LAS MEMORIAS DE DON BRUNO QUINTANA QUINTANA

PÁRROCO DE GUÍA (1943-1982)

 

UN RECUERDO PARA LAS MISIONES POPULARES

UNA CRUZ DE SIETE METROS EN LA CIMA DE LA ATALAYA EN RECUERDO DEL PADRE CLARET

BRUNO QUINTANA QUINTANA

(Por la transcripción: B. DE V.)

Con motivo de celebrarse el primer centenario de la venica del "Padrito" Antonio María Claret, con el obispo Codina, a misionar a esta Diócesis, el obispo Pildain y Zapiain, en asamblea con todos los párrocos, acordó celebrar este magno acontecimiento con una misión popular llevada a cabo por los religiosos del Corazón de María, que el santo Padre Claret fundara para llevar el mensaje del Evangelio a todos los pueblos. Para ello se dispuso que los misioneros fuesen acompañados por una imagen de su fundador, llevándola de parroquia en parroquia, rememorando así la misión que él mismo realizó por todos los municipios de la isla con frutos maravillosos que arrebataban a las masas.

En esta parroquia, el 27 de agosto de 1948, empezó la misión para conmemorar tan gloriosa efeméride, con gran asistencia de fieles ansiosos de vivir, de algún modo, aquellas jornadas claretianas llenas de fervor religioso que comentaban sus abuelos, motivadas por la presencia física del Padrito.

Los misioneros claretianos, padres Gil Aramendia, Serafín del Río y Angel Zoco, de las residencias de Las Palmas, Sevilla y Barcelona, fueron los encargados de llevar a cabo la misión. El domingo, día 29, a las seis de la tarde, llegaba procedente de Santiago de Gáldar la imagen peregrina del santo Padre Claret. Con una cruz abrazada, junto a una ingente multitud, acudimos a recibirla en el barranquillo de Becerril. Allí, con gran entusiasmo, cantando fervorosas estrofas misionales, tras pronunciar la oración del santo, emprendimos la marcha hacia el templo parroquial, acompañándonos una inmensa multitud por el Lomo de Guillén y abriéndose posteriormente la misión con abundante y consolador fruto espiritual.Como se trataba de conmemorar un centenario de tanta importancia y trascendencia para la vida religiosa-cristiana de la Diócesis, como cura párroco sugerí la idea de erigir en la cima del Pico de La Atalaya una gran Cruz de tea, como recuerdo de la efeméride. La idea fue acogida por el pueblo y los padres misioneros con gran complacencia. El Ayuntamiento se asoció a nuestro proyecto y donó el material para la Cruz, cuya construcción corrió a cargo del maestro carpintero don Miguel Abreu Roque en un taller de la calle Luis Suarez Galván.

Terminada la Cruz, que tenía siete metros de alto, fue trasladada al templo parroquial, donde el día cinco de septiembre del antes citado año fue bendecida por el padre Gil Aramendia. Luego, en medio de gran fervor, fue conducida por unos siete hombres, que se alternaban, siguiendo la carretera de La Atalaya para subir la empinada montaña por la parte oriental. Muchísimos fieles de Guía y de los pueblos vecinos acompañaron la emotiva marcha. Ya en la cúspide, casi bloqueada por las personas, se procedió a colocar Cruz en el lugar que se había preparado con anterioridad por el maestro don José Bolaños Pérez y sus obreros, acto que fue acogido con un respetuoso silencio que estalló en delirantes aplausos cuando quedó majestuosamente erguida con un fondo inmensamente azul de mar y cielo.

Luego, todos los presentes, impulsados por su espíritu de fe y piedad, desfilaron ante el signo cristiano para imprimir en él un beso, muestra de su amor y devoción a la Santa Cruz, símbolo de nuestra Redención.

Guía vio, por primera vez, la celebración de la santa misa en la cima de la Montaña de La Atalaya. Y, desde entonces, fue aquel un lugar de peregrinación, pese a las dificultades para su acceso. Allí se colocaron otras catorce cruces de madera desde la base hasta lo más alto, para que cuantos lo desearan pudieran practicar el Vía Crucis.

La Cruz de la cima, grandiosa e histórica, a los 22 años de colocada fue abatida por la furia de un vendaval que azotó el Archipiélago Canario en enero de 1970, causando enormes destrozos en las islas. Y, curiosamente, fue abatida al cumplirse el centenario de la muerte del Padre Claret, en Francia, el 24 de octubre de 1870. Entonces, por dicho motivo, fue erigida otra Cruz del mismo tamaño que la anterior, donada por el ingeniero don Manuel Díaz Cruz.

Fue colocada esta segunda Cruz, que encarna los dos centenarios citados, el día 27 de septiembre de 1970. Acudió a este acto emotivo muchísimo público; el alcalde, don Ignacio Arencibia Miranda; y los párrocos, junto a mí, el de San Pedro Apóstol, don José Santana Arencibia.

Un solemne triduo para celebrar el acontecimiento, en el que predicó el claretiano padre Rubio, cerró esta otra conmemoración.

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