LAS MEMORIAS DE DON BRUNO QUINTANA QUINTANA

PÁRROCO DE GUÍA (1943-1982)

 

EL TESTAMENTO DE DOÑA EUSEBIA Y LA LLEGADA DE LOS SALESIANOS

BRUNO QUINTANA QUINTANA

(Por la transcripción: B. de V.)

"Dejada, pues, constancia del sentir y de la determinación de doña Eusebia Armas acerca de la entidad jurídica a quien había de dejar sus bienes para su benéfica fundación, continúo manifestando que aquella misma tarde del día en que su médico le dijo que arreglase todos sus asuntos para que adquiriera salud, marchamos a Las Palmas, a las quince horas, acompañados de don Juan Castellano Suarez, señor muy entendido en estos menesteres de fincas y aguas -quien fue más tarde administrador de sus bienes, nombrado por ella misma-, para acudir al despacho de don Antonio Limiñana López; acompañándonos también el Doctoral de la Catedral de Canarias, don Tomás Ventura, gran perito en Derecho Canónico y Civil. Fuimos recibidos por el letrado y, previos los saludos y presentaciones de rigor, doña Eusebia empieza a exponer sus presentimientos acerca del testamento que deseaba redactar, deseando que fuese el exponente de sus auténticos deseos y de sus proyectos para el futuro.

El señor abogado le sacó de sus oscuros presentimientos, manifestándole:

-Usted, señora, es y será siempre, mientras viva, dueña absoluta de todos sus bienes. Y por la misma razón, puede hacer y deshacer, vender o comprar, regalar, revocar o anular todo lo que usted quiera y en todo momento, a pesar del testamento que usted otorgue en cualquier tiempo. Esta manifestación llenó de tanta paz y satisfacción a la señora, que inmediatamente dispuso, ante todos los presentes, que Limiñana se encargara de recoger sus deseos y redactase el testamento. Esta fue la razón por la que doña Eusebia permaneció en Las Palmas por espacio de quince días, durante los cuales se fue redactando el testamento tal cual ella lo deseaba.

Cuando todo estuvo expresado a plena satisfacción suya, se redactó definitivamente y se llevaron a cabo todos los trámites legales ante notario, para darle validez.

De esta forma, doña Eusebia Armas, que se hallaba en pleno y normal uso de sus facultades mentales -como todos comprobamos- y con lúcida expresión de juicio por medio de su fácil palabra, otorgó libremente un testamento que había de ser roca inamovible de la Fundación Benéfica, que era su más cariciada ilusión.

Una de las cláusulas que más le satisfizo fue donde se determinaba que para llevar a cabo la labor benéfica, se prefería a la Congregación Salesiana, por ser constitucionalmente fundada para promocionar en artes y oficios a la juventud modesta. Y si esta Congregación no aceptaba llevar a efecto esta labor, se invitase a otra, y así hasta agotarlas todas. Y si, al final, ninguna aceptaba, el Obispo de Canarias podía valerse de sacerdotes diocesanos para realizar esta obra.

Es más, si estos escaseaban, podría efectuarla por medio de peritos o maestros seglares. La redacción de este testamento fue del agrado de todos, mereciendo incluso la felicitación del Provincial de los Salesianos y del Obispo Pildain y Zapiain, por la gran visión con que fue concebido.

Así las cosas, los Padres Salesianos aceptaron fundar o hacerse cargo de esta obra mediante un contrato que suscribieron las dos partes, coincidiendo además con la fundación de Teror por la misma Congregación, pues así lo exigió el obispo.

Vinieron los Salesianos a Guía el 24 de julio de 1955, domingo, siendo recibidos con gran regocijo por el pueblo en masa ante el templo parroquial de Santa María de Guía, a las diez de la mañana, estando también presentes las autoridades municipales y judiciales. Entraron al templo entre repiques de campanas y a los acordes de la trompetería del órgano, que interpretaba marchas triunfales. Con el amplio templo abarrotado de fieles, a las once de la mañana empezó una solemnísima función, haciendo de preste el que luego habría de ser primer director del colegio, el reverendo don Guillermo Navarro, natural de Tejeda. Asistió también al acto el reverendo padre Doblado, Provincial de dicha Congregación.

Terminada la función, desde la Iglesia salió en procesión la imagen de San Juan Bosco, acompañada de la de María Auxiliadora, seguidos ambos tronos de las autoridades y una gran multitud de fieles, que se dirigieron al grandioso edificio de tres plantas erigido en la finca de la fundadora.

Al llegar al patio de la entrada principal del Colegio, dirigí a todos los presentes una cución, diciendo, entre otras cosas: "El áureo libro de la historia cultural de esta muy noble e hidalga ciudad de Guía, se abre hoy de nuevo para escribir, con trazos firmes y rutilantes, una de sus páginas más bellas, más hermosas que quedarán grabadas con caracteres indelebles en la generación actual con proyección beneficiosa en las futuras, dejando una estela luminosa de sabor, de cultura, de progreso que, a pesar de los avatares de la vida, de los tiempos, mantendrán a la ciudad en la avanzada de los pueblos cultos".

Felicité al pueblo, día la bienvenida a los padres Salesianos y agradecía la entrega de la benefactora. Y allí, en el nuevo colegio, quedó alojada una pequeña comunidad salesiana, encargada de realizar entre la juventud de esta ciudad y de la comarca la obra benéfica que se pretendía con la Fundación".

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