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Francis Naranjo

La condición humana

Nathalie Hénon, Jean-François Rettig

Vemos unas herramientas quirúrgicas, vemos unas pantallas, vemos unas fotografías, unas imágenes, nos quedamos en silencio ante ellas; imágenes de nosotros mismos en directo o la imagen de otro en diferido, en movimiento o congelado en el instante, "otro" en silencio; vemos y sin embargo parece que no vemos verdaderamente nada, o más bien no vemos nada directamente; siempre hay una parte que nos es ausente, una parte que escapa a nuestra mirada y percepción, una parte de la que nos desposee el otro, ese "otro" que percibe justamente lo que se nos escapa: nuestra propia imagen.

Francis Naranjo ubica directamente su campo de investigación al nivel analítico. Unas herramientas quirúrgicas, el mobiliario de una habitación de hospital, las referencias clínicas, médicas, funcionan como metáfora de un enfoque científico que, de entrada, sitúan el campo de investigación al nivel analítico y colocan al visitante-observador en la posición de un paciente. Entonces lo que actúa es el dispositivo; y es nuestra mirada aquello que se ha de operar, sobre lo que se trata de actuar.

Las herramientas quirúrgicas adquieren un significado doble y paradójico. La de significar el análisis y la de señalar lo analizado. La función de la herramienta señala su objeto, las herramientas quirúrgicas vuelven a introducir una dimensión corporal ahí donde parecía haber sido apartada.

Desde la primera sala de exposición, con la obra "Custodia", se trata de un celador, a la vez guardaespaldas y celador de exposición. Una imagen-receptáculo, la imagen de un cuerpo custodiando los objetos-herramientas para la disección del cuerpo. Una imagen silenciosa, una imagen que custodia en silencio.

Este celador vigila los objetos expuestos, impide tocar, mover. Él es una imagen. Sólo está presente como imagen pues también está ausente. Hay dos sillas vacías situadas frente a los objetos médicos colocados en el suelo. De la vigilancia del celador quedan las fotografías, huellas de su trabajo mudo. Él es una imagen y por ello señala algo más que a él mismo, "cobra imagen", subraya la distancia entre dos niveles de realidad inconexos en el tiempo, se convierte en metáfora de la mirada ambivalente que a la vez prohíbe y preserva, una invitación a sentarnos en su sitio vacante y hacer la labor de vigilancia o la de mirar.

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Espacio del museo, espacio médico y espacio penitenciario, tres lugares aparentemente distintos que tienen en común un tipo de mirada necesaria; tres sistemas en circuito cerrado que examinan, multiplican y amplifican lo que ocurre en su seno.

En el espacio del museo, la vigilancia estructura el espacio y la relación con las obras, plantea una dicotomía entre visible y tangible, una frontera lícita entre el acto de ver y el acto de tocar: están vigiladas las obras y los que las miran. De ese modo, los celadores son los interlocutores mudos de las obras, y nosotros mismos interiorizamos esta frontera ambivalente en nuestra relación con las obras.

En el universo médico el ojo vigila, segmenta y el acto quirúrgico supone descomponer el cuerpo, los tejidos orgánicos. El ojo es condición y extensión de ese acto. Ambos entran en correlación directa y las herramientas son las mediadoras de la relación entre ellos. Lo que se observa está bajo control y así puede ser medido, analizado. Las cámaras, los monitores, que advierten y previenen, son intermediarios de este ojo médico marcado por la objetividad.

Finalmente, en el universo penitenciario las cámaras de vigilancia multiplican la mirada del vigilante, omnipresencia y omnipotencia del guarda. Las cámaras y los monitores ofrecen el espejismo de la ubicuidad, le dan una forma moderna al proyecto panóptico que Michel Foucault designaba como forma fundamental de los dispositivos de vigilancia.

El que vigila sabe que vigila, los vigilados ignoran si están en el punto de mira actual de la vigilancia; nos encontramos pues ante el ejercicio del poder mediante el control interiorizado y ante la imposibilidad del intercambio. Michel Foucault define la vigilancia como "función social compleja" que revela el cuerpo como una realidad biopolítica y constituye a los individuos según su anuencia tácita a las normas difusas que le imponen "formas de vida" y maneras de comportarse.

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En la instalación "Obsesión", los cuatro cables de alimentación yaciendo por el suelo están privados de su finalidad: alimentar de energía y permitir que funcionen cuatro aparatos. Su desconexión cobra significado como tal e instruye sobre una nueva distancia entre dos niveles de representación: el de la percepción directa marcada por una ausencia y el de la percepción intermediada, que da acceso a lo visible desprovisto de realidad. El elemento fotográfico de la instalación muestra una pantalla de control en la que vemos a un personaje girado hacia una mesa con unas herramientas quirúrgicas, y tras ella se encuentran cuatro pantallas de control en circuito cerrado.

Esta instalación, en estrecha relación con las otras dos obras presentadas en este espacio: "Acto reflejo" y "Off", cuestiona de forma asombrosa una aporía de la representación. Actualiza diferentes instancias que actúan en la representación de lo visible. Una especie de "máquina deseosa" desenchufada, máquina-para-ver aislada de su conjunto de significado y utilidad, cuyo flujo cortado invade otro nivel de representación y produce una imagen totalizadora e inaccesible.

Encender/apagar marcan el principio y el fin de la cinta de video de "Acto reflejo", dejándole al visitante-observador interpretar este "acto reflejo", abrir o cerrar el flujo de información y de control. La persona bajo control, en este caso el artista auto filmándose, abre y cierra ella misma este flujo. Lo que vemos en pantalla no es la imagen directa de la cámara encendida/apagada, sino una imagen de esta pantalla. Una representación encajada en sí-misma, la imagen de una imagen análoga aislada entre dos subjetividades.

El dispositivo de la instalación "Off" nos ubica de nuevo en la situación de pacientes. Cuatro alcobas separadas por un velo blanco, como si de celdas de espera se tratase, con una fotografía colgada en cada alcoba y en cada fotografía una vista de un mismo cuarto donde se encuentran pantallas de control apagadas. El título "Off" resuena de forma múltiple. En su laconismo, este título es sinónimo de cierre, de detención de la circulación de los flujos. Al igual que ese tiempo de la espera, sin utilidad propia, ese tiempo "desenchufado" del flujo de los intercambios. Al igual que las pantallas apagadas. Mientras que "Obession" propone una nueva imagen para suplir a las maquinas desenchufadas, aquí no se propone ninguna imagen, abriendo así un espacio libre y paradójico de proyección y síntesis.

Las pantallas están en posición off, y tan sólo hay indicios. Ahora es el paciente-visitante el que ha de operar la síntesis. De una obra a otra se multiplican las analogías formales y los deslizamientos semánticos, desarrollando la exposición como un proceso de puesta en abismo o un enorme fractal.

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Circulamos entre dispositivos que articulan nuestro deseo de ver con la omnipresencia de "otra" mirada que complete nuestra mirada. El contraste entre el enfoque analítico distanciado y el dispositivo paranoico del vigilante, subraya una reciprocidad que existe entre el modo de control de la mirada intermediada y la manera en la que las identidades se mezclan.

Francis Naranjo realiza un análisis de la mirada del paciente-visitante y de los procesos de identificación, en resonancia con los mediadores contemporáneos de la mirada. La video vigilancia y las tecnologías aferentes son medios de comunicación auto-reflexivos análogos al control de la conciencia sobre uno mismo: medios de comunicación para el control en lo que Deleuze califica de sociedad de control.

Fotografía, grabación de video, video en circuito cerrado. La dinámica de representación de la realidad en cada uno de los regímenes visuales a los que recurre Francis Naranjo, comunica cada uno de los niveles de representación con los otros. Bajo el operar de la mirada los niveles "se subjetivan", sus cuestionamientos se combinan, señalando en su revés nuestra propia condición: un ser incompleto para sí mismo, marcado por lo incompleto de la mirada, prisionero en la mirada ambigua de otro, entre la alienación de una mirada superior y la posibilidad de alcanzar una plenitud en la alteridad.

Nuestra mirada se encuentra encerrada en un proceso continuo de proyección e identificación, a través de separaciones, confrontaciones y reapropiaciones de nuestra imagen, como si fuera la de "otro". Nuestra mirada intenta "reconocerse", de la misma manera que intentamos aprender algo a través de estas representaciones.

De cierta manera, nuestra mirada es "habitada" por el substrato de lo real, la mirada del otro.

Por ello, la instalación "Vigilia" que retoma su título del poema de Arthur Rimbaud "Veillées" es significativa.

Una cristalización del vértigo. Algo se escapa sin cesar y cuando creemos captar una mirada, la imposibilidad de esta captura se revela, semejante al punto de vista fractal. A veces, en un ascensor o delante de un pequeño mueble de espejos, captamos nuestro perfil, vemos reflejarse en el espejo nuestro reflejo bajo un ángulo imprevisto. Entonces, nos sorprendemos por ese "nosotros-mismos", esa faceta de nuestro semblante a la que no estamos acostumbrados. Con "Vigilia", Francis Naranjo nos propone un dispositivo semejante bajo la forma de un altar profano, subrayando la imposibilidad que existe de verse como sujeto que mira. Soy el sujeto y el objeto de la vigilancia, soy el que eventualmente celebra esta ausencia-presencia del sujeto. Me vigilo, me escudriño en un dispositivo tan complejo y problemático como la mirada panóptica o la forma fractal.

Detrás de este espacio de mirada rojo, hay un vigilante ciego y mudo, la huella grabada de su mirada captada en la oscuridad.

El trabajo de Francis Naranjo propone una introspección analítica de los dispositivos y de las estrategias de la mirada; se desarrolla como un vasto dispositivo crítico, de puesta en crisis de las estrategias de vigilancia y de control y, más allá, interroga las condiciones de nuestra percepción y relación respecto al otro.

En efecto, no puede limitarse la lectura de las obras de esta exposición a la mera crítica de las estrategias de vigilancia de nuestra sociedad moderna, ya sea desde la habitación de hospital hasta el universo penitenciario, ya sea desde el espacio de exposición hasta los espacios públicos seguros; ni tampoco a señalar las estrategias de auto-control con sus reglas interiorizadas y sus dispositivos paranoicos.

La labor de Francis Naranjo se constituye como un enfoque antropológico de la mirada en nuestra época contemporánea y desde ahí ahonda en un cuestionamiento social, un cuestionamiento psicológico y un cuestionamiento sobre la percepción y la representación.

Este pensamiento antropológico propone a un hombre encerrado en dispositivos mediáticos, y significa una distancia en el propio seno de nuestra percepción; una distancia en la que el otro, ausente o en silencio, se instala, colmándola temporalmente. Estoy actuado por este otro, del mismo modo que mi mirada instruye la relación y la actúa.

Los dispositivos mediáticos se utilizan no para interrogar únicamente el medio de comunicación como tal, sino para interrogar la percepción y las múltiples relaciones creadas por el acto de mirar entre los diferentes medios de comunicación. Objetos en el espacio, imágenes fotográficas, imágenes de video grabadas, imágenes de video en tiempo real, todos designan este "otro" silencioso que me está mirando. El otro = el medio de comunicación.

 

Nathalie Hénon, Jean-François Rettig

París, diciembre del 2006.

info@guiadegrancanaria.org

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