Prosiguiendo con esta critica constructiva que inicie el día 28 del
pasado mes de julio, decir que todavía hay mucho que decir al respecto.
Alguien que se denomina en la red como Benito Pérez Galdos, posiblemente
de Guía, tal vez identificándose con la primera parte de este trabajo, ha
arremetido contra mi persona y me ha dicho de todo menos bonito.
Posiblemente tenga razón en algunas cosas de las que argumenta, en otras
decirle que esta totalmente errado. Meterse con mi padre y amenazarme no
es ético y mucho menos cuando se escuda en unas siglas cobardemente y no
da la cara. Estimo que era más elegante así hacerlo. Ya decía que algunos
jóvenes de Guía tuvimos que emigrar para poder cultivarnos y salir
adelante, y a fe mía que lo conseguimos. No necesitamos recomendaciones ni
lloriqueos de nadie para llegar al final de la meta que nos propusimos,
aunque la mala uva de algunas personas así lo han manifestado de una forma
cobarde y barriobajera. Guía nos negaba el ser alguien, el problema social
era muy significativo, como siempre los patricios, -mal llamados así al
menos en mi pueblo-, oprimían al plebeyo, a golpe de talón y que no de
clase o categoría. No era bien visto que se mezclaran los unos con los
otros, -aclarar que no fue mi caso-, pero así sucedía.
Muchos fuimos los que tuvimos que abandonar, la tierra que nos vio
nacer, para navegar contra viento y marea y conseguir una posición, y
estimo decir que todos lo conseguimos unos con mayor suerte que otros,
pero todos adquirimos unos conocimientos y una preparación que en Guía
jamás hubiéramos logrado. Decir que nuestro pueblo era tan envidioso, que
hasta algún cargo oficial representado por una persona que no estuviera
implicado en ese circulo vicioso era mal visto, y decir que me consta que
en un caso al menos intentaron remover a un extraordinario personaje por
su categoría profesional y personal y jamás lo consiguieron y eso que lo
intentaron en más de una ocasión.
La irreverencia era elocuente hacía los seres, que de alguna manera
querían romper las cadenas perniciosas, que ataban a la clase media y a
los artesanos, que brillando en sus respectivas profesiones no comulgaban,
con la egolatría más descomunal implantada por los que se autodeterminaban
la clase alta, sin serlo. Incluso había una señora que no siendo de Guía,
y residiendo en la misma por haber contraído matrimonio con un señor de
nuestro pueblo, que no tenía una profesión definida, se subió al carro de
la tontería, y de manera desmesurada hacía ostentación ella y sus hijas de
una situación absurda. No es de extrañar que su pobre esposo le diese por
beber algunas vez en exceso ante tal calamitoso comportamiento, que lo
desvirtuaban ante sus amigos de toda la vida.
Para bien de nuestro pueblo aparentemente esto ya no ocurre, y aunque
me informan que todavía, hay alguna que otra capillita, la endogamia, -tan
practicada entonces-, desnaturalizada, por la ociosidad con que se llevaba
a cabo ha desaparecido, y era lo lógico un pueblo no podía mantenerse a
espaldas a la realidad, y los matrimonios pactados, -casi de manera
principesca-, ya no se estilan. La clase media y artesana de entonces,
ostenta hoy el record, entre sus descendientes en lo relativo a grandes
titulaciones, y esto es apetecible, especialmente en una inadecuada
burguesía que se ha disuelto como un trocito de azúcar en un vaso de agua
y que malamente tiene para hacer una vida de lo más normal. Esto es bueno,
estos jóvenes que hoy tienen extraordinarios currículum, son muy
apetecidos por estos seres que quieren mantener ese status que sus
antepasados, poco menos que a palos les metieron en su inocente cabeza.
Quiero felicitar a muchos paisanos que relucen por sus conocimientos y
titulaciones que han hecho que Guía haya dado un vuelco en la eclíptica, y
que los ilusos de otros tiempos, de los que quedan pocos, se resignen y
vean con buenos ojos, que las relaciones y los matrimonios, entre los
descendientes de los que se llamaron ricos de "solemnidad" sin serlos y
quisieron ser los burgueses de la sociedad guíense a toda costa, acepten a
estos brillantes jóvenes, en sus declinantes familias, con verdadero
afecto y cariño y especialmente sin marginarlos. Muchos de estos que tanto
presumieron, y que todavía presumen, -ridiculizándose así mismos-, me
consta que intentaron en su momento sacar la revalida de cuarto, sin
conseguirlo, aun habiéndose presentados a los exámenes correspondientes
hasta en seis ocasiones.
Ahora Guía ha tomado el camino de la verdad, se acabo el presumir de
apellidos, de la ostentación de ser propietarios de unas cuantas fanegadas
de plataneras, y sobre todo de involucrarse en una sociedad, que nunca fue
tan brillante, como intento serlo, siendo el hazmerreír de la mayor parte
de los pueblos colindantes. Ya era hora que la catarsis se produjera y me
alegro por ello.
NOTA DEL AUTOR.- El contenido que hoy concluyo con la segunda parte
de critica constructiva a Guía de Gran Canaria, debe tomarse como bien
dice su titulo "constructiva", mi intención no tiene ningún sentido
peyorativo y mucho menos ofender o menospreciar a mi pueblo y a sus
habitantes, solo trato de enmendar algo que sucedió para que nunca se
repita.
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