Las Islas Canarias han asistido desde el siglo XVII
hasta nuestros días a un destacado florecer de los estudios genealógicos.
Baste mencionar, entre la amplia nómina de los cultiva-dores de esta
disciplina, al historiador Juan Núñez de la Peña (1641-1721), que revisó
minuciosamente todos los archivos a su alcance para confeccionar los
árboles genealógicos de numerosas familias tinerfeñas o a Francisco
Fernández de Béthencourt (1850-1916), verdadero fundador de la historia
genealógica moderna en España y autor de una obra clásica: Nobiliario y
Blasón de Canarias. Muchos otros cultivadores ha tenido la genealogía en
nuestras islas y muy distinta ha sido la calidad de sus aportaciones. Uno
de ellos y sin duda uno de los mas veraces y rigurosos fue el franciscano
Fray Juan Suárez de Quintana, natural de Guía de Gran Canaria, su obra ha
sido cuidadosamente transcrita, revisada, anotada y estudiada por el
investigador Pedro González-Sosa.
El manuscrito genealógico de Fray Juan Suárez de
Quintana, por su honradez y abundancia de datos, es uno de los textos más
apreciados por los interesados en estas disciplinas. Se trata, sin ninguna
duda, de la obra genealógica más extensa y documentada dedicada a la isla
de Gran Canaria realizada hasta ese momento. Desde su redacción, a
mediados del siglo XVIII, había permanecido inédita. Sin embargo, su
importancia no pasó desapercibida para personajes tan significativos de
nuestra cultura como Néstor Álamo, que realizó una trascripción de su
texto, o Guillermo Camacho y Pérez-Galdós, que intentó su edición a
mediados del pasado siglo XX. Pero no ha sido hasta la actual centuria en
que por fin se ha procedido a su publicación, mérito incuestionable del
Cronista Oficial de la ciudad de Guía.
Ha merecido la pena esta larga espera, porque no se
trata de una mera transcripción, sino que Pedro González-Sosa, responsable
actual del rescate de la obra del fraile guíense, ha procedido a completar
documentalmente las biografías de los centenares de personas citadas en el
texto, enriqueciéndolo con notas producto de sus investigaciones en los
archivos de protocolos y de la Iglesia. Además Pedro González-Sosa nos
ofrece un enjundioso estudio biográfico sobre el fraile franciscano,
enmarcándolo acertadamente en una época y un espacio geográfico
determinados y desarrollando su historial como destacado miembro de la
orden seráfica en las islas. Fray Juan ha dejado de ser un desconocido del
que poco mas se sabía hasta ahora, aparte de que fuera el autor del
manuscrito. Pedro González-Sosa nos lo muestra como una persona de carne y
hueso, de la que incluso nos proporciona una razonable hipótesis de los
motivos que lo llevaron a la redacción de la Relación genealógica.
Afortunadamente la obra se completa con un buen índice onomástico, que si
siempre resulta útil, en el caso de un trabajo de este tipo se convierte
en prácticamente indispensable para un más útil manejo y aprovechamiento
de la información que se ofrece sobre los cientos de personas que aparecen
sen sus páginas.
La utilidad de esta obra no se limita exclusivamente a
su contenido genealógico, con ser este motivo más que suficiente para su
publicación, ya que en realidad nos proporciona un gran caudal de datos de
muy variada índole sobre otros aspectos de la sociedad grancanaria.
Gracias a ellos, una gran parte de la vida cotidiana de los vecinos de
Guía, Gáldar y Agaete durante los siglos XVI, XVII y XVIII aparece ante
nuestros ojos: dotes matrimoniales, testamentos, fundaciones de
capellanías y vinculaciones, participación en las milicias, emigración a
Indias, etc. Por otro lado, Fray Juan no desdeña aportarnos informaciones
de primera mano sobre personajes que conoció o sucesos de los que fue
testigo, en numerosas ocasiones recurre a sus recuerdos personales o
familiares para complementar la información que nos ofrece, lo que
contribuye a dar animación y credibilidad al texto. Por poner sólo unos
ejemplos recordamos sus noticias sobre las desdichas amorosas de doña
Antonia de Quintana o la mención del pleito entre su propia madre doña
Juana de Quintana y su lejana parienta doña Jerónima del Castillo, mujer
del historiador Pedro Agustín del Castillo, de quien por otra parte, habla
con admiración y afecto.
Tal como González-Sosa lo descubre ante nuestros ojos,
Fray Juan Suárez de Quintana se aleja de la imagen de genealogista puesto
al servicio de los poderosos, redactando fantasiosas ascendencias y al
servicio del mejor postor. No podemos olvidar, para valorarlo mejor, que
es contemporáneo de muchos genealogistas profesionales que redactaban
prolijos volúmenes a mayor gloria de sus comitentes. Por el contrario,
percibimos en el fraile guíense un aprecio por el documento, un ceñirse a
los datos aportados por partidas sacramentales, testamentos, dotes, etc.,
que le dan una gran credibilidad. No podemos dejar de imaginar a un joven
Juan Suárez de Quintana familiarizado con los viejos legajos de la
escribanía de su padre Cristóbal Suárez de Medina. Gracias a el podemos
acceder a datos de libros sacramentales perdidos o de documentos de
escribanías todavía existentes durante su investigación y hoy
lamentablemente desaparecidos.
Esto nos lleva a reflexionar en las pérdidas sufridas
por nuestro vulnerable patrimonio documental, recordamos a Agustín
Millares Carló, cuando en el marco del Plan Cultural que el coordinaba
pretendía llevar adelante un proyecto de microfilmación de los archivos
parroquiales de nuestra isla. ¿Cómo es posible que una fuente tan valiosa
para nuestra historia, permanezca todavía en un estado tan precario?, no
se ha procedido a su sistemática reproducción ni a la confección de
índices de su contenido. Precisamente a Pedro González-Sosa debemos una de
las pocas excepciones en este campo, ya que entre sus numerosos libros de
investigación histórica se encuentra el meritorio "Extractos del Libro
Primero de Matrimonios de la Iglesia de Guía (Gran Canaria) 1565-1636".
Afortunadamente este año de 2006 verá la luz otro libro de Pedro
González-Sosa que recoge los extractos del Libro Primero de Bautismos de
la iglesia de Guía de las mismas fechas, editados a por el Cabildo de Gran
Canaria.
No podemos menos que felicitar a Pedro González-Sosa
por el magnífico resultado de su ímprobo trabajo por acercar la obra del
Fray Juan al lector de hoy. Gracias al Cronista Oficial de Guía podemos
enfrentarnos al texto de un erudito decimonónico con las ventajas de una
edición de nuestro tiempo, con su caudaloso aporte de notas
complementarias que ofrecen información contrastada y con un útil índice
onomástico para no perdernos en la selva de nombres.
Un texto fundamental para la historia de Gran Canaria
ha sido rescatado.