lunes, 23 de febrero de 2009

El jardín más hermoso y desconocido de Guía


Por Javier Estévez


Hace unos días, rastreando en el Google Earth la trayectoria de un viejo camino de herradura que cruzaba una parte significativa de las medianías guienses, me encontré sobrevolando una masa arbórea inédita y significativa en extensión que me era totalmente desconocida. Emplazada entre feroces terrenos de cultivo, sobrevivía una extensión de árboles equivalente a dos fanegadas que, a tenor de los diferentes tonos de verde que exhibían sus copas, encerraba una diversidad de especies cuanto menos interesante. En ese momento, aún no sabía que había encontrado el jardín más hermoso y desconocido de Guía.

 

José Agustín Álamo Molina, matemático de profesión y botánico de corazón, fue mi compañero en esta expedición. Si bien él conocía el topónimo y el lugar con anterioridad a la visita, no tenía constancia, al igual que yo, de la existencia de ese rodal hacia el que nos dirigíamos con juvenil expectación  la tarde del viernes pasado.

 

Tan sólo unos minutos después de apearnos del jeep y caminar por un encharcado camino de impronta netamente invernal, aparecía tras un recodo del mismo, la buscada arboleda. Desde el primer golpe de vista sentimos conjuntamente que estábamos ante un espacio singular por el formidable volumen de la floresta. Inmediatamente hicimos el primer inventario desde la lejanía: tres araucarias considerables, varios pinos piñoneros de copa hermosamente aparasolada, unas encinas que nos sorprendieron por su presencia y unos barbusanos que, debido la escasez de ejemplares de esta especie en la isla y por la aparente altura que mostraron ante nuestra inspección, fueron los primeros ejemplares en recibir nuestros elogios.  

 

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Modificado el ( martes, 14 de abril de 2009 )