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jueves, 08 de noviembre de 2007 |
EL CARRUSEL DE LOS LUNESMúsica de Papagüevos II Santiago Gil
Cuando se escribe se quiere detener el tiempo. Pero por más comas que le pongamos al texto el tiempo ni se detiene ni deja de dibujar sus rastros en nosotros y en todas las cosas que nos rodean. Ya lo decÃa el poeta: nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Otra cosa son los fogonazos que nos permiten husmear las brasas casi apagadas de otros tiempos. A mà me ha pasado hoy con el soniquete de los programas deportivos de los domingos por la tarde. TodavÃa hoy me gusta poner de fondo el sonido de los goles y el apasionamiento de los comentaristas que hablan desde San Mamés, el Santiago Bernabéu o BalaÃdos. Las tardes de domingo siempre tenÃan de fondo el nombre de épicos futbolistas y de estadios que recitábamos de carrerilla. Entonces la Unión Deportiva Las Palmas también participaba en el festÃn de los grandes, aunque para seguir al equipo amarillo contábamos con voces más familiares y cercanas como las de Antonio Lemus, Pascual Calabuig, Nanino DÃaz Cutillas o Segundo Almeida. La radio estaba siempre de fondo, sin molestar ni en nuestros juegos ni en las conversaciones de nuestros mayores, y sólo se reparaba en ella cuando llegaba un gol importante o faltaban pocos minutos para culminar alguna gesta deportiva.
Hoy he vuelto a dejar que el sonsonete del Carrusel Deportivo aligere la tristeza del domingo por la tarde. Y sobre la marcha he viajado en el tiempo a los lunes por la mañana camino del colegio del barranco. No recordaba desde hacÃa años al señor en silla de ruedas que estaba siempre en el callejón que está frente al cine Hespérides. Tú corrÃas barranco abajo, o bien andabas dando vueltas por los alrededores de la plaza, y siempre te lo encontrabas en su silla de hierros con un gran aparato de radio apostado a su lado. Nos contaban que habÃa tenido un accidente de moto. SolÃamos preguntarle a su hijo Ãlvaro por los detalles de ese accidente, pero el chiquillo trataba siempre de cambiar de tema y de improvisar cualquier juego que contribuyera a no remover sufrimientos. El recuerdo de este señor y de las torturas mañaneras de los lunes me lo ha traÃdo el fútbol. Desde nuestra clase se escuchaba siempre de fondo el carrusel deportivo del domingo anterior. El padre de Ãlvaro lo grababa y lo escuchaba los lunes por la mañana como si viviera el domingo. La estampa era algo surrealista: mientras nosotros tratábamos de memorizar la tabla del siete, de fondo escuchábamos los goles de Kempes o de Morete como si fueran en directo. Todo el pueblo, cuando alguna vez salÃas del colegio a media mañana, parecÃa marcado por la tristeza de los lunes. Me pasa lo mismo cuando estoy en cualquier ciudad del mundo, incluso aunque ande de vacaciones. Es como si el malhumor, el miedo y el bajón anÃmico de la gente se concretara en el color del cielo y en la energÃa del ambiente. Pero en medio de esas sensaciones, lo único que ponÃa luz y alegrÃa era el sonido diferido del carrusel deportivo que salÃa de la radio de aquel señor de la silla de ruedas. Por un momento creÃas que era posible el milagro de regresar atrás, pero luego seguÃan las clases, los exámenes y el deseo de que las horas pasaran cuanto antes para volver a casa o a los juegos de la calle. Al mediodÃa, cuando salÃamos del colegio y dejábamos atrás el puente del barranco, todavÃa estaban los partidos en pleno auge. Yo creo que ponÃa las cintas varias veces, y alguna vez, se comprende que con necesidad de olvidar un poco más la grisura cotidiana, las ponÃa en mitad de la semana. Nos parecÃa una cosa de locos. Incluso puede que nos burláramos de sus nostalgias futboleras; pero resultaba mágico verlo celebrar los goles o emocionarse como si no supiera de sobra lo que iba a pasar. Supongo que serÃa una de sus defensas ante el tedio y ante la impotencia de verse postrado en una silla. SonreÃa y se emocionaba. Y de alguna manera viajaba a otra realidad más acogedora. Intentaba quedarse en el domingo todo el rato. En el fondo era lo que también soñábamos todos. Nunca querÃamos salir del domingo ni del carrusel de juegos y de sueños que nos regalaba la fiesta y la inexistencia de horarios y de obligaciones. Hoy me han dado ganas de grabar el carrusel deportivo para ponérmelo cualquier dÃa de la semana en el mp3 camino del trabajo. Aquel hombre sabÃa soñar los domingos. Supongo que porque no le quedaba otro remedio. Ahora que han pasado los años lo he acabado entendiendo. Entonces su empeño radiofónico parecÃa algo fuera de toda lógica. Sé que, al igual que ocurre con las comas y los puntos cuando escribes un texto, no podré detener el tiempo que va pasando ante nosotros cada vez más raudo y menos intenso. Pero sà que podrÃa colocar algunas luces festivas en el camino que va quedando atrás. Y algunas voces. Nunca tendrÃan la misma intensidad del directo, pero al menos me permitirÃan soñar y esbozar una sonrisa beatÃfica por lo feliz que he sido y por la buena gente que he ido conociendo en este viaje. Si me dejaran, elegirÃa la misma sonrisa de aquel hombre triste que se creÃa sus propias mentiras para poder seguir sobreviviendo.
Noviembre de 2007.
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Diseño gráfico de José Miguel Valdivia.
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Modificado el ( martes, 20 de noviembre de 2007 )
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LOS NIÑOS CON BOTASPor Santiago Gil
Supongo que muchos niños seguirán naciendo con los pies
planos. A lo mejor serÃa lo más deseable para andar por el mundo. Tal
vez la naturaleza, que es sabia y actúa según los principios de Darwin,
no quiere que nos asentemos a la tierra y pisemos seguros sobre ella,
entre otras cosas porque el planeta cada vez está más complicado de
pisar. |
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ESPECIAL
1811-2011 |
En 1811 regÃa el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José
Almeida DomÃnguez, y destacaban como figuras preeminentes
nacidas en GuÃa tres nombres propios que han pasado a la
historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo
y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael
Bento y Travieso.
Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas
Canarias en el siglo XIX, GuÃa sufrió especialmente ese mismo
año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre
amarilla.
Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la
epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó
materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo
protagonizar a los vecinos de las medianÃas guienses aquella
famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada
año sacarÃan a la Virgen de GuÃa en procesión. Cumplióse el
ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la
cigarra y desde entonces en GuÃa se celebra cada septiembre la
votiva y popular Fiesta de "Las MarÃas"
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V Ã D E O S - D E - 2 0 0 8 |
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CRÓNICAS DEL AYER |
A treinta años del fallecimiento de Mr. Leacock
Por Augusto Ãlamo Suárez, Ingeniero agrÃcola, y Sergio Aguiar Castellano, Archivero Municipal de GuÃa Cuando el empresario agrÃcola, David J. Leacock, popularmente conocido como Mr. Leacock, fallece el 22 de abril de 1980, hace ahora treinta años, desaparece una de las figuras más destacadas y emblemáticas de la historia de la comarca norte de Gran Canaria en el siglo XX.
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LA MUESTRA ESTARÃ ABIERTA HASTA OCTUBRE Leacock, Harris y Douglas, memoria imborrable de la agricultura canaria
Amado Moreno
Con una singular y lograda exposición abierta anoche en la Casa de la Cultura, el ayuntamiento de GuÃa rinde justo homenaje estos dÃas a tres destacad,os empresarios ingleses del pasado: David J. Leacock, Douglas Charles Fenoulhet y Anthony Harris. Avanzado el siglo XIX y después en el XX, los tres fueron decisivos en el impulso del cultivo y exportación de plátanos y tomates canarios.
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Centenario del Hospital de San Roque
Pedro González-Sosa Cronista oficial
Se
celebra el lunes 10 de agosto, dentro de los actos del programa preparado
por el ayuntamiento con motivo de sus fiestas patronales, el primer
centenario de la implantación en GuÃa de Gran Canaria del que constituyó
el también primer hospital allà abierto para el servicio no solo de la
población guiense sino de aquella zona.
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