LAS MEMORIAS DE DON BRUNO QUINTANA QUINTANA

PÁRROCO DE GUÍA (1943-1982)

El raído manto azul de la Patrona y las dos dalmáticas

(Por la transcripción: B. DE V.)

"Vuelvo a recordar que por nombramiento decretado por el obispo de Canarias, monseñor Pildain y Zapiain, me hice cargo de la parroquia de Santa María de Guía el 12 de marzo de 1943. Por muchas circunstancias y entes psicológicos que influían en mi espíritu, me costó mucho tiempo caer en la cuenta y convencerme de que yo era el cura, el responsable de esta parroquia, conceptuada en la propia Diócesis como de gran categoría y, por lo mismo, reservada sólo para las grandes lumbreras, a todos los niveles. Ello me hizo concebir la idea de que yo era un "cura de transición". Y fue la causa por la que no mostraba mucho interés en investigar, a fondo, todos los rincones de la iglesia, sus dependencias, sus cajoneras, roperos, etc. Así iba transcurriendo el tiempo, concretándome solamente en cumplir mis deberes pastorales y parroquiales y arreglar, o corregir, todo aquello que estuviese deteriorado y a la vista del público, lo que causaba desagradable impresión y podría ser considerado como exponente de abandono, dejadez y poco interés por el buen estado de la Casa de Dios por parte del rector de la misma.

Me parecía que no podía averiguarlo todo, observarlo todo, investigarlo todo, por si encontraba algo que fuese interesante, algo de valor material o artístico que, por considerarse ya inservible, lo hubiesen arrinconado en alguna dependencia, como suele hacerse en muchas parroquias por los "servidores" de las mismas.

Pero, consciente de mi responsabilidad como cura, después de varios años me decidí a investigar, a conocer todos los rincones y dependencias de la Parroquia.

Empecé por desalojar los compartimentos de las cajoneras de la Sacristía, y cuál fue mi grata sorpresa cuando aparece, en una de ellas, un manto azul de la Virgen, todo raído, inservible, pero con unos preciosos bordados en oro lujuriante. Fue para mí el encuentro de un gran tesoro, aumentado por haber hallado también una capa del Niño Jesús, blanca, toda raída, pero con artísticos bordados en oro.

Como ya me había dado cuenta de que esta Parroquia no tenía un juego de casulla y dalmáticas, igualmente enriquecida con bordados de oro, para las fiestas patronales, sino solamente la casulla estaba bordada en oro fino y las dos dalmáticas eran de tisú, muy buenas y preciosas, aunque no sintonizaban con la casulla ni en el color ni en los adornos -lo que daba lugar a "sonrisitas" y comentarios burlescos de algunos "vecinos" concebí la idea de que de confeccionasen dos dalmáticas blancas enriqueciéndolas con los bordados de oro encontrados en la sacristía, consiguiendo así un terno litúrgico completo de la misma calidad y riqueza para la Fiesta Mayor.

Al mismo tiempo determiné que con los adornos y bordados en oro de la capa raída del Niño Jesús, se confeccionase también una valiosa capa, en color blanco, para el sacerdote revestirse con ella cuando llevara solemnemente el Viático o la Comunión a los enfermos y ancianos en tiempo pascual.

Este trabajo y confección de las dalmáticas y capa del Viático fue encomendado y realizado por las Adoratrices de Las Palmas, y todos los gastos fueron generosamente sufragados por doña Victoria Guerra y Guerra de Suárez, que tiene su residencia habitual en Nueva York, Estados Unidos.

Estas ricas prendas litúrgicas se hallan expuestas en las vitrinas del Camarín de la Virgen, donde el público puede contemplarlas y admirarlas.

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