DOCUMENTOS DE INTERÉS PARA 

GUÍA DE GRAN CANARIA

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN DE 1999

Por D. Marino Alduán Azurza

31 de julio de 1999

A los únicos efectos de identificar mejor a quien les habla, les diré haber nacido en Sn.Sn. , en el País Vasco y que resido en Guía desde 1.949. Ahora mismo acaban de cumplirse 50 años del hecho y el conocimiento amplio y positivo que de sus habitantes tengo, la felicidad sosegada en una edad avanzada, sin excesivos agobios y el saberme rodeado de una familia maravillosa, me permiten ejercer de jubilado y seguir cultivando, con especial ahínco la lectura, mi vicio predilecto y más arraigado.

Ese conocimiento del lugar, harto limitado pero suficiente, procede de haber desempeñado la plaza de profesor, durante 35 años, en el Inst6ituto de mis amores. Ese Instituto de Bachillerato en el que ahora imparte clases, como un dignísimo continuador en mi propia asignatura, mi hijo Javier, fue forja y cuna de tantos profesionales de talento, esparcidos hoy por todo el mundo. Diré, como un ejemplo ilustrativo, que días pasados recibí una llamada desde París de una antigua alumna, médico del Hospital Insular y actualmente trabajando en el Hospital Cochin de la capital francesa. Aquella muchacha recordaba perfectament4een nuestras aulas de Guía, hace 20 años, me hizo sentirme puerilmente orgulloso de una labor que tales frutos producía. Mujer dotada de una gran inteligencia natural, quiso contarme su vida en Francia, un medio que tan bien conozco, luchando codo con codo con profesionales médicos prestigiosos y tuve que felicitarla por una actuación sin duda magistral. Me gustaría ahora, si me lo permiten, aprovechar lo expuesto para instar al nuevo equipo que  acaba de instalarse en el Ayuntamiento para que no desmaye en la construcción del nuevo Instituto. No se le oculta a nadie que es sin duda una de las más rentables empresas que puedan acometerse y que podría permitir una mayor proyección del nombre de Guía, enalteciendo de paso a los hombres y mujeres que la van a llevar a cabo, con toda seguridad, en esta misma legislatura. De antemano gracias.

Tras esta obligada digresión, he de seguir diciendo que nuestro centro de secundaria, en algún momento el segundo cronológicamente de toda la provincia de Las Palmas, fue un gran crisol cultural durante muchos años y cubrió una etapa, la de la inmediata posguerra, particularmente difícil por el hambre física y de todo orden sentida por hombres y mujeres en el umbral de su pubertad. El contacto diario y permanente con aquellos muchachos y muchachas y con sus padres permitía saberlo todo de sus necesidades, de sus preocupaciones y de sus anhelos. Era como un libro que se nos aparecía abierto y que podía leer con voracidad quien se sintiera acuciado por asomarse a abismos de desesperación y percibir aunque fuera tan sólo un atisbo de la angustia y el dolor humanos. No teníamos que preguntar a nadie más, como vivía aquella gente, qué necesidades tenía, como era su estado de ánimo y, sobre todo, cómo podrían ofrecer a sus hijos una alternativa a los duros trabajos del campo. Su ademán, tímido al principio, fue adquiriendo poco a poco cierta seguridad al sentirse en terreno sólido por creíble y nos confiaron a sus hijos. Acogimos entonces allí a alumnos de toda la isla y también de la vecina Tenerife. Teníamos en el barranco hasta nuestro Colegio Menor. Guía, por obra y gracia de la labor en el Instituto, logró que empezara a llamársele medio en broma medio en serio “la ciudad de la cultura”, apoyada después su acción por iniciativas municipales que fortalecieron el aserto. No podría jurar si todo el mundo fue o no consciente de que el Instituto estaba actuando como auténtico regulador social. Empezaron a matricularse allí los hijos de los profesores y cuando lo hizo también el hijo del notario, aquello fue la avalancha. Había, sobre todo, una gran expectativa y una ilusión de futuro.

Llegado este momento y una vez cumplida la exigencia de destacar una de las empresas más valiosas del municipio, habrá que empezar a hablar de Guía, aunque de otro modo, porque estamos en la víspera de sus fiestas alegres y bulliciosas. Como exige pues cualquier Pregón que se respete, digamos que las de este año coinciden, con la designación de una nueva Corporación que ha tenido la amabilidad de ofrecerme la oportunidad de estar hoy con todos Vdes. A nuestro flamante alcalde y al primer teniente de alcalde, ambos antiguos alumnos de nuestro tan citado Instituto, y a toda la Corporación, quiero agradecerles esta atención, aunque saben de sobra, sin falsa modestia por mi parte, que muchos podrían hoy aquí intervenir con mayores aptitudes que el dicente para hablar de cualquier tema, incluso de juerga y jolgorio a todo volumen, que son también, como no, cultura. Sin embargo, a mí se me ocurre evocar aquí y ahora, a grandes rasgos, lo que hoy es Guía, dotada además de sus centros de enseñanza primaria, secundaria y especial, de áreas donde nuestra juventud practica deportes múltiples. La cultura del deporte, como prolongación natural, no forzada, de la otra cultura que se adquiere en las aulas, es un hecho trascendental en la adquisición de costumbres y hábitos que permiten educar y doblegar el cuerpo y la mente. La lucha contra ese azote de nuestro siglo que es la droga, exige cada vez más que nuestros gobernantes hagan asequible, divertido e imprescindible la práctica diaria de las actividades deportivas que demanda la juventud. Porque no se trata sólo de prohibir sino de sustituir la oferta que hacen “los camellos” a los chicos por algo más seductor que el llevar vidas marginadas e inútiles cuyo desenlace es la cárcel. El director de la revista “Le Nouvel Observateur”, Jean Daniel, decía hace poco que “los principales enemigos  de la democracia son precisamente los que ponen en peligro el destino de la humanidad y cuyo principal alimento son el odio, la amargura y la envidia. La impotencia de las naciones, ante los cortejos de drogados, delincuentes y pervertidos, en cuyas familias destrozadas reina el dios “dinero”, nos conduce lógicamente, tanto hacia los regímenes totalitarios como hacia los integrismos religiosos. Porque todas las formas de ganancia material, provecho y coerción son contrarias  la felicidad del hombre”.

De ahí, decimos nosotros, la trascendencia de ampliar al máximo la posibilidad de que los jóvenes y hasta los menos jóvenes puedan disfrutar de opciones como el deporte, que ha de alejarles de esas tentaciones.

Habría que pensar también en crear con urgencia lugares de esparcimiento para niños menores y hasta jovencitos, dotados de equipamientos deportivo-lúdicos y de fácil acceso. Una especie de clubs familiares, cálidos y atractivos.

En la transformación de Guía hay que citar así mismo la reciente4 inauguración de una serie de viales que no sólo facilitan la circulación sino que reducen sensiblemente la distancia que nos separa de cualquier punto de la isla. No podremos conocer y por ende amar si no establecemos contactos estrechos con los demás. Dicen los franceses que cuando las cosas están lejos de nuestros ojos, están lejos del corazón. Estas nuevas vías han descongestionado evidentemente nuestra ciudad y debemos felicitarnos por ello ya que, de momento al menos, aleja un tanto en el tiempo el instante en que el exceso de vehículos nos colapse sin remedio.

Por lo expuesto y otras cosas que sería prolijo enumerar, yo creo o así me lo parece, que Guía es hoy una ciudad accesible, asequible, cordial y afable. Llegó un día, tras el nacimiento de mis cinco hijos, de los que tan orgulloso me siento, en que nuestras calles en cuesta, nuestra plaza y una atmósfera recoleta y a veces hasta silenciosa  se convirtió para mi en una especie de tierra natal, de acogida. Algo aparentemente sencillo, amasado con gozo, con la rutina diaria y con lágrimas me ocurría, a medida que los inevitables acontecimientos familiares dotaban a mi vida de esa especial textura que nos permite, un día, asegurar que se es del lugar donde se nace, desde luego, pero también de donde se muere. Si el primero, por coyuntural, no puede elegirse, no así el segundo, por el que se puede optar a veces con absoluta libertad. Si me preguntaren qué podría echar hoy en falta estando en Guía, contestaría sin dudar: quizás sólo la playa de la “Concha”, y poco más.

¿Y hacia donde va ahora Guía? No creo estar demasiado bien situado para saberlo y ni tan siquiera para predecirlo. Lo que sí sé, evidentemente, es que debería afirmarse en discurrir por caminos de solidaridad, de asistencia social y educativos. Entiendo que no hay redención posible sin la cultura. Podrá disponerse gracias al azar o a las malas artes de sumas ingentes de dinero, pero jamás podrá alcanzarse así la felicidad y la tranquilidad de conciencia. No es de recibo cultivar una ilusión que solo conlleve el alcanzar posiciones ventajosas si, paralelamente, no se contribuye a que todos desarrollemos una acción solidaria sólida y permanente. Y no puede uno sentirse satisfecho consigo mismo si no se atreve a mirarse al espejo que no engaña nunca, por temor a recibir una censura de su ego íntimo y recóndito.

Cuando antes hablábamos de democracia, no dijimos que al mentarla se insiste demasiado en el individuo, pero se obvia al mencionar al pueblo. Siempre habíamos entendido que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Esta cita viene a colación ya que intento ahora personalizar un tanto la designación de la nueva corporación. Al frente del Ayuntamiento de Guía hay un hombre sencillo al que creo innecesario decirle nada que él no sepa ya. Además de ser hombre estudioso y por tanto reflexivo, es en mi opinión esencialmente un demócrata. Cuida los cuerpos de la gente prestigiando con su atención su profesión de médico. Por si fuera poco es además joven y posee sin duda fe en la bondad natural del hombre y, como decía un buen amigo, también “tiene fe en el poder dominante de la cultura y la certeza, de que un pueblo aseado, por dentro y por fuera, alimentado y enseñado, tiene que ser forzosamente bueno”. Si la fórmula funciona, gobernada siempre por la razón, auguro una excelente legislatura aunque siempre existan espíritus escépticos que se dediquen a atemperar, como suele acontecer, algunas acendradas convicciones. El ayuntamiento ha de ser una casa transparente, ampliamente ventilada para que los espíritus malignos no puedan anidar allí. Si no hay ocultamientos ni acopio de mantas para que pueda tirarse de ellas cuando las cosas van mal, larga y feliz singladura señor alcalde, además de un abrazo.

Puesto que las fiestas grandes, y ésta de la Virgen lo es, son manifestaciones de identificación de un pueblo consigo mismo, quiero decir a la inmensa mayoría, a los que sienten y esperan con especial cariño la llegada de tan entrañables fechas que depongan por un tiempo, lo más largo posible, cualquier rencilla o malentendido que se haya deslizado entre amigos o parientes.

He oído comentar que quizás el presente Pregón vaya a ser el último de este milenio, cuando menos en su actual formato. Al parecer hasta la palabra pregón es susceptible de ser sustituida. Me gustan los cambios, sobre todo cuando responden a criterios de idoneidad, mérito y universal selección, además de cronológicos. No podría terminar sin expresar mi profunda simpatía, agradecimiento y especial cariño a Santa María de Guía y a su pueblo, que tan afectuosamente supieron acogerme en su día. En mi larga permanencia en tierra canaria no creo que nadie me tildara nunca de godo. A lo mejor no me lo aplicaron tan sonoro improperio porque, aunque no lo parezca, la gente lee y quizás al azar de una lectura, se ha enterado de que fueron los vascos los primeros que se enfrentaron con éxito a los godos.

Ante nuestra Fiesta Mayor, la de nuestra patrona la Virgen de Guía, repito hemos de hablar, iba a decir de ella, pero me equivoco ya que hemos de hablar con ella con sinceridad, incluso con pasión, para hacerle partícipe de nuestra voluntad de animar un impulso renovador en nuestras vidas y afianzar relaciones de amistad y de colaboración fraternas con nuestros vecinos, ya que solo unidos es como podremos encarar ilusionadamente ese futuro que empieza...  ahora mismo. Gracias de nuevo de todos.

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