Revista digital sobre el municipio de Guía de Gran Canaria (ESPAÑA) 

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Los pájaros que vienen

Santiago Gil

No nos queda más remedio que armarnos de ilusiones para poder seguir sobreviviendo. No renunciamos a las utopías, pero no nos valen como traje de uso diario si uno quiere ir pasando por la vida más o menos a salvo de mediocridades, horteradas y pequeñas puñaladas traperas.

Hay mañanas que las carga el diablo y otras en las que parece que el paraíso se ha instalado delante de la puerta de nuestras casas. A veces dependen de nosotros esas alegrías y esas tristezas ciclotímicas, pero casi siempre suele ser el azar quien nos coloca en la cumbre o en el subsuelo, o por lo menos es quien nos levanta de la cama con un paisaje y un paisanaje que no siempre se ajusta a nuestros optimismos a prueba de bomba. No están las portadas de los periódicos algunos días como para echarse a bailar La Rama por las calles: el euribor, el cambio climático o las sangrientas guerras interminables están poniendo cada día más difícil el dibujo de la sonrisa en nuestros rostros mañaneros.

Lo que pasa es que los humanos también nos hemos ido curtiendo en esas batallas del destino o de la mala suerte. Supongo que igual que dejamos de andar a cuatro patas y logramos inventar los aviones, los ordenadores o los lavavajillas, también nos fuimos pertrechando de un manual de ilusiones que se activan en nuestros cerebros cuando somos capaces de elegir el paisaje, el poema o el amor que hace posible el milagro. Una buena cena, un viaje demorado muchos años, una puesta de sol mirando al Teide o unos amaneceres cómplices y amantes nos colocan de nuevo en la senda de las alegrías y de las ganas de comernos el mundo. Dependemos de las pequeñas ilusiones de andar por casa para capear los temporales de la maldad y el tedio. Una de esas citas cercanas que a uno le ayuda a otear los horizontes con más entusiasmo es el concierto que protagonizarán Serrat y Sabina en el estadio de Gran Canaria el próximo 6 de septiembre. No sé cuántos memorables momentos les debo a los dos. Posiblemente no entendería mi vida sin la banda sonora de sus canciones en cada uno de los pasos más decisivos. Nos espera una noche mágica, un reencuentro con nuestros propios pasos perdidos en esta vorágine diaria que nos saca de quicio y de lugar cada dos por tres.

Uno se va armando de pequeñas ilusiones para plantarle cara al lodazal de los coches bomba y los días rutinarios. Lo dice el maestro Serrat: "de vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas". Saquemos de los cajones olvidados aquellos mapas luminosos de la infancia y volvamos a buscar los caminos de la felicidad. Una canción, un poema, un buen vino. Amar, estar con los amigos. Vivir sabiendo que la vida, además de corta, es un milagro que no conviene desdeñar en ningún momento.

Agosto de 2007.

info@guiadegrancanaria.org

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