Entre las profesiones que recuerdo existieron en Guía, la de los
sastres también ocuparon un puesto preponderante en nuestro pueblo.
Recuerdo oírle decir a mi padre la venida desde Las Palmas de un insigne
sastre llamado don Matías, -más tarde propietario de un conocido comercio
sastrería ubicado en la calle Triana llamado La Americana-, que tuvo una
delegación en Guía en la casa de Felipe Aguiar en el siete y que regentaba
un joven de Arucas llamado Pepe Pérez. Más tarde se instalo en el Callejón
de León, Pedro que era de Becerril casado con una hija de maestro Felipe
García y que durante muchos años fue el sastre de todos los guienses entre
los que me incluyo. Pedro tenía un depurado estilo en su forma de crear la
ropa y era muy exigente con sus empleadas, sin embargo las respetaba y les
tenía un gran afecto. Procedente de Moya arribo a Guía otro sastre de
nombre Hilario que ubico su sastrería al lado de la peluquería de Perico
el barbero, con el aprendieron la profesión algunos jóvenes del pueblo
pero al que más recuerdo es a Luís González Moreno hijo de José el lindo y
de Dionisia Moreno y que en la actualidad es funcionario del servicio de
Correos.
Estos sastres citados le dieron a esta elogiada profesión un
versatilidad de enormes quilates, ya que sabían y conocían perfectamente
lo que la gente les solicitaba, y el corte impecable de sus trajes eran
sobrios y elegantes, es indudable que marcaron un hito desde el punto de
vista de este oficio tan complicado dado que su objetivo primordial era
vestir con elegancia a todo un pueblo y nosotros los guienses éramos muy
exigentes en este orden de cosas.
Aparte de los sastres citados habían otras costureras que también era
especialistas en confeccionar la ropa de hombres, acción esta que
realizaban con verdadera maestría, me produce una gran satisfacción
recordar a Luisa y Pilar Reina que residían en la calle Medico Estévez y a
las hermanas Gordillo en Luís Suárez Galván. En la calle Trasera había una
señora hermana de Gregorio conocido por el chubasco, -no recuerdo su
nombre-, que era toda una experta en la confección de pantalones de
caballeros, solo se dedicaba hacer este tipo de prenda a la cual le daba
una presentación impecable, a mi hizo más de uno.
La materia prima utilizada por estos profesionales de la aguja y el
dedal, eran especialmente las telas de tipo lana e hilo, las cuales tenían
una gran consistencia y eran muy difíciles de trabajar, no se conocía el
tergal ni los tejidos sintéticos, pero como eran unos verdaderos
especialistas las condiciones de los materiales no eran óbice para que
consiguieran hacer unos extraordinarios ternos, -trajes-, a la medida a
los cuales difícilmente se les podían observar anomalía alguna, la
dedicación de estos oficiantes era verdaderamente elocuente.
La llegada del –pret a porter-, hizo las que la mayor parte de las
sastrerías existentes en la isla perdieran la hegemonía que habían tenido
durante largos años y que muchas de ellas desaparecieran. Estos
profesionales hoy se dedican al diseño y es significativo reconocer la
fama internacional de muchos de ellos, los cuales exponen con verdadera
elocuencia en las mejores pasarelas del mundo, -Paris, Milán, Londres,
Nueva York, Madrid, etc.-
Siempre abogare por los trajes a la medida, reconociendo la gran labor
y dedicación de los sastres. Las deficiencias que se pudieran generar en
la confección de la prenda era perfectamente reparada ya que estos
profesionales hacían una serie de pruebas antes de finalizar el traje y
observaban con toda clase de detalles donde radicaban las mismas. Hoy la
cosa es diferente, a pesar de los diferentes parámetros de tallas
existentes siempre se observa alguna anomalía difícil de remediar. En los
grandes almacenes existen especialistas al respecto, pero no es lo mismo.
Los sastres de antaño fueron unos verdaderos expertos y estimo que su
trabajo merece el reconocimiento debido.
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