Guía de Gran Canaria

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NÉSTOR ÁLAMO Y GUÍA DE GRAN CANARIA

Por Pedro González-Sosa

Nos reunimos esta noche aquí, cercano este lugar a la casa natal del hombre al que homenajeamos, para rendir un tributo de recuerdo al ilustre guiense que fue -y es, pese a su ausencia-- Néstor Álamo, al cumplirse justamente hoy el centenario de su nacimiento, ocurrido aquel martes de carnaval el 27 de febrero de 1906.

Un acto que tiene doble valor histórico, porque recordamos al hombre en el centenario de su nacimiento y evocamos el lugar de su natalicio ocurrido en una casa que tiene mucha historia. Una casa donde vino al mundo por pura casualidad porque sus padres vivían en la calle del Agua y así consta en su partida de bautismo. El nacimiento se produjo en esa cercana casa en la calle Canónigo Gordillo esquina a la de San José, que era la residencia de sus abuelos, porque antiguamente era costumbre que la parturienta en los últimos días del embarazo se trasladara a la casa de sus padres, razón por la que Néstor vio la primera luz en esta vieja vivienda. Ocurrió lo mismo con el poeta Domingo Rivero que, residiendo en Guía, su madre se fue a dar a luz a la casa de su progenitora en Arucas y allí nació el vate de cuyo hecho meramente accidental presumen los aruquenses.

Y como no podía ser menos, como una premonición, como presagio de lo que ya mayor sería en el mundo de la investigación Néstor Álamo nació en esa casa, construida entonces dos siglos antes, con mucha historia. Por eso, con el permiso de ustedes, no me resisto a resumir de pasada, y aprovechando nuevamente la ocasión, la historia de la casa en la que vino al mundo Néstor Álamo, que es uno de los pocos edificios levantados en el siglo XVII que aún se conserva en nuestra ciudad.

Según consta en el testamento de Antonio Díaz de Bilbao, capitán que fue de las Milicias de Guía, la casa existía con anterioridad a 1696, y fue mandada edificar por el propio caballero y militar. Hacia finales de 1800 ya aparece como patrimonio de la familia de Néstor Álamo según se desprende de una anotación hecha en uno de los libros del Cuadrante de Capellanías de la Iglesia de Guía, en la que se consigna un “tributo impuesto por el tal Díaz Bilbao en 1696 sobre una casa de la calle de San José de esta Villa y que hoy posee –agrega la nota— Anselmo Bautista y que paga Virgilio Hernández". Anselmo Bautista era bisabuelo de Néstor y Virgilio Hernández su abuelo.

Pero, qué sabemos de Antonio Díaz de Bilbao, además de lo poco que llevamos dicho? Fue hijo de Diego Díaz y de María de Bilbao, vecinos ambos de Guía, y hermano del sargento mayor de las milicias guienses llamado Miguel, quien contrajo matrimonio con Luisa Falcón, hermana del que fuera alcalde de esta entonces Villa y alférez de su Regimiento Marcos Falcón, que fue el padre de doña Joaquina Falcón, mujer de don Blas Sánchez-Ochando. Los descendientes de este último matrimonio emparentaron con la Casa Condal de la Vega Grande, a la cual fueron a parar sus bienes al extinguirse la descendencia directa. Curiosamente, una casa cercana a la que vino al mundo nuestro homenajeado --la actual casa parroquial-- fue donada a la iglesia por doña Isabel Bethencourt Sánchez-Ochando, nieta de don Blas.

Volviendo a Antonio Díaz Bilbao, sabemos que casó con Ana Mayor Felipe, nieta del Alférez del regimiento aquí guarnecido don Marcos de San Juan Picar, el que en 1643 concibió la idea construir en la iglesia de esta población la capilla de Jesús Nazareno (hoy conocida "del Calvario"), pidiendo para ello licencia al Obispado a fin de hacerla junto a la que edificó el canónigo don Juan Bautista Espino que es la que actualmente conocemos como “del Carmen” al lado de la Epístola. Sin embargo, serían Díaz Bilbao y su mujer quienes acometieran en 1687 la edificación que por dificultades económicas no se concluyó y bendijo hasta 1692. Ellos crearon también el correspondiente Patronato y establecieron la dotación económica que garantizara su culto. Corrió a cargo del Beneficiado de Guía don Constantino Acedo, la hechura del Jesús Nazareno (posiblemente el mismo de nuestros días) y allí se colocaron las imágenes de una Dolorosa, un San Juan, La Verónica y la Magdalena, que estaban en la sacristía. Pidió Díaz Bilbao ser enterrado en ella y se cumplió su voluntad, existiendo todavía su sepultura, que se encuentra bajo la tarima de madera que esta delante de la mesa-altar, aunque la lápida sepulcral se trasladó, por indicación desafortunada --a nuestro particular entender--, precisamente de Néstor Álamo, a la entrada de la capilla, con el consiguiente peligro de que, al ser con piedra tan antigua y pisándola los fieles, se corre el riesgo de que desaparezca su inscripción y el escudo heráldico que tiene.

Al referirse Díaz Bilbao en su testamento a esta casona refiere el ”pago de 55 reales al Comunal grande de Capellanía", e impone en el mismo documento un tributo sobre esta casa porque "quiero -dice-, y es mi voluntad que perpetuamente para siempre jamás se me diga una misa cantada el día del señor San José en cada año y se me diga en mi capilla por el Beneficiado de esta Villa, y se de ocho reales lo cual impongo sitio y señalo para siempre jamás sobre la casa de la esquina fue de María Mayor, mi suegra, y linda por delante calle que sale de la plaza desta Villa (la actual de San José) y por un lado, casa de los herederos de Inés del Río, de Artenara, y por el otro casa donde vive Antonio Riberol, mi yerno, y por el otro la calle que sale hasta el barranco de las Garzas", hoy nominada, como saben, "Canónigo Gordillo" y antaño "del Hospicio" o "de las Ventas". Andando el tiempo, como ya indiqué al principio, la vivienda pasó a ser propiedad de Anselmo Bautista Quintana (quien sabe si algo tiene que ver el Quintana de don Anselmo con un Antonio Quintana que fue asimismo yerno de Antonio Díaz de Bilbao). Don Virgilio Hernández Bethencourt (famoso en nuestra ciudad como músico y librero, y al que todavía recuerda mucha gente), había casado con la hija del dicho don Anselmo Bautista, llamada Delfina Bautista Gordillo, de cuyo matrimonio nacieron Maria José, Clorinda, Ascensión, Nieves, Virgilio, Sebastiana, Delfina y Augusto.

Al casarse Clorinda Hernández con Salustiano Álamo Santana, natural de Guía pero al parecer con alguna raíz en Fuerteventura, trajo al mundo el 23 de febrero de 1906 a "Néstor, Alejandro, Baldomero, Leandro - Álamo Hernández", que con todos estos nombres fue bautizado el personaje al que hoy recordamos. Y recordaba Néstor con frecuencia, en sus conversaciones con amigos y conocidos en su despacho de la calle Peregrina, que cuando vino al mundo, hace hoy cien años, el parto se le presentó a su madre de improviso, y su padre no pudo acompañarla porque había ido al entierro hasta el cementerio de San Roque de una persona amiga de la familia. Hoy hemos podido averiguar que se trataba de Ana Guerra Domínguez, hija que había sido de Fernando Guerra y de Teresa Domínguez, que dejó viudo a Cayetano Domínguez Jiménez, fallecida en la calle de Enmedio, donde vivía, a la edad de 49 años, de un ataque al corazón. Fueron hermanos de Néstor, todos los hemos conocido por estos lares, Augusto, Isidoro, Conrado, Alberto, Fabio y Leoncio.

En la sangre que vino en sus venas por conducto de algunos de sus cuatro apellidos (Álamo, Hernández, Santana y Bautista), de seguro que ya había presagios del artista polifacético que al cabo de los años sería Néstor Álamo, sobre todo del lado de los Bautista, casta que por lo menos desde el siglo XIX ya da señales de interesarse por la música y el teatro y que siempre se ha distinguido por su independencia de criterio. De ahí le vino, sin duda, a Néstor Álamo su conocido gran carácter y el que no tuviera pelos en la lengua.

Sobre Néstor Álamo se sabe “casi” todo porque se ha escrito “casi” todo lo que de él sabemos. Se conocen sus andanzas por tierras cubanas, sus vinculaciones con el mundo de la cultura de la ciudad y de la isla, su larga experiencia como secretario particular de Matías Vega, presidente del Cabildo durante largos años, lo que le proporcionó dar rienda suelta a sus proyectos almacenados en su mente inquieta. Proyectos que llegó a feliz termino y que se refieren a la restauración de viejos edificios, a la creación de instituciones y museos, a la recuperación de documentos que se hubieran perdido para siempre como es el caso de la que se conserva en el Archivo Histórico de Las Palmas, que él rescató de un desvencijado almacén del entonces Colegio Notarial, que tenía los legajos notariales arrinconados, desde principios del siglo XVI, en un estado tal que muchos tomos fueron desgraciadamente irrecuperables. La dignificación de las fiestas del Pino se deben también a Néstor y a su empeño por recuperar viejas tradiciones.

Pero nos toca hoy hablar someramente de su vinculación a Guía, aunque ésta se refiera expresamente a las primeras décadas de su vida, pues el resto las dedicó a otros menesteres para él --y desde luego para la isla—considerados tal vez mas importantes.

NÉSTOR ÁLAMO Y GUÍA

Acabo de decir que Néstor Álamo fue un artista polifacético, hombre de pensamiento y arte que tuvo muchos modos de expresarse, y hago hincapié en ello porque creo es importante se tenga en cuenta, si no queremos que las gentes de la isla tengan de nuestro paisano una imagen falsa, mutilada e incompleta. Néstor Álamo fue el creador del único cancionero de inspiración folklórica que en Canarias merece ser tenido en consideración, al menos por ahora, tanto por la autenticidad de las esencias populares como por la calidad musical y literaria. El propio autor confesó en su momento --en la presentación del disco “Cantanto a Néstor Álamo” con la intervención de Los Gofiones y Mary Sánchez-- que “he dado a esta tierra canaria el alma que tenía: la canción. Pero no una canción tirada, plebeya, de garito, sino una canción con sentido humano, con sentido propio”.

Tampoco vamos a descubrir aquí sus mas famosas canciones, alguna de las cuales, como "Sombra del Nublo”, se ha convertido poco menos que en el himno popular de Gran Canaria, junto a otras renombradas como “Isla mía”, “Adiós Canarias querida”, “Tamadaba”, “Maspalomas y tú”, “La Alpispa”, “Caminito de Teror” y tantas otras. Como la adaptación que hizo de “La Perla”, una canción atribuida alguna vez su música y letra erróneamente a Néstor, que en realidad es una preciosa habanera con letra de un poeta español de mediados del siglo XIX, canción seguramente traída de Cuba que se puso de moda en España y en Hispanoamérica, con música del que se desconoce su autoría y que ya se cantaba y era muy popular en las reuniones musicales en Canarias; sin olvidar que Néstor estuvo en Cuba y allí se le pudo ”pegar” su melodía. No podemos olvidar, al mentar los títulos de sus mas conocidas composiciones musicales, el nombre de un colaborador entrañable que tuvo Néstor Álamo al principio en su faceta de compositor: el primer violinista de la Orquesta la Filarmónica de Las Palmas, Agustín Conchs, al que le tarareaba en alguna de las mesas del evocador y desaparecido “Bar Polo”, del también desaparecido Puente de Palo de Las Palmas, la melodía de sus canciones, que le salían de su inspiración y aquél la trasladaba al pentagrama, armonizándolas después. Recordaba el domingo en “La Provincia” Diego Talavera que, incluso en los primeros tiempos de esta colaboración, la autoría de las canciones aparecen firmadas por los dos, aunque mas tarde, por las dificultades económicas que tuvo Agustín, le vendió a Néstor su parte en los derechos de autor de las composiciones.

Pero Néstor Álamo fue también un escritor de raza; un investigador destacado de la historia de estas islas y fue un gran promotor de empresas culturales valiosas, como la nunca bien agradecida primera ordenación del Archivo de la Inquisición, que se encuentra en El Museo Canario y sobre la que comenzó a trabajar en su época de funcionario de la también centenaria Institución, allá en los años finales de la década de los veinte y principio de los treinta del pasado siglo. Su vinculación al mundo de la cultura de la ciudad de Las Palmas, y por ende de la isla de Gran Canaria, fue labrándose a su regreso de Cuba, todavía un jovenzuelo, por su amistad con los también jóvenes artistas de la época que descollaban en la Escuela Luján Pérez, como Santiago Santana, Jesús Arencibia, Eduardo Gregorio, Jorge Oramas y otros, todos de la mano de su fundador Domingo Doreste, “Fray Lesco”. Importante fue también su participación en la puesta en marcha del desaparecido Grupo de Bibliófilos de Gran Canaria. Su nombre está igualmente íntimamente vinculado a la creación de la Casa de Colón.

Néstor Álamo dedicó un determinado periodo de su vida, al principio de su encauzamiento como escritor e investigador, a su ciudad natal, que es la nuestra. Aunque no se prodigó mucho en las ultimas décadas de su vida en escribir sobre Guía y su historia, recordemos, no obstante, y como ejemplo, que fue en la década de los años treinta del pasado siglo uno de los fundadores del Semanario "La Voz del Norte", que se publicaba aquí en los años 1931 y 1932, librando el escritor buenas batallas en defensa del progreso del Noroeste de Gran Canaria. Recuérdese que dos de sus primeras publicaciones, primero a modo de folletín o capítulos precisamente publicados en “La Voz del Norte”, y posteriormente en libro, tratan de cuestiones relativas a Guía: el titulado "Del Juzgado y otros asuntos", que ilustra un momento critico de la historia local y la edición y comentario de la "Oda a un carnero parido", sátira de Rafael Bento y Travieso.

Recordemos asimismo sus investigaciones sobre la monja guiense sor Catalina de San Mateo, cuyas primicias --me contó un día don Blas Saavedra-- ofreció en los primeros años de la década de los 40 en el que fue Colegio de la Inmaculada de las Dominicas. Néstor Álamo formó parte también de un grupo de jóvenes guienses llenos de entusiasmo que animaron la vida cultural y festiva de aquella época, grupo al que también pertenecieron Miguel Santiago, Juan García Mateo, los hermanos Estévez Galván, (Prudencio y Fortunato), y algunos más. Pero Guía es también el escenario de uno de los mas bellos escritos de Néstor Álamo. Si mis notas no se confunden, aquel que él titula “Papeles de Aldo Sortini”, páginas autobiográficas en las que nuestra ciudad responde al nombre de “Tamara”, algo así como ”Clarín” llama “Vetusta” a Oviedo en “La Regenta” y Claudio de la Torre “Granda” a Las Palmas en una de sus obras. Aquí la madre del escritor aparece con gran ternura, así como sus tías paternas.

Un parentesco lejano por la vía paterna que sin embargo el trato recíproco de ambas familias cultivó mucho durante largo tiempo, me liga a Néstor Álamo. Del matrimonio de un Antonio del Álamo, casado en Agaete con María Álvarez, nacieron tres hijos. El primero llamado José, del que nada sabemos porque no lo hemos investigado; un segundo, Victorino, abuelo de mi padre y por tanto mi bisabuelo, y un tercero llamado Juan del Álamo, que fue bisabuelo de Néstor. Victorino y Juan casaron en Guía y con sus matrimonios se crearon las dos familias cuyo apellido nos une.

Por la razón anterior quiero terminar evocando una visión de Néstor Álamo en la que éste figura entre gentes de mi familia materna. En casi todas las casas de la familia de mi madre se guarda una gran fotografía en la que, entre otras personas, aparecen mi abuelo y casi todos mis tíos, que como se sabe, eran barberos. Está hecha la foto en Ciego de Ávila, en Cuba, y lleva escrita a mano una fecha exacta: primero de julio de 1920. Allí aparece también haciéndose cortar el pelo en la barbería cubana de mis tíos --“Los Pepilillos"-- un adolescente espigado y despierto, casi un niño, en cuyos ojos ya se advierte el asombro y la avidez del hombre lleno de curiosidades. Este adolescente, casi un niño como digo, es Néstor Álamo, el canario que desde muy temprano alzó el vuelo del solar nativo sin desarraigarse de él. Había marchado muy joven a Cuba acompañando a Josefa Alemán, la guiense con la que se había casado por poder un tío suyo afincado y establecido con comercio en la isla caribeña. Y en Cuba se quedó por lo menos cuatro o cinco años hasta que, decía siempre, su padre lo mandó regresar.

Estas son algunas de las noticias que, muy a vuela pluma, nosotros conocemos de Néstor Álamo. Un hombre al que hoy recordamos al cumplirse, con su gran ausencia, los cien años que hubiera cumplido de no haber muerto y al que su pueblo nativo le tiene en su memoria. Pueblo sobre el que también revierte la gloria que nuestro ilustre paisano porque supo conquistar esa gloria trabajando a brazo partido y prácticamente en solitario.

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NOTA: Palabras pronunciadas en el homenaje que Guía le tributó el 27 de febrero de 2006 en la Casa de la Cultura, con motivo de cumplirse el centenario del nacimiento de Néstor Álamo, siendo Alcalde Fernando Bañolas y Concejal de Cultura Erasmo Quintana.

La conferencia fue grabada en vídeo por parte del Ayuntamiento, y en audio por Antonio Aguiar; esta última puede puede ser escuchada en esta web.

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Descargar la conferencia en audio + (.ZIP)

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