, los constituían los TBEOS, las historias del Capitán
Trueno, el Jabato, el Pirata Negro, las novelas de Marcial Lafuente
Estefanía, Fidel Prado, Billy Barnes, Doc Savage, la Sombra y otros de
similares características.
Por encargo de Don Bruno, cura párroco de Guía por aquellas fechas,
-aproximadamente las citadas al inicio-, Sasito era el censurador oficial
de la parroquia y quien calificaba los números de las películas que se
proyectaban en el Cine Hespérides, que iban desde el 1 al 4, pasando por 3
con R, que significaba tres con reparo. Al efecto Sasito asistía a la
proyección de prueba de los filmes que se iban a proyectar y el los
calificaba a su libre albedrío, los jóvenes siempre discrepábamos de esas
puntuaciones que se ponía en un tablón de anuncios dispuesto al efecto en
la puerta de la iglesia.
Esos números que Sasito le daba a las películas, tenían el siguiente
significado: el 1 apta para todos, el 2 no apta para menores, el 3 apta
solo para mayores con relación a su edad y capacidad intelectual, el 3 con
reparo se consideraba peligrosa para todos y el 4 no apta para nadie. Como
ya he dicho a nosotros los jóvenes que teníamos entre 15 y 18 años nos
resultaba cómica la determinación de Sasito, pero es de justicia decir que
la mayoría de los parroquianos de la época aceptaban sin rechistar la
decisión numeraria del personaje en cuestión y acataban las mismas. Casi a
finales de los años cuarenta llegaron a la pantalla del cine de Guía,
películas bastantes escandalosas para los momentos que vivíamos, tales
como Gilda, con Rita Hayword y Glen Ford, Bedelía, Las Zapatillas Rojas,
Casablanca, etc., que Sasito puntuó de manera determinante con un 4. Decir
al respecto que la gente de mi pueblo no se tomo muy al pie de la letra
este número fatídico y los llenazos en el cine fueron de los que hacen
historia.
Sasito marcó sin lugar a dudas una página grandilocuente dentro de la
historiografía de Guía, era un personaje singular, cariñoso, afectivo y
cuando salíamos del Colegio nos reuníamos con el en la plaza Chica, donde
nos contaba las batallas más inverosímiles de cuanto había leído aquel
día.
Los pequeños y los jóvenes le teníamos un gran apreció y lo pasábamos
muy bien junto a el, pese a sus limitaciones era una verdadera
enciclopedia, consecuencia lógica de ser una persona que siempre estaba
leyendo, aunque lo que leyera no tuviera connotaciones literarias de gran
relevancia. Le recuerdo muy bien sobre todo aquella risita burlona que a
veces empleaba. Cuando nos reuníamos para jugar a "pincha la uva" el nos
hacía de "partenaire", sentado en su banco preferido sostenía entre sus
pies al primero de la fila, ni que decir tiene que cuando alguno de
nosotros nos caíamos hacía fiesta y se reía con una sinceridad pasmosa.
Sin lugar a dudas Sasito debe figurar con luz propia entre los
personajes populares de nuestro amado pueblo por las grandes virtudes que
les revestían ya que fue un gran protector y consejero de todos los niños
y jóvenes que a el nos acercábamos. Me ha emocionado sinceramente
recordarlo, pero de verdad que me he sentado bien así hacerlo.