PALABRAS PARA JESÚS BOMBÍN
RECORDANDO UNA PALMERA
QUE SE ALZABA EN TIERRA DE SU GENTE
Jesús, tú nunca viste
lo que yo: una palmera
entronizada allí donde limita
tu fontal montañeta con el cielo.
Sola, encumbrada, enhiesta, subyugando
desde el alba al ocaso las miradas,
induciendo acuciante con su ejemplo
a que hacia un blanco de difícil diana
apuntara sin tregua cada anhelo.
Era como un emblema espoleante
para quien no abdicara
de la ebriedad del sueño.
Un día no la vi: quiso la ausencia
poner distancia larga entre mis ojos
y su porfía ascensional. Y cuando
pude asomarme otra vez, ansioso,
a su dominio, ya no estaba…
(¿Quién
la abatió, qué viento,
qué tajadura de hacha o de la incuria?)
Pero enseguida vi que ella seguía
en pie- cuerpo glorioso-, trasplantada,
intacta y más esbelta, en la memoria.
Así la amistad trunca. Sigue siendo
a pesar de las cifras
de un epitafio. Todavía existe
como palma entrañada que conmueve
las hojas de su copa cuando un soplo
del recuerdo las roza.
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Manuel González Sosa
Del libro Jesús Bombín. Un editor en la isla.
Cabildo de Gran Canaria. 2003