Revista digital sobre el municipio de Guía de Gran Canaria (ESPAÑA) 

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LOS REPARTIDORES DE AGUA

Por Juan Dávila-García

En aquellos años de bonanza donde la existencia de agua era muy abundante, los aguatenientes tenían que delegar en una serie de personas para que las representasen y en algunos casos eran ellos mismos los que asistían a las juntas o asambleas donde se hablaba y se trataban todos los entresijos derivados del este rico elemento de vital necesidad. La pujanza de la agricultura era tan notoria que cualquier persona que estuviese en posesión de una fanegada de plataneras (1 fanegada 5.475 metros y 1000 matas plantadas) era considerado un hombre rico. Toda esta parafernalia tenía como fundamento primordial la riqueza hídrica de la zona donde destacaban las galerías y los pozos artesanos diseminados por toda la geografía guíense y lugares limítrofes, recordar entre estas/os la existencia de muchas/as que tenían su propia denominación, así las galerías del Calabozo y Paso, Ingenio Blanco, los pozos de la Felicidad, la Realidad, el del Cañón propiedad de doña Ramona García que durante muchos años abasteció a toda la municipalidad guíense para su uso domestico, los manantiales del agua de Fontanales que pasando por Guía perfectamente canalizados –ejercían como fuerza motriz en los diferentes molinos existentes tales como el de Florencio Galván, el de Luisito, Paco Roque, Lola Tovar, el de Orihuela y el de Bartolito Molina ya en tierra galdenses-, y que se perdía perfectamente aprovechada en las tierras de labranza ya en Gáldar después de haber transportado una cantidad ingente de azadas de agua.

A estos mercaderes y profesionales se les llamaban –repartidores de agua- (en el sur de la isla eran conocidos como "rancheros") ya que comercializaban con ella dándole a la misma la importancia que en gran medida tenia. Se reunían en el hall del Banco de Bilbao cuando este estaba situado en la plaza, y si las condiciones meteorológicas lo permitían en la plaza grande o en las graditas de la iglesia. En las asambleas diarias que celebraban estos profesionales –unos diez o doce-, podíamos contemplar a; Eugenio Padrón, Valentín Castellanos conocido por Tintín, Manuel Rodríguez, Juan el "pelú", Felipe Miranda al cual llamábamos el de Calixto, Panchito Padrón, Eusebio García, Benigno Rodríguez, Cuco Sarmiento y otros. La conformación de este grupo de personas no constituía ningún tipo de institución oficial, sin embargo los acuerdos que tomaban eran respetados por todos los agricultores y compradores de agua los cuales aceptaban sin ambages cuanto en sus reuniones se acordaban.

En estas reuniones o asambleas, se tomaban las medidas que se consideraban de interés para el reparto equitativo del agua, tales como precios –por hora- que en algunos casos alcanzaban unas cotas desmesuradas especialmente en las épocas de sequía, aceptando la desvalorización de la misma propiciado por las fuertes lluvias tan propensas en aquellos tiempos sin ningún tipo de problema. Se concedían las "dulas" y las concesiones de horas de riego a los diferentes agricultores que a ellos recurrían, al efecto cada repartidor llevaba su "libretita" donde anotaban los compromisos que adquirían con todos estos regantes.

Siendo yo bastante joven arribo a Guía un señor de Las Palmas conocido por Martín Vera dispuesto a construir pozos artesanos y galerías en diferentes lugares de las zonas altas y medianías de nuestra municipalidad, que entablando relaciones con diferentes agricultores inicio con ellos una especie de consorcio para realizar lo que denomino una encomiable labor en pos de conseguir más agua para toda la comarca –y eso que la había en abundancia-, el citado señor engañando a sus socios algunos de los cuales habían aportado en la inversión propuesta bastante dinero, se dedico a "salar" la mayor parte de las perforaciones que hizo para hacerles creer que había agua en abundancia para ello recurría al truco del salado, que consistía en mojar de manera abundante el seno del pozo o fondo de la galería –cuando tenían 20 o 30 metros perforados-, lo que generaba en los miembros del consorcio una alegría infinita al ver el éxito del proyecto. Una vez obtenido por parte de los agricultores "engañados" más dinero para seguir con los trabajos iniciados según el, desaparecía llevándose todos los fondos reunidos. Fue una praxis muy común en aquellos tiempos los "salados" de los pozos y galerías. Habían muchos desaprensivos que la ejercitaban, pero por encima de todos ellos estaba la actuación mafiosa del citado señor como así se acredito en Guía. La practica de salar minas –en este caso- se llevo a cabo en los EE.UU, especialmente en California en el año 1877 cuando la fiebre del oro hizo emigrar a mucha gente hacía este estado en busca de eldorado, que consistía en sembrar a la entrada de la mismas trozos de cuarzo con ribetes aureos, lo que hacía creer a los mineros de la existencia en las mismas del tan apetecible metal.

Aunque por lógica he tenido que hacer un repaso histórico de la efervescencia del agua -y otras comparaciones-, en nuestro pueblo cuya abundancia brillaba con esplendor, no me olvidado de los repartidores, gente honorable que desde muy tempranito se acercaban a Guía a vocear y discutir los entresijos de la misma ya expuestos y a coordinar los repartos y las necesidades de cada regante durante los días venideros. Esta junta de repartidores las cuales se llevaban a cabo entre las 8 y las 12 horas constituían un acto más en la preponderancia de mi pueblo que por aquellos tiempos lucía con gran esplendor.

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Juan Dávila-García

jocdavila@yahoo.es

Febrero de 2007.

info@guiadegrancanaria.org

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