Bernardo Dávila Ossorio, conocido por todos como –Bernardito el
practicante-, tuvo para Guía un comportamiento ejemplar, su
profesionalidad y su caballerosa forma de comportarse hizo que siempre
fuera admirado y estimado por todos los guienses. Hijo del maestro Pancho
Dávila Suárez y de Lele Ossorio, desde muy joven comenzó a trabajar en la
barbería que su padre tenía en la casa de Salvador Galván, donde más tarde
residió el Banco de Bilbao; junto con él trabajaban en la misma sus
hermanos, Juan Francisco, Alberto y los primos Juan –mi padre- y mi tío
Antonio. A mi padre siempre le "molo" lo de ser practicante, y a tal
efecto curso la documentación pertinente para así serlo, debiendo hacer
las practicas en el Hospital de San Roque. Un día visitaron la peluquería
los doctores Don Salustiano Estévez y don José Blanco, para comunicarle a
mi padre que había sido aceptado para iniciar las practicas. Mi padre
viendo el gran interés que su primo Bernardo sentía por tal profesión,
gustosamente le cedió todos los beneficios que les habían sido otorgados
al respecto, renunciando así a la ilusión de su vida. Estimo que Bernardo
se lo agradecería, asegurarlo sería mentir, pues nunca tuve constancia de
ello, pero siempre se llevaron más como hermanos que como primos.
A Bernardo Dávila, le adornaron otras facetas durante su vida además de
la practicante, -ATS, DUE, como se le denomina hoy a esta carrera-, fue un
insigne músico, y un elogiado peluquero, como tal destaco brillantemente
en su tierra natal, Guía.
Formo parte de la banda Municipal, destacando en la misma como un buen
interprete con la trompeta, fliscornio, etc., pero donde lucio con
elocuente relevancia fue con el cornetín, instrumento este, de la tesitura
de la "trompeta", pero más pequeño y con un sonido mucho más agudo, con
los cuales hacía unos solos de la diferentes obras que la banda
interpretaba. Me comentaba mi padre que con motivo de las fiestas de la
Virgen, arribo a Guía la extraordinaria banda Militar del Regimiento de
Infantería 50 de Las Palmas, aproximadamente en el año 1926, para dar un
concierto juntamente con la de mi pueblo, que estaba formada en esa época
por una grandilocuente pléyade de insignes músicos. De manera alternativa
fueron actuando pero le toco cerrar el ciclo de conciertos a la de Guía,
que interpretando el "Sitio de Zaragoza", hizo que Bernardo con su
cornetín surgiera desde lo alto de viejo edificio del casino, haciendo el
solo del toque de la "genérala", con una brillantez extraordinaria, lo que
motivo que los "bigotudos" componentes de la militar, lo mantearan y lo
pasearan a hombros por toda la plaza, en olor de multitudes.
Bernardo, también fue un buen tocador de la guitarra, y formo en varias
parrandas juntamente con sus hermanos Juan Francisco, Alberto, su primo
Juan Dávila, Juan Jiménez, Eduardo Aguiar y otros. Una vez dedicado a su
profesión de practicante obvio totalmente la faceta musical que le había
adornado, jamás le oí tocar instrumento alguno, no se que pasaría por su
mente, pero ni en sus ratos de ocio tomo una guitarra o el cornetín aunque
fuera solo para distraerse, dio la sensación como si algo traumatizante le
hubiera ocurrido al respecto borrando de su mente su afición y prestigio
musical.
Me comentaron que como practicante que fue durante toda su vida del
Hospital de San Roque, compartía faenas sanitarias con el médico Cayetano
Guerra Alemán. Estando ambos en el casino un día jugando al domino o a la
baraja, el conserje del mismo, creo recordar que se llamaba maestro Vidal
y que tenía como ayudante a su hijo Juan, este hubo de llamarlos para que
asistieran una urgencia en el citado hospital, a uno le llamo don Cayetano
y al otro Bernardito, esto le valió a Juanillo, -como le llamaban todos en
la institución-, una somanta de palos que le propino el padre, el cual le
indico "que dentro del recinto del casino todos tenían el tratamiento de
don, fuera cual fuera la condición social que revistiera al personaje en
cuestión".
A Bernardo Dávila, siempre le tuve un gran respeto y una gran estima,
pero siempre le critiqué que cuando las elecciones de 1945 se arrimara a
los caciques del pueblo en contra de la candidatura de Juan García Mateos,
siendo como habían sido siempre amigos; esta forma de proceder se la
criticaron muchos ciudadanos de Guía, recuerdo que mi padre lo comentaba
en mi casa con verdadero pesar y tristeza.
Le cupo el honor de ser uno de los primeros que trajeron a Guía, su
propio coche, un Fiat, creo recordar, con unas líneas modernas, que nada
tenían que ver con los antiguos taxis y piratas existentes, además de
otros con unas estructuras muy antiguas, era un vehiculo de cuatro
puertas, cómodo y muy versátil, hacer constar que le ayudo mucho en el
ejercicio de su profesión, pues diariamente se tenía que recorrer todo el
pueblo, mañana y tarde para llevarla adelante.
Bernardo Dávila, o Bernardito el practicante como le llamaban
cariñosamente la gente de mi pueblo, siempre se manifestó como un
personaje caritativo, siendo muy proclive ayudar a sus convecinos, y esto
le valió el reconocimiento y el cariño que la gente de Guía siempre le
tuvo, su entierro constituyo un acto multitudinario, muchas personas les
despidieron con lagrimas en los ojos, se había hecho merecedor de ello.
Llego a ser Presidente del Colegio Oficial de Practicantes y ATS de la
provincia de Las Palmas.
---------------