Guía de Gran Canaria

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¡Ay, Néstor Álamo!
Por José Fernández Belda

Viernes 31 de agosto de 2001

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Caminando por la trasera de la Catedral, al atravesar el pasaje que va desde la plaza del Pilar Nuevo hacia la calle Herrería, camino de la Plaza de las Ranas, hay, mejor dicho, medio hay, un pedestal que en su día fue sostén de un busto de nuestro admirado y recordado Néstor Álamo. Pero que hace años que el busto ya no está allí. Puede verse el estado de abandono municipal, de ruina, de cosa vergonzante, de ecos del día en que algún político se sacó una foto (tras meterle el codo en las costillas al contrincante de turno), buscando un efímero momento de gloria a costa ajena. Pasado ese instante, la memoria del homenajeado se manda al álbum de recuerdos hasta que la pátina del tiempo lo olvide, en silencio. ¿Qué tiene Gran Canaria que parece olvidar a los hijos que más la han querido?

Uno se pregunta si hay un pacto de silencio en torno a la figura de Néstor Álamo. Quizás él tuvo esa premonición al escribir su propio epitafio en el cementerio de San Lázaro:

Quienes me conocieron,
saben quién fui:
¿Los otros?
para qué saberlo.
Ahora intento descansar
¡Silencio!

Y parece que tanto los políticos como la gente de la cultura se ha tomado muy en serio y de forma literal este deseo de Néstor. En la novela El Clan del Oso Cavernario, se relata cómo en los pueblos primitivos cuando se quería condenar a alguien a la muerte social, el resto del grupo lo ignoraba, no le miraba y se comportaban como si su cuerpo fuera transparente. Y parece que algunos han decidido que Néstor muera en la memoria, aunque siguen disfrutando de su obra, de indudable calidad, por la vía de no rendir homenaje de gratitud a su recuerdo.

Por ejemplo, el pasado 25 de agosto La Provincia publicaba una nota informativa sobre la Casa de Colón, firmada por su actual directora doña Elena Acosta, en la que explicaba someramente la historia del edificio. Pero no se cita, ni de pasada, al auténtico creador, impulsor, diseñador y primer director mantenedor de esa casa. Las obras comenzaron en 1956, aunque Néstor Álamo desde el año 1949 ya había comenzado a trabajar en el proyecto: un mini parque temático, dirían hoy algunos. La fachada de piedra verde en la Plaza del Pilar Nuevo, de estilo gótico isabelino, de la Hospedería Hispanoamericana, es quizás una de las recreaciones más curiosas y bien hechas que haya por estas tierras. Los guías turísticos pregonan que es de hace siglos. Y he de reconocer realmente que me lo llego a creer porque es de aquellas cosas que si no son verdad, bien pudieron haberlo sido.

Ahora que se celebra el 50 aniversario de la recuperación de las Fiestas del Pino, sería un buen momento para recordar a quien dio media alma por recuperar la otra media de Gran Canaria. ¿Quién no ha cantado alguna vez el Ay, Teror, qué lindo eres, P'al Pino o Caminito de Teror? Su gran amigo Luis Armando Doreste ha publicado un magnífico libro titulado Mis tardes con Néstor Álamo donde recoge pasajes de la historia de Gran Canaria y de su propia historia, que Néstor le contaba. ¿Cómo es posible que el Cabildo Insular de Gran Canaria no haya reeditado las obras de este gran recopilador e investigador que fue Néstor Álamo?

La deuda histórica, el injusto olvido de las instituciones públicas (Ayuntamiento, Cabildo y Gobierno) debiera ser corregida de inmediato, mientras haya personas que puedan aún recordar vivencias personales que enriquezcan el conocimiento de la vida y obra de quien supo poner su alma al servicio de la historia y la cultura de Gran Canaria por encima de las pequeñas mezquindades de la política y los políticos. ¡Ay, Néstor Álamo, gracias por tu obra!

 

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