martes, 05 de mayo de 2009
PSICOGRAFÍAS
“A los hipocondríacos nos matan a disgustos”

Pandemias

Santiago Gil

 
Uno viene al mundo arrastrando los miedos del pasado. La carga genética de quienes nos precedieron nos condiciona más de lo que pensamos. Y no digamos los mensajes que fuimos recibiendo en la infancia. La mayoría de nosotros lleva el Apocalipsis grabado en el inconsciente. Cada dos por tres creemos que se avecina una plaga, una lengua de fuego o una de esas catástrofes que recrean los americanos en  películas con efectos especiales y con muertos cayendo como si fueran moscas. Siempre pensamos que nos va a tocar a nosotros el Apocalipsis. A lo largo de la historia todos los humanos que han ido pasando por aquí se han creído que con ellos se acababa el planeta. Y en parte han tenido razón porque, una vez nos marchamos, con nosotros se acaba el mundo, la Bonoloto y la Liga de las estrellas. Somos lo que vamos siendo. Y lo que tenemos alrededor es lo único que nos pertenece. Pero ya digo que nos empeñamos en complicarnos la existencia con toda clase de temores. Nos paraliza el miedo. Generalmente casi nunca termina sucediendo nada, pero que nos quiten las penas y las malas noches que pasamos poniéndonos en lo peor, o temiendo, que es un verbo siempre peligroso y paralizante cuando se conjuga en primera persona.

Ahora estamos expuestos a otra pandemia. Aparecen cada dos por tres, aunque en este caso parece que la cosa es más seria. A los hipocondríacos nos matan a disgustos con estas noticias tan terribles, y más cuando te dicen que la enfermedad la coges respirando. No es para tomárselo a broma, pero si no soy capaz de reírme de mí y de mis miedos estoy aviado. Ya digo que venimos con una carga genética que nos predispone a imaginar lo más trágico, y que a esa herencia hay que añadirle las películas con incendios, abejas o meteoritos que amenazaban con dejarnos sólo con las raspas. Al final van a tener razón nuestras abuelas cuando estaban empeñadas todo el rato en que cerráramos la boca. Siempre estaban pendientes de que no nos entrara aire cuando salíamos del cine o de nuestras casas. Ellas decían chirote, que es una palabra preciosa y eufónica que hemos ido perdiendo con el paso de los años. No tuvieron tiempo de escuchar lo de la gripe porcina, pero por si acaso ya nos prevenían tapándonos la boca todo el rato. Así y todo no nos queda otra que seguir confiando en que el oxígeno, que hasta ahora es lo único que nos siguen dando gratis, no se acabe convirtiendo también en un veneno peligroso. Entre el boro, la crisis y la gripe porcina nos están dejando aliquebrados desde el desayuno. Menos mal que también hemos heredado genéticamente la capacidad de supervivencia y el olvido. Esto último no estaba en el guión inicial de este artículo, y tampoco me consta que aparezca en ningún manual con credibilidad científica, pero necesito creerlo para no terminar neurótico perdido con tanto Apocalipsis cotidiano.

CICLOTIMIAS

Cuando llegue el momento, lo que te lleves será sólo lo que dejas.



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PUBLICADO EN CANARIAS7


Modificado el ( domingo, 10 de mayo de 2009 )