mircoles, 15 de abril de 2009
El paisaje vegetal de Santa Cristina

Por Javier Estévez

Sin duda alguna, uno de los lugares más pintorescos de nuestro municipio es Santa Cristina, cuyo origen ha relatado tan detalladamente nuestro cronista, D. Pedro González-Sosa. La bucólica imagen del pinar y la casona no ha pasado desapercibida para muchos aficionados a la pintura y la fotografía que los han retratado conjuntamente desde numerosas perspectivas y estilos. Sin embargo, uno de los elementos más interesantes y desconocidos que existen en este lugar es el magnolio que se alza en el patio interior de la casona y casi tan viejo como las paredes que aún la sostienen.

El magnolio 
 es el perfecto árbol ornamental: este ejemplar perenne, siempre verde y con hojas alternas elípticas y brillantes, ofrece a quien lo observe una imagen elegante y distinguida, gracias a su voluminosa copa de denso follaje. Mide en torno a los 15 metros de altura (supera en altura a la casona) y es un ejemplar centenario, sin duda, pues se trata de una especie de crecimiento exageradamente lento, aunque desconocemos su edad absoluta. No sólo es el magnolio más desconocido de Gran Canaria. Es el ejemplar más monumental de la isla, a pesar del aparente abandono que desprende su imagen, similar al estado ruinoso y desolado de la casona.

Los magnolios proceden de las regiones cálidas y tropicales de América y fueron descubiertos para la ciencia por el botánico francés Pierre Magnol a principios del siglo XVIII. Cómo llegó hasta Santa Cristina y el por qué es toda una incógnita actualmente, pero leyendo el artículo escrito por nuestro cronista, no es desventurado apuntar la posibilidad de que fuese Puerto Rico, Chile o Venezuela su origen o su inspiración. No olvidemos que existen numerosos ejemplos de plantación de especies ornamentales asociadas a casonas que tienen como único origen la relación histórica entre los moradores de la vivienda y el origen biogeográfico del ejemplar. En este caso, debemos recordar el origen americano y tropical de la especie y las numerosas campañas bélicas que realizó por el trópico de este continente el brigadier Ruperto Delgado González,  quien, y como apunta el cronista, mandó a levantar la casona tras obtener las tierras en el año 1833 y donde se alzan aún en la actualidad -entre otros bienes- casa, pinar y magnolio.

Al margen del enigma de su origen, tenemos la certeza de que Santa Cristina presenta un ambiente ideal para el correcto desarrollo del ejemplar: suelos profundos y ricos en macronutrientes -nitrógeno, potasio y magnesio-  y micronutrientes, además de una ubicación, el patio interior, que crea un entorno perfecto  para las exigencias lumínicas del ejemplar: sol y sombra. En estas magníficas condiciones, el magnolio de Santa Cristina exhibe entre los meses de abril, mayo y junio una floración espectacular de flores solitarias de gran tamaño, carnosas y blancas, que desprenden un perfume extraordinariamente intenso.

El origen del pinar que envuelve la casona y que es la piedra angular del paisaje del lugar, es igualmente, una incógnita. Son ejemplares que pertenecen en su totalidad a la especie conocida como pino piñonero (Pinus pinea) muy frecuente en los espacios forestales silvestres y cultivados de la península Ibérica y muy utilizado en jardinería y paisajismo mediterráneo. Los ejemplares de Santa Cristina, de más de veinte metros de altura, poseen un tronco  rectilíneo y vertical que se eleva sin ramificaciones en su primera mitad o más arriba, para después ramificarse espectacularmente, abrirse y proyectarse en el paisaje como una copa redondeada y achatada, en forma de sombrilla, creando esa imagen tan característica del lugar.

Las ortofotos nos permiten apreciar como el volumen unido de las copas en el año 1962 es similar al que presenta en la actualidad, lo que nos permite afirmar que estamos ante un pinar claramente centenario y posiblemente coetáneo al magnolio cultivado en el patio interior. El pino piñonero no es una especie tradicionalmente cultivada en Canarias, que ya cuenta de forma natural con soberbios pinares monopolizados por una especie endémica de las islas, el pino canario. Esta aclaración nos hace pensar que quizás el brigadier buscó reproducir en su feudo insular aquellas pinedas tan cotidianas en el paisaje peninsular bajo las que transcurrieron tantos años de su vida. Independientemente a su origen, la imagen actual de Santa Cristina, con su pinar tan característico, es sin duda alguna, una de las primeras intervenciones paisajísticas en el medio rural gran canario y es, en la actualidad, uno de los paisajes más notables de nuestro municipio.

Ortofoto de Santa Cristina. En blanco y negro el año 1962. En color el año 2009, 47 años después.









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Modificado el ( jueves, 23 de abril de 2009 )